#Capitulo 37

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Dos meses después.
Veinticinco de febrero. Era una noche fría y el cielo estaba nublado, sin embargo dentro de casa, Izz y Andy estaban en un lugar cálido rodeados por Josh y Chelsea, celebrando el cumpleaños de su amo.
-No puedo creerlo, tienes veintiséis -se mofó Josh dándole un puñetazo a Andy en el hombro. Él le sonrió al rubio y le devolvió el golpe.
-Son como niños -Chelsea le dijo antes de tomar un trago de su cerveza.
-¿Eran así antes de que yo los conociera? -Izz preguntó bebiendo de su gaseosa.
-Creo que eran peores -Chelsea rió y le hizo señas poco disimuladas a Josh.
-Debemos irnos -dijo él luego de asentir.
-Como quieran, regresen pronto, pero no tanto -Andy abrazó a la rubia y le dio una palmada a Josh con más fuerza de la necesaria.
-Nos vemos luego, espero que me llames y me cuentes qué demonios pasó, si le gustó o no -inmediatamente Izz se sonrojó por el comentario de su amiga-. Si no supiera que Andy es tu dueño, pensaría que eres una dulce e inocente virgen.
-¡Cielos! -exclamó Izz sintiendo las mejillas calientes. Todos rieron de ella.
-Vamos, Chelsea. Estos dos necesitan tiempo a solas.
Se sintió morir de la vergüenza, si tan solo no le hubiera dicho a Chelsea que le ayudara a buscar un regalo para su señor.
Andy acompañó a la pareja hasta la puerta, dándole el tiempo necesario para subir, poner la silla en medio de la habitación.
-¿Qué haces? -él dijo, asustándola.
-Nada, preparando una sorpresa -le tomó de la mano y lo guió hasta la silla, haciéndolo sentar-, espero que te guste.
Se arrodilló frente a él y actuando con rapidez sacó las esposas atornilladas a la silla y las cerró en torno a las muñecas de Andy. Él la miró fijamente arrugando el entrecejo antes de tratar de levantar las manos y hacer que las cadenas tintinearan.
-¿Qué tratas de hacer, Izz? -ella le sonrió-. Libérame.
-Eso intentaré hacer -dijo lasciva. Se levantó y le dio un beso rápido en los labios antes de desaparecer por la puerta.
Andy estaba intrigado y cabreado a la vez, detestaba estar atado, y mucho más si era su esclava quien lo hacía. Tiró un par de veces y no se soltaron, de pronto música llenó la habitación, si no se equivocaba se trataba de Britney Spears y era la jodida canción de I'm Slave 4 U con el inicio editado, haciéndolo más largo; la puerta se abrió y la vio entrar.
Era la imagen más caliente que había visto hasta el momento, Izz vestía una pequeña chaqueta de cuero sin mangas que se abrochaba en el último botón entre sus senos; la falda era del mismo material de la chaqueta y era tan pequeña que apenas le cubría el coño cubierto por una tanga negra con hilos rojos. Los jodidos zapatos altos lo calentaban tanto como las medias a medio muslo de red, y para completar su uniforme usaba un gorro de policía.
Cuando Britney comenzó a cantar, Izz comenzó a moverse sensualmente moviendo las caderas. Se desabrochó la chaqueta mostrándole el sostén rojo con negro casi transparente. Siguió moviéndose y de debajo del cobertor de la cama sacó una fusta, se la pasó sobre los pechos y luego se la acercó a la boca pasándole la lengua a la punta haciendo que sus manos picasen por tocarla, e instintivamente las levantó y las esposas tiraron de él nuevamente hacia abajo.
Con lentitud Izz se quitó la falda y posó las manos sobre la pared mostrándole su culo respingón, seduciéndolo. Ella se giró, lo miró a los ojos y se acuclilló separando las rodillas varias veces de forma lasciva. Tomó nuevamente la fusta y caminó hasta él, rozándolo con el cuero por la mejilla, bajando hacia su polla completamente dura y encerrada en los confines de su pantalón. Lanzó la fusta sobre la cama, se sentó sobre su regazo y descansó la espalda sobre su pecho ondulando el cuerpo, ella gemía en su oído y luego le chupó el lóbulo de la oreja. Se levantó y quitó el sostén dejándole ver esos pechos perfectos que le llamaban a chuparlos.
La música estaba a punto de terminar e Izz se le sentó a horcadas fregándose contra su erección y gimiendo de la forma más sexual que había escuchado. Cuando la música hubo terminado ella le susurró al oído un feliz cumpleaños.
-Libérame -le exigió y ella inmediatamente lo hizo.
La tomó del cabello obligándola a levantarse antes de besarla, prácticamente le comía la boca, su lengua se adentró en ella acariciándole la lengua en un baile que ambos seguían. La rodeó con los brazos, estrechándola contra su cuerpo, apretándole el trasero con las manos.
Se separaron jadeantes a tomar aire. Él le sonrió y con las manos destrozó las finas bragas, dejándolas caer al suelo.
-Espérame en el cuarto de juegos -ordenó dándole una nalgada.
Izz salió inmediatamente con la picardía ardiendo en sus ojos.
Al estar finalmente solo, se dirigió al baño y abrió el grifo del lavamanos para mojarse el rostro acalorado. Nunca había perdido los estribos así, pero era ella, Izz siempre lo tomaba por sorpresa.
Entró a la habitación de juegos encontrándola arrodillada en el centro, con las manos atrás y el rostro inclinado hacia abajo.
-De pie -siguió su orden haciendo que el gorro de policía se ladeara. Sintiendo un poco de pesar se lo quitó y lo lanzó, estampándolo contra la puerta.
La tomó del brazo rudamente y la guió hasta la pared contraria a la puerta.
-Arrodíllate dándole la espalda a la pared -Andy le pidió observando cada uno de sus movimientos.
Izz estaba completamente caliente. Desde un principio ella había sabido que le castigaría por atarle, porque él se habría quedado sentado sin moverse si se lo pedía, pero le había encantado atarlo, sentirse poderosa y tenerlo a su merced. Ahora comprendía cual era su disfrute al tenerla consigo, tan indefensa.
Lo vio moverse con rapidez hacia un costado y luego se acercó a ella, llevando entre las manos unas cadenas con grilletes que cerró en una de sus muñecas y luego en la otra, quedando con los brazos extendidos horizontalmente.
-Separa las rodillas -le dio un ligero golpecito con el pie en cada muslo para que lo hiciera.
-¿Podría saber la razón de mi castigo? -él sonrió.
-Nunca ates a tu amo -gruñó acariciándole la mejilla.
-Pero... -le lanzó una mirada de advertencia e Izz se obligó a morderse la lengua.
Él le dio la espalda y camino hacia el armario de juguetes -como él le llamaba-, mientras caminaba, Izz admiraba la ancha espalda de su señor, tan musculosa. Estuvo a punto de suspirar; estaba tan pérdida por él que a veces le daba miedo.
Andy regresó a su lado con una especie de cinturón en la mano que estaba unido a un consolador conejo. Él le sonrió y se arrodilló frente a ella.
-Te gusta atormentar, ¿uh? A mí también -al tener los labios entreabiertos, Andy se aprovechó de ello y le mordió el labio inferior, dándole un tirón.
Al soltarla, llevó la punta del dildo hacia su vagina y lo pasó sobre su clítoris con un movimiento ascendente y descendente antes de introducirlo en su canal, llenándola; ató las correas y presionó un botón haciendo que vibrara, enviando ondulaciones de placer a su matriz y clítoris, recorriéndole el cuerpo completo.
-No puedes correrte hasta que te de permiso -le susurró al odio pellizcándole un pezón.
Volvió al armario de juguetes y regresó con dos abrazaderas de pezón. Se arrodilló frente a ella, tomó un pezón en la boca y comenzó a chuparlo con fuerza, su lengua lo rodeó y le dio pequeños golpecitos alterándole los sentidos. Su cuerpo se tensó y quiso comenzar a moverse sobre el dildo en su interior, quería follarlo, pero si lo hacía se correría y sería mucho más jodido para ella. Cerró los ojos y disfrutó de la boca de su amo atormentando sus pechos, incluso cuando él comenzó a darle vueltas al pequeño perno de la abrazadera todo eso corría desde sus senos hacia el sur siguiendo claramente un camino directo que pasaba sobre su abdomen.
La dejó sola y a oscuras en el cuarto, el único sonido que llenaba ese espacio era el vibrar del juguete entre sus piernas y los gemidos que escapaban de su boca. Cerró las manos sobre las cadenas y las haló, quería soltarse, no le importaba si él la azotaba hasta cansarse, solo quería correrse de una buena vez.
-¡Mi señor! -gritó entre un lloriqueo- ¡por favor! -dio un alarido lastimero.
Minutos después lo vio entrar con la fusta que ella había llevado a la habitación; con ella le hizo levantar el rostro y le miró los ojos llenos de lágrimas involuntarias; disfrutando de la escena sonrió y estampó el cuero en medio de sus pechos con un sonoro golpe. Gritó por el dolor y gusto.
Andy quitó las abrazaderas y la sangre corrió hacia sus pezones y sintió como si agujas de hielo fuesen enterradas allí.
Él dejó de lado la fusta y cogió el flogger atizándolo sobre sus pechos, enrojeciendo el área, llevando más lazos de necesidad a su núcleo lloroso, atormentado.
-Por favor, mi señor. Por favor -suplicó tirando de sus restricciones.
-¿Qué?
-Necesito correrme, permítame correrme.
-No.
Le quitó el dildo y lo vio brilloso por sus jugos que lo bañaban; segundos después le quitó las restricciones.
-Ven aquí -dijo señalando la mesa en medio de la habitación.
Con piernas temblorosas, Izz se levantó y caminó tambaleante.
-Sube.
Subiendo el pequeño escalón con dificultad se tumbó sobre el metal frío; él le separó las piernas y las ató con las rodillas flexionadas para luego sujetarle las muñecas sobre la cabeza.
Disfrutando de su cuerpo tembloroso, Andy bebió de ella. Su lengua serpenteaba en su coño por unos segundos, luego se entretenía lamiendo y chupando su clítoris a medida que la follaba con los dedos. Izz se retorcía y gritaba dándole más vigor y satisfacción a él.
Minutos después, él decidió darle luz verde. Se quitó los pantalones deportivos y se hundió en ella, sintiendo su polla rodeada por el dulce calor de su coño estrecho. Embistió con fuerza aferrándose a las piernas de ella, le dejaría marcas sobre la tersa piel marfileña.
Sentía los testículos apretados y pesados; no podría aguantar más, a pesar de que habían follado tantas veces, Izz continuaba tan estrecha que el placer le llegaba con mayor rapidez.
-Córrete, nena.
Como si se tratase de un detonante, Izz sintió una tormenta eléctrica en su interior acompañada de lluvia caliente que aceleraba su ritmo cardiaco.
***

Era pasada la medianoche cuando el sonido del celular de Andy le interrumpió el sueño; aún adormilado agarró el teléfono y contestó sin abrir los ojos.
-¿Sí? -farfulló tallándose los ojos.
-¿Andy? Gracias a Dios que contestas -la voz conocida de Jaci le dio mala espina.
-¿Qué quieres? -refunfuñó.
-Es tu mamá, Andy. Ella está en el hospital.
-¿Qué le pasó? -se sentó de golpe empujando a Izz con brusquedad.
-Tuvo un accidente en el coche esta mañana. Sería bueno que vinieras, Tyler también vendrá, ella quiere verlos a los dos.
-¿Cómo está? -preguntó con el corazón saltándole como las gotas de agua en una tormenta.
-Estable por ahora.
-Tomaré el primer avión que salga. Gracias por avisarme.
-De nada. Adiós.
Dejó caer el teléfono sobre la cama y se sujetó la cabeza entre las manos, no podía hacerse a la idea de ver a su madre lastimada. Levantó el teléfono fijo y llamó a la aerolínea.
La luz se encendió dejándolo ciego por un momento, cuando la vista se adecuó a la cantidad de luz pudo ver a Izz arreglándole la maleta, algo le sucedía, podía verlo en su rostro, sin embargo no tenía cabeza para preguntar.
Se dio una ducha rápida y se vistió con la ropa que Izz había tendido sobre la cama. Levantó el rostro y la miró vestida para salir; estaba a punto de decirle que ella no iría con él cuando ella negó con la cabeza.
-Solo te llevaré al aeropuerto -le escuchó susurrar.
***

Al llegar del aeropuerto Izz sintió tristeza que no tenía razón de ser, había algo que presionaba su corazón; sabía que no iría con él, aunque guardó esperanzas hasta que le escuchó ordenar un solo pasaje de avión, pero lo entendía, sea lo que sea que haya pasado, las personas cercanas a él no querrían tenerla cerca, y mucho menos si se trataba de Eve.
Entró al cuarto de baño para mojarse la cara; sudor comenzaba a perlarle la frente a pesar de que era una noche muy fría. Comenzó a hiperventilar y se aferró al borde del lavabo, miró al espejo e imágenes comenzaron a nublarle la mente.
Una chica morena de cabello corto le sonrió levantando una copa, ella estaba sobre una moto de carreras celebrando; incluso se veía a sí misma abrazando a la morena cuando unos faros la cegaron y el claxon de un auto comenzó a sonar. La morena trató de saltar de la moto pero no pudo, el auto se dirigía hacia Izz y ella estaba como un ciervo asustado frente al auto. La chica de la moto le empujó lejos mientras ella caía de bruces con la moto aplastándole, de pronto el estruendo del choque entre metales llenó la pista de arena y vio como el auto arrastraba a la morena y a la moto muy lejos.
Las imágenes desaparecieron de su mente y su reflejo estuvo en el espejo. Lágrimas llenaban sus ojos y el color había desaparecido de su rostro.
Asustada cayó al suelo y se abrazó. Sentía culpa por la muerte de la morena, sabía que era alguien importante, pero no recordaba quién era, sin embargo dolía, se suponía que ella debía morir, no la chica de la moto.
No pudo volver a dormir, cada vez que cerraba los ojos el choque llegaba. Una capa fría la abrazaba, se sentía sola y en la oscuridad.
Esperaba que su señor regresara pronto para que el miedo la abandonara.

Hojas en Blanco [Andy Biersack] Hot/romantica ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora