#Capitulo 29 parte ll

1.3K 42 0
                                    


La tarde pasó tranquila o al menos eso quería pensar. Andy la había agotado con varias sesiones de sexo rudo en el cuarto de juegos, y luego había tomado una actitud diferente. Estando acostados en la cama, la abrazó, acarició su cabello y hablaron un poco, incluyendo la explicación del por qué no era una estudiante más.
***

Un fuerte trueno la despertó, el cielo estaba oscuro, pero claro a la vez, la mañana ya había acaecido dictando un nuevo día de "clases".
Se duchó y vistió, pero Andy no apareció, incluso, no había estado en la cama cuando despertó; frunció el ceño, pero no le vio importante.
Bajó las escaleras buscándolo con la vista sin encontrarlo hasta que llegó a la cocina y lo descubrió comiendo huevos revueltos con tocino y una taza de café al lado del periódico doblado.
-Buenos días -saludó sirviéndose una taza de café.
-Buenos días -le respondió señalando el plato tapado en su lado- el desayuno está servido.
-¿Cocinaste? -se olvidó por un momento con quien hablaba y se mofó.
-Sé cocinar, no vivo del aire cuando estoy solo -le respondió serio.
-Pero podrías pedir servicio a domicilio -se encogió de hombros probando un bocado y gimió casi orgásmicamente.
-¿Soy bueno cocinando? -preguntó casi riendo.
-Muy, muy bueno -volvió a gemir ante otro bocado.


Dejaron los platos en el lavavajillas y salieron al porche donde el flamante auto que le había encantado estaba estacionado.
-Todos se quedarán boquiabiertos cuando te vean llegar en tu nuevo auto -Andy le susurró al oído e Izz se quedó estática.
-¿Perdón?
-Es tuyo, lo compré para ti -le tendió la llave y ella negó.
-Esto es demasiado, yo no podría... -la miró ceñudo silenciando su perorata.
-Tómalo -él se enojó-, es un regalo que no puede ser devuelto. Y como tú amo, puedo darte todo lo que quiera y debes aceptarlo sin refutar -bajó la cabeza y tomó una larga respiración.
-Gracias -susurró dándole un beso fugaz, que él no dudó en sujetarla y darle un beso profundo, derritiéndola como helado al sol.


Los cotilleos no se hicieron esperar al llegar al instituto. Todo mundo miraba el auto, suspiraban y por primera vez le hablaban para preguntarle sobre el coche.
-¡Qué carro para espectacular! -exclamó Tracy al cruzar la puerta principal.
-Sí -se encogió de hombros queriendo ahogar la emoción. Su señor le había regalado una nave súper veloz.
-Tu papá debe tener mucho dinero como para regalarte un auto de último modelo -la rubia le sonrió hipócritamente.
-No fue él, me lo ha regalado un amigo -se encogió de hombros y siguió caminando dejándola atrás por algunos centímetros.
-Tu amigo debe querer mucho comerte el coño -se giró y la fulminó con la mirada.
-No soy una puta para que me paguen. Si tú lo haces, no es mi problema.
Continuó caminando sin mirar atrás. Su señor estaría orgulloso de ella.
***

Andy llegó a casa estresado, hace un par de horas le había llegado un correo electrónico de Tyler pidiendo revisar unos archivos que se suponía tendría que ver a final de mes.
Abrió la puerta principal encontrándose con rosas rojas tiradas en el suelo y un ramo de flores más adelante; era imposible que fuese Izz, ella llegaría media hora tarde debido a un trabajo que debía realizar en la biblioteca.
Con cautela siguió el camino de rosas y llegó hasta el estudio donde se encontró con algo o mejor dicho, alguien que nunca pensó ver en su casa.
-Amo -vio sus rizos rubios cayendo sobre sus hombros desnudos al igual que su cuerpo. Ella estaba arrodillada contra la pared, mirándolo con sus ojos celestes.
-Victoria -susurró sorprendido.
-Tanto tiempo sin verle, amo. Lo he extrañado mucho -ella sonrió y bajó el rostro.
-No creo que me hayas extrañado, buscaste a otros una vez terminada la escuela.
-Era un niño, no podía continuar con usted -Andy bufó.
-Vístete -exigió cerrando las manos en puños-. Y estás hablando pura mierda.
-No quería lastimarte -se excusó a medida que se ponía el vestido y bragas.
-Eso ya no interesa ahora.
-Claro que sí, cariño -ella se le acercó y le acarició la mejilla. Le sujetó la mano con fuerza y la alejó de su rostro-. Creo que ya estamos lo suficientemente grandes como para continuar con resentimientos.
-No hay resentimiento, solo que ya no me interesas -se encaminó al pequeño carrito de bebidas y se sirvió un vaso de whisky.
-¿Dónde dejaste ese amor que dijiste sentir por mi? -la vio llevarse la mano al pecho dramáticamente.
-Tenía diecisiete años cuando lo hice. El amor muere si se lo deja de lado -bebió un trago largo.
-Yo aún te quiero -Victoria lloriqueó aferrándosele a la camisa. Colocó el vaso devuelta a la mesita y amablemente se quitó las manos de encima.
-Te aprecio por haber sido mi maestra, nada más.
Su celular empezó a vibrarle en el bolsillo. Lo sacó, miró el nombre de Josh y decidió no contestar. Puso el teléfono sobre el escritorio.
-Sé que aún me quieres, lo veo en tu mirada -le sonrió amargamente.
-Señor -escuchó la voz de Izz y su rostro se crispó.
-Quédate aquí en silencio -ordenó.
Salió del estudio cerrando la puerta a sus espaldas.
-Creí que llegarías más tarde -le dijo acariciándole la mejilla con los nudillos. Algo sucedía, lo podía ver en su rostro, una sonrisa fingida aparecía en él apagando el brillo de sus hermosas orbes doradas.
-Solo tuve que sacar algunas anotaciones de los autores de libros para buscarlos en línea -ella se aclaró la garganta y volvió a sonreír forzadamente.
-Déjame solo por un rato -pidió y ella asintió.
-Como ordene, señor.
La vio marcharse escaleras arriba antes de regresar al estudio.
-No es muy guapa -habló Victoria sentándose en el sofá frente al escritorio- y es prácticamente una niña.
-¿Te vio? -preguntó alarmado.
-No salí de aquí como ordenaste, solo vi la fotografía en tu celular -se mofó-, no creí que algún día tendrías una foto de tu sumisa como protector de pantalla.
-Las cosas cambian al igual que las personas, y yo ya lo hice.
-¿Ahora reclutas niñas para ser tus esclavas? -ironizó mirándose las uñas.
-Yo no recluto niñas, ni nada de eso, soy un Dom como cualquier otro.
-Claro, claro -puso los ojos en blanco-. Pero has perdido el toque. ¿Señor?, ¿Qué tipo de respeto es ese? Señor puede ser cualquiera. Ya sé, no me digas que estás intentando tener una relación vainilla mezclada con D/s.
-Es mi problema lo que yo tenga con ella -gruñó.
-Vamos, cariño -la rubia le sonrió-, recuerda esos días en que me buscabas para desahogar la frustración que te ocasionaba tu linda novia vainilla.
-Creo que esos días ya han quedado en la historia, ahora solo eres un recuerdo sin importancia.
-¿Por qué sigues tratando de ocultarlo? -Victoria se sentó al borde del escritorio- Te estoy dando la oportunidad de demostrarme una relación con sentimientos.
-¿Por qué lo haces? ¿porque sabes que no estás rejuveneciendo? El amor ya lo perdí hace mucho y no regresará, así que al igual que él, tú deberías irte y no regresar más.
-Nos conocemos desde hace mucho, no puedes hacerme eso -se enfurruñó la rubia.
-Son exactamente tres años sin verte, ya ni te recordaba -le quitó importancia.
-Te conozco desde los quince años -Andy sonrió.
-A los quince años yo era un adolescente, pude haber hecho cualquier tontería, como por ejemplo sentir algo por ti, pero ya crecí y te olvidé.
-¿Estás con esa niña por venganza?, ¿Quieres desquitarte con alguien lo que yo te hice?
-No soy como tú, ella sabe que esto es sin sentimientos.
-¿Estás seguro? -la rubia se cruzó de brazos.
-Mucho. Ahora, por favor, vete de mi casa y no regreses.
-Lo haré, solo quiero que sepas que cuando me busques, estaré allí para ti.
Ella le dio un beso rápido en los labios y salió del estudio, segundos después escuchó la puerta principal cerrarse.
Tomó una respiración profunda antes de dirigirse a la habitación en busca de Izz. Al entrar la encontró vacía; entrando en pánico, revisó el cuarto de baño que al igual que la habitación, no hubo nada. Chequeó todas las habitaciones y solo encontró el vacío. Marcó a su celular y sonaba apagado, llamó a su casa y saltó la contestadora.
Se pasó la mano por el cabello, lo que menos necesitaba ahora era empezar a buscarla debajo de cada piedra.
Condujo hasta su casa y entró con la llave que tenía.
Al poner un pie dentro, un escalofrío le recorrió la columna vertebral erizándole la piel. Todo estaba como la última vez que había entrado, el piso inferior completamente deshabitado y oscuro con la única diferencia de que no había sangre en el piso.
Subió las escaleras dirigiéndose a la última puerta del pasillo donde la encontró aovillada en la cama abrazándose a sí misma.
Se acercó y la vio profundamente dormida, sus parpados y naricilla enrojecidos mostrando señas de las lágrimas que había derramado.
Se apretó el puente de la nariz y cerró los ojos. No sabía en qué momento todo se le había salido de las manos.
Otra vez.
La tomó en los brazos dispuesto a llevarla a casa. Izz abrió los ojos desorientada.
-No, no -murmuró.
-Vamos a casa -le respondió dando unos pasos hacia la puerta del cuarto.
-Estoy en casa -suspiró.
Obviando sus palabras la llevó hasta el auto. Una vez adentro, volvió a la habitación recogiendo la maleta, el teléfono celular y los zapatos amarillos. Al meter las cosas en el asiento trasero, levantó la cabeza y se encontró con el auto azul, el mismo auto donde Jake había estado. Las luces del coche azul se encendieron un par de veces dándole la razón de sus miedos.
Con rapidez se puso frente al volante y condujo al único lugar donde ella podría estar a salvo. Su casa.
***

Hojas en Blanco [Andy Biersack] Hot/romantica ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora