#Capitulo 15

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Izz había caído rendida en la cama luego de una ducha, Andy sabía agotarla a punto muerto, haciendo que no necesitase de medicación para dormir.
Un sonido lejano le taladraba los sueños; perdiendo la lucha por obviar el sonido de su celular tanteó con la mano sobre la mesita de noche hasta que lo encontró. Sin abrir los ojos presionó el botoncito verde y se lo llevó a la oreja.
-¿Hola? -farfulló más dormida que despierta.
-Isabella Taylor -aquella voz, aquel nombre la hizo despabilarse y sentarse de golpe.
-Está equivocado.
-Reconozco tu voz, Izz, te voy a encontrar aunque deba peinar el mundo completo. No me harás lo mismo que tu hermana -se estremeció asustada.
-Está equivocado señor, yo no conozco a ninguna Isabella.
-Adiós, Isabella.
Él terminó la llamada y ella continuó con el teléfono pegado a la oreja; estaba congelada. Su pasado la estaba persiguiendo nuevamente, cazándola para destrozarla.
Jake Taylor había regresado para atormentarla luego de cuatro meses sin saber de él.


Jake era el prometido que sus padres le habían impuesto primero a Kya pero luego de su deserción de casa, Izz había tenido que cargar con ello. Él tenía la estúpida idea de cambiarle su nombre por el de Isabella Taylor. Era un imbécil, a su hermana había querido llamarla Catherine Taylor, según él, para ser menos repulsiva.
Jake era un hombre de cuarenta y tantos años, dueño heredero de una gran empresa de autos. Un hijo de puta que la había abofeteado por reusarse a besarlo aquel día en que sus padres le dejaron a solas con él en su habitación.
Aquella noche él había intentado rasgar sus ropas y violarla, su única salvación había sido golpearlo en los testículos y encerrarse en el cuarto de baño.
Completamente paranoica se asomó a la ventana y miró la calle desértica tratando de encontrar alguna sombra o algo extraño fuera, pero todo era normal como la mayoría de las noches. Con miedo y consciente de que no podría dormir, fue al baño, abrió el botiquín y tomó el frasco de pastillas; el corazón le latía en los oídos, era aturdidor, pero ello no le detuvo a bajar las escaleras aferrándose al frasco para tener un vaso de agua y tomar dos píldoras. Se aseguró de que las puertas estuvieran bien cerradas, regresó a su habitación y se acostó en la cama en posición fetal cubierta por la manta de pies a cabeza.
***

Izz no tuvo fuerzas o ganas de ir a clases, tenía miedo de que él fuese a buscarla al instituto y su señor no podría hacer nada por protegerla.
La mañana significó un martirio, estaba encerrada en su habitación mirando de vez en cuando hacia afuera de la ventana, había tratado de bloquear el número del que Jake le había llamado, pero la compañía de teléfonos móviles no hizo nada, su política lo prohibía salvo que fuese alguien importante, no moverían un dedo.
La compañía de telefonía fija fue otro cantar, ellos hicieron su línea privada. Su nombre no saldría en la guía telefónica en internet ni recibiría llamadas fuera de la ciudad.


Tratando de calmar sus nervios estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas en posición de yoga, inspirando por la nariz y liberando el aire por la boca, repitiéndose como una mantra que no pasaría nada, que él no la encontraría.
Todo iba bien hasta que un golpe de nudillos en la puerta principal le removió todos los temores, como un conejillo en su madriguera, buscó respuesta a su visitante; corrió hacia la otra habitación que daba frente a la puerta y vio el Audi negro descapotable de Andy en la puerta principal.
Actuando automáticamente se calzó los zapatos y bajó corriendo las escaleras, abriendo la puerta de un tirón y abrazándolo, aferrándose a su presente, a la mentira que quería creer.
-¿Izz, qué pasa? -Andy la abrazó-. Estás temblando.
-No quiero estar aquí, llévame a otro lado -habló entrecortadamente.
-¿Por qué estás así? -negó con la cabeza.
-Por favor -suplicó al borde de las lágrimas.
Andy la rodeó como si fuese un guardaespaldas y la guió a su coche sintiendo ser vigilado, instintivamente escaneó con la mirada a su alrededor sin encontrar nada diferente. Entró al auto y condujo a su casa pendiente de los coches a su alrededor que se desviaban en muchas direcciones.
-¿Qué sucedió en tu casa? -le preguntó cerrando la puerta principal.
-Yo solo entré en pánico -se abrazó a sí misma.
-¿Por qué?
-No... no... -Izz cerró los ojos- no puedo hablar de eso.
-Ven aquí -él abrió sus brazos y ella cortó el espacio que los separaba prácticamente corriendo.
-Tranquila, nena -susurró en otro idioma que se asemejaba al español.
La llevó al sofá y la dejó sentada mientras se dirigía al mini bar a un costado del mueble del estéreo, sirvió en un vaso con hielo un poco de whisky y se sentó a su lado.
-Bebe un poco, te calmará los nervios -le ofreció el vaso.
Izz lo cogió y tomó un pequeño sorbo, el líquido ámbar le quemó la garganta pero un par de minutos después empezó a relajarse, a dejar que el pánico se drenara de su sistema.
-Dime, ¿Qué es? -le preguntó acunándole entre sus brazos.
-Hay un hombre que me acecha -se estremeció-, creí que no me encontraría aquí pero ayer me llamó en la madrugada y dijo que me encontraría, pero creo que ya lo hizo.
-¿Por qué crees eso? -sus ojos grises la miraban concentrado.
-Nadie tenía ese número -gimoteó-, el celular es nuevo.
-Pudo conseguirlo con tus padres.
-Ni siquiera ellos lo tienen. No quiero regresar allí -se estremeció y negó fervientemente.
-Tranquila -sintió un beso en su cabello-. Todo estará bien. Quédate esta noche y todo el tiempo necesario.

Hojas en Blanco [Andy Biersack] Hot/romantica ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora