#Capitulo 39

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<<Ya no había ataduras físicas, sin embargo su corazón continuaba encadenado. Todo había terminado.
Cuando la última esperanza se desvanece, solo queda el vacío de haber sido feliz.
El mundo no se termina, pero parece haber acabado para los dos. Ambos seres que mueren con cada respiración que les resulta doloroso. Él se sostiene de la cordura, mientras ella flota en la locura.


Un mes después. >>
Izz estaba acostada en su cama sintiendo el frío y la oscuridad que le rodeaba.
Los recuerdos habían regresado, pero eso no quitaba el remordimiento que sentía en su interior. Sabía que había sido su culpa la muerte de Kya; si tan solo no hubiera ido esa noche a la pista.
El alcohol se había terminado la noche anterior, y las pastillas hace una semana; ya no podía cargar consigo misma, no con las manos manchadas de sangre, y mucho menos sabiendo que estaba sola y que nadie la amaría. Se levantó tambaleante con los resquicios del alcohol y entró al baño donde se encontró consigo misma; el espejo le mostraba la clase de mujer que nadie querría.
-Debes dejar eso -Kya le susurró al oído-, déjalo ir. Eres hermosa y nadie puede negarlo; ni siquiera tú.
-Mírame -susurró-, no soy tan delgada; no me cuidé, engordé y él no me quiso más. Si tan solo...
-¡Detente! -Le gritó la otra imagen reflejada en el espejo-, olvida lo que mamá dijo. Ella está loca. Un hombre puede amarte sin importar si eres gorda, flaca o tienes un tercer ojo; ellos ven nuestro corazón. Él vio tu corazón.
-Pero ni siquiera eso le gustó.
-Te ama, yo lo sé; sin embargo, inicia tu vida fuera de él, muéstrale que vales la pena, muéstrale que tan valiosa eres. Si te ama, regresará a ti.
-¿Tú crees? -Kya le sonrió y arregló su característico cabello negro.
-Estoy segura. Y si no regresa, habrás aprendido a amar y a levantarte sola cuando caigas. El amor no es eterno, no cuando se lo deja; es eterno cuando se lo cuida. Si él no tiene las neuronas suficientes para regresar, no importa, ese amor que sientes por él morirá y nacerá uno nuevo por alguien que sí sepa amarte.
Limpió su rostro y arregló su cabello. Iniciaría de nuevo; por ella, por él y por el amor que sentía.
Con la mente más clara se sentó frente al escritorio y levantó el teléfono; viajaría a Southampton, buscaría un departamento y empezaría a estudiar antes de iniciar la universidad, pero solo quedaba algo que tenía que hacer.
Ir a él. Ir a su casa por sus cosas.
Levantó el teléfono y marcó a una aerolínea, quería conseguir el primer vuelo del siguiente día, pero hacerlo le abrió los ojos. Había dependido tanto de Andy, que ni siquiera había notado que sus padres bloquearon la cuenta bancaria. Estaba en la nada, ni un centavo en los bolsillos.
Perdió los estribos, estaba harta y derrotada, la chispa de reiniciar su vida se había apagado; le habían quitado lo que le correspondía por ley, no solo por su fideicomiso, sino también el de Kya, quien había dejado estipulado por escrito que si ella llegase a morir, todo su dinero sería para ella, y ahora no tenía nada.
-Respira -se susurró a sí misma-, encontrarás una solución a todo esto.
Pensó en viajar a New York, pero no tenía dinero. Encendió el último cigarrillo del paquete y se alteró más. Lo fumó con rapidez, sin embargo eso no bajó su conmoción.
Salió de la casa y comenzó a correr, quería aclarar su mente, nada tenía sentido. Entró en una licorería y escogió lo primero que tenía a la vista. Ron. Al acercarse a la caja, miró al sujeto.
-Deme dos paquetes de cigarrillos -él hombre la miró dudoso, su vestimenta parecía al de una ladrona. Había comenzado a usar nuevamente sus ropas anchas, no se sentía bien con su cuerpo, se veía gorda.
-Su identificación -dijo al poner los paquetes sobre la barra.
-La dejé en casa -mintió, la identificación de Kya estaba en su cartera dentro de la maleta en casa de Andy.
-No puedo venderle alcohol.
-Por favor -suplicó.
-No.
-¿Va a demorar? -una voz conocida sonó a sus espaldas. Por impulso giró y se encontró con la mirada de Josh- ¿Izz?
Asustada se volteó, subió la capucha de la sudadera.
-Niña -le llamó el cajero.
-No tengo dinero -comenzó a hablar apresuradamente-, pero puede quedarse con él -se sacó el anillo que su amo le había dado en la pizzería. Se lo entregó al hombre, tomó los paquetes de cigarrillos y la botella de Whisky que Josh había puesto en la barra antes de salir corriendo.
-¡Izz! -Escuchó la voz de Josh llamándole.
Corrió. Corrió como alma que se lleva el diablo. Dolía saber que no podía acercarse a ninguno de ellos porque le habían mentido, ellos sabían de la prometida de Andy y nunca le dijeron ninguna palabra.
Se acuclilló detrás de unos arbustos ocultándose, minutos después vio el auto de Josh recorriendo la calle, peinando el camino con la vista, buscándole.

Hojas en Blanco [Andy Biersack] Hot/romantica ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora