#Capitulo 17

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Izz abrazaba a Andy como si su vida dependiese de ello. Todo parecía un sueño, y probablemente lo era, quizá estaba en algún lugar horrible donde Jake la mantendría secuestrada utilizándola como si fuese un juguete.
Él había encendido la lámpara de la mesita de noche con una intensidad muy baja que lo hacía todo menos real y más como una nube de humo que se desvanecería en cualquier momento; reacia a confiar completamente en estar lúcida, levantó el rostro y le miró, él tenía los ojos cerrados con el rostro sereno, disfrutando de su abrazo.
Izz le tocó la cara y sus ojos se abrieron mostrando aquel hermoso tono gris azulado.
-¿Estás bien? -le preguntó dejando que sus dedos le acariciaran los labios, cuello, clavícula.
-Sí -detuvo su recorrido cuando sintió húmedos los dedos al tocarle el brazo muy cerca del hombro.
-Josh viene en camino -dijo acariciándole el cabello mojado. Izz se miró los dedos y estaban manchados de sangre. El corazón se le aceleró queriendo escapar de su pecho.
-Estás herido -quitó la mano sobre su pecho que sostenía la sabana, permitiendo que esta cayera y dejara al descubierto sus senos-. Necesitas ir al hospital -él se sujetó de la muñeca cuando se iba a levantar.
-Estoy bien, fue superficial, además Josh viene en camino.
-Fue mi culpa -le tocó la mejilla-. Él te hirió por mi culpa -el corazón se le encogió en un doloroso latido. Los ojos le picaban por las lágrimas que amenazaban con escapar-. Él debió haberme disparado a mí -se susurró a sí misma.
-Ve a vestirte -le ordenó con una mirada severa.
Se levantó con renitencia y encendió la luz, la camiseta azul que vestía su amo estaba completamente seca de un lado mientras que en el otro había una gran mancha roja. Sin abrir la boca se giró y fue al closet de Andy, tomó una camiseta negra y se la puso.
-Ve a tu habitación y ponte algo debajo-él señaló su entrepierna que estaba a solo un movimiento de mostrar su intimidad desnuda.
Lo miró suplicante, tenía la sensación de que le dejaría si lo perdía de vista, sería como el humo esparciéndose en el aire, imposible de reunirlo y conservarlo. Andy le miraba fríamente.
Con la culpa abrazándola, salió de la habitación. Josh había tenido razón, ella lo había puesto en peligro desde el principio.
Había tenido un buen momento de cuento de hadas, pero ya era tiempo de regresar a su maldito mundo. No le extrañaría si él le pidiese que se marchara, incluso le había dicho que no regresara cuando intentó hacer algo bien.
En la habitación que decía ser suya buscó ropa. Le pediría a Josh que la llevara a su casa y aceptaría lo que él le dijese por tonta, por pensar en estrellas cuando en realidad eran luciérnagas que ahora habían desaparecido de su cielo.
Escuchó la voz de Josh llamando a Andy.
Tumbado en la cama Andy cerró los ojos. Todo estaba tomando un lado perturbador, no era lo que había imaginado. Sí, el sexo era excelente, Izz respondía a sus caricias, permitía que la tomara en cada superficie y momento, pero alejándose de ello, el resto era turbio. No había padres a su alrededor, no amigos, la verdad siempre era a medias y añadiéndole la cereza al helado, había un hombre mucho mayor incluso que él mismo, detrás de ella.
-Aquí has estado, me tienes... -Josh se quedó callado al ver la sangre en la camiseta- ¿Qué te pasó? -corrió y le agarró el brazo alrededor de la herida.
-Él trató de llevársela -dijo haciendo una mueca por la presión en su brazo.
-¿El hijo de puta vino hasta aquí? -su amigo preguntó sacando un par de guantes de látex de una pequeña caja.
-No, en parte fue mi culpa que eso pasara -se quitó la camiseta por la cabeza dejando al descubierto el improvisado torniquete que había hecho con un pedazo de tela limpia.
-¿Qué hiciste? -una gasa empapada de povidine se apretó contra la herida, desinfectándola.
-Ella me pidió que la llevara a su casa, yo me descontrolé y le grité pidiéndole que se marchara si eso era lo que tanto quería.
-Necesitarás un par de puntos. ¿Qué ocasionó esta herida? -Josh empezó a hurgar en el maletín.
-Me disparó cuando intentaba quitarle el arma.
-Sabía que algo así pasaría, se lo advertí -su amigo susurró diciéndoselo a sí mismo.
-¿Qué? -lo miró estupefacto.
-Dolerá un poco la pinchada -dijo dándole golpecitos a la jeringa.
-No importa -lo miró de reojo-. Explícame de qué estabas hablando.
-Izz lo vio esta mañana cuando fui al instituto.
-¿Por qué no me lo dijiste? -apretó las manos en puños.
-Relaja el músculo -le palmeó el hombro-. Me pidió que no lo hiciera, que no quería involucrarte en ello y le hice ver que viviendo contigo y todo eso, te estaba metiendo en el ojo de la tormenta. Le advertí que algo así pasaría.
-Así que por tus estúpidas palabras Izz quiso irse. Si no le hubieras hablado de tal forma ella estaría bien y yo igual.
-¿Qué le pasó a ella?, ¿Se quebró una uña? -ironizó empezando a suturar.
-Estuvo a punto de ser raptada por un hombre que parecía bordear los cuarenta años. La golpeó y quién sabe qué más y lo ves tan a la ligera. Si se hubiese quebrado una uña era preferible a todo eso.
-En ocho días te quitaré los puntos y ya sabes el resto del cuidado. Sobre Izz, pues ¿Qué puedo decir?, ¿Pobrecita? -Josh bufó- Si le pasó eso fue porque se lo buscó.
-¿De qué infiernos estás hablando? -se levantó enojado y buscó una camiseta limpia en el closet.
-¿Andy, qué sabes sobre ella?, ¿De dónde conoce a este tipo?, ¿Cuál es su pasado?, ¿Dónde están sus padres?, ¿Por qué demonios te buscó? Tal vez es una puta huyendo de su pasado o futuro y él es su proxeneta.
-¡Cierra la maldita boca! -gritó exasperado-. Quizá no sé mucho de ella pero no tienes derecho de llamarla puta cuando en realidad no la conoces.
-¿Qué te hace pensar que tú sí la conoces? Porque follarla en cada parte de la casa no significa conocerla. Primero la proteges de quien sabe quién y luego te hieren ¿Qué será lo siguiente? ¿Ir a la morgue a reconocer el cuerpo de mi mejor amigo?
-Estás exagerando -se apretó el puente de la nariz.
-Andy, soy tu amigo y la persona más cercana que tienes en Seattle. Mi obligación es abrirte los ojos, con esa chiquilla estás haciendo cosas que nunca hiciste. Quizá a tus sumisas las tuviste cerca de tu casa, quizá les compraste un departamento. A ella -Josh señaló la puerta- la tienes viviendo en tu casa. Nunca te metiste en la vida de ninguna otra mientras que con esta recibes un disparo. No tienes ni dos meses contigo y ya te tiene comiendo de sus manos. Es una aprovechada.
-Es suficiente, Josh, puedo manejarlo, no soy un estúpido.
-Pues no lo aparentas. Llámame si algo más sucede.
Josh lo dejó con ese revoltijo en la mente escociéndole la razón a carne viva.

Hojas en Blanco [Andy Biersack] Hot/romantica ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora