Parada frente al closet, Izz observaba la ropa en busca de la indicada para salir con Andy.
Habían chateado el resto de la noche hasta llegar las siete de la mañana cuando se quedó dormida mirando su celular.
Despertó pasado el medio día con el teléfono en la mano. De esas dos horas habían utilizado una, planeando todo, repitiéndole una y otra vez que estaría dispuesta a intentarlo.
La única respuesta que pudo darle cuando le preguntó qué era lo que le había impulsado a aceptar fue: "Lo pensé bien". No le había mentido, luego de haberse acostado no pudo conciliar el sueño; pasó dando vueltas una hora ya que las pastillas para dormir no surgieron efecto.
Recordando a Kya, tuvo la valentía de encender el computador e investigar sobre el BDSM, y cada imagen que encontraba le aterrorizó más, sin embargo le despertó curiosidad por saber por qué la parte sumisa permitía tal maltrato, pero cada blog que leía no le daba una idea exacta sobre qué se trataba el BDSM, hasta que empezó a toparse con novelas de ese tipo. Buscó la más popular en un sitio web, encontrando una sobre una novata en ese mundo, dándole esperanzas, describiéndole que recibiría un placer que nadie con una relación vainilla podría darle. Si esa descripción le daba valor, tuvo mucha más valentía de aceptar cuando comprendió que no estaría sola, Andy cuidaría de ella y estaría a su lado.
Hasta que se aburra de ti -le susurró su consciencia.
Movió la cabeza a ambos lados deseando arrancarse esas palabras, lo importante era que ella lo quería a él y se arriesgaría con algo nuevo solo por poder ser parte de su vida.
Tomó unos jeans ajustado de color negro, una camiseta blanca sin mangas y Converse negros. Había resuelto un problema, por primera vez saliendo con él se mostraría como era; una chica de camisetas, pantalones de mezclilla y tenis. Los vestidos no eran lo suyo, el vestido negro que había usado la noche anterior había pertenecido a Kya.
A la hora de ducharse, tomó más tiempo del requerido, sentada en el retrete con la tapa abajo, depiló sus piernas con cera. Quería estar perfecta para él. Agradeciéndole mentalmente a Kya por obligarla más de una vez a hacerse la cera allí abajo, se había acostumbrado a tener su sexo desnudo.
Vestida y arreglada, se sentó en la escalera que daba a la puerta principal, entrelazando los dedos sobre su regazo, estaba muy nerviosa; saber que Andy le había escogido para someterse ante él, le daba escalofríos porque era algo nuevo de lo que nunca le habían hablado.
Ella y Andy habían arreglado un itinerario, irían al cine, una cena y luego la llevaría a su casa para que pasara lo que tuviera que pasar.
El claxon de su coche la llamó desde la calle haciendo que el corazón le brincara con alegría y nerviosismo. Tomando su mochila salió a su encuentro.
Hermosa era la palabra que la describía, Andy pensó mirándola avanzar en su dirección, la ropa que usaba era más como ella, más Izz. Le encantaba como se veía con esos vestidos ajustados y zapatos de tacón, pero desde un principio le había gustado verla con ese tipo de ropa y esos zapatos amarillos que detestaba.
-Hola -ella le saludó tímidamente.
-Hola -se le acercó y la besó devorándole los labios, sintiendo como Izz se dejaba guiar, como respondía a él, siguiéndole el ritmo en aquel beso hambriento. Ella le rodeó con los brazos amoldándose a su cuerpo, sintiendo cada músculo duro de su cuerpo, incluyendo su erección-. Es bueno verte -le susurró al oído con la voz enronquecida por la excitación.
-Sí -le respondió hiperventilando.
-Andando.
***La noche había transcurrido con normalidad, no había existido mucha diferencia con las otras salidas, lo único que cambió fue la extraña obsesión de Andy por tomar la mayoría de las decisiones y la forma posesiva con la que le sujetaba a su lado mientras caminaban.
Luego de una cena en un lugar poco concurrido, Andy dirigió el auto hasta una urbanización privada que no recordaba, aunque en realidad Izz no recordaba muy bien donde vivía él, ese día había salido de allí tan avergonzada que no vio nada a su alrededor, solo sus manos.
Él ingresó algunos números en el teclado pequeño que había cercano a las puertas de hierro forjado y esta se abrió.
-Vives en un lugar de lujo -le comentó, recogiendo las piernas y abrazándolas.
-Trabajé lo suficiente como para pagarlo.
-¿Algún día me dirás de donde proviene tu dinero? -él sonrió y negó.
-Trabajé para el viñedo de mi padre en Florencia. Lo heredé cuando él decidió retirarse del negocio.
-Es decir que no eres nada de la mafia o cosas así -Andy empezó a reír.
-No, solo soy el dueño de la empresa más prestigiosa en vinos.
-¿Si estás aquí, cómo lo diriges? -le observó con admiración.
-Mi hermano menor lo hace, él es el vicepresidente.
-Claro -susurró tratando de recordar algunos nombres de vinos costosos y preguntándose cuál de todos sería.
-Llegamos.
Miró la mansión que se erguía frente a ella, era una casa de novela inglesa color celeste blanquecino, de dos pisos, con ventanas victorianas de vidrios tintados y un porche pequeño con una pequeña escalera de tres escalones.
La guió al interior abriendo la gran puerta de roble pintado de blanco. Al cerrarse la puerta, él la asaltó en un beso ardiente, explorando su boca, mordiéndole los labios para luego calmar el dolor punzante con su lengua. Le arrinconó contra la puerta acariciando su cintura, caderas, para terminar posándole sus grandes manos en el trasero.
La liberó de la magia de su beso al faltarles el aire a los dos.
-¿Algo de beber? -Andy preguntó soltándola y arreglándose la sudadera negra.
-Vino, por favor -susurró con voz entrecortada.
Él desapareció por una puerta y ella se sentó en el sofá gris en medio de la estancia frente a un gran pantalla plana, sintiendo que desfallecería en cualquier momento, su corazón latía azorado. Tratando de pensar con claridad, miró a su alrededor y el lugar la deslumbró, todo era colores térreos, pero la decoración era elegante y a la vez futurista.
Se concentró tanto en la pulcritud y detalles del lugar que se exaltó cuando sintió una mano sobre la suya.
-¿Estás bien? -le preguntó entregándole la copa.
-Sí -en dos tragos la vació sintiendo un poco de escozor en la lengua ante la textura un poco amarga y dulce del vino.
-No tienes que...
Izz colocó la copa vacía en la mesita central y le acunó el rostro mirándolo a los ojos que tenían un brillo diferente, sus hermosos orbes gris azulado habían adquirido un color más oscuro. Tomó una profunda inspiración con la intención de darse valor y dejarle saber que lo haría sin importar nada, que le quería y deseaba, sin embargo su aroma la envolvió en una burbuja de seda caliente que le rozaba la piel, haciéndole sentir que hervía por dentro, anhelando sentir su tacto.
Tal vez él lo entendió o estaba tan desesperado como ella, pero la empezó a besar sentándola a horcadas sobre su regazo; la posición unió sus sexos sobre la ropa, aumentando el deseo y la lujuria en el aire. Él le enredó una de sus manos en el cabello y tironeó hacia atrás, enviando impulsos a su cuerpo que encendían llamaradas y le hacían mecerse sobre él friccionando sus sexos, deseando obtener ayuda con el dolor sordo que sentía entre las piernas.
Andy volvió a tirarle del manojo de cabello e Izz gimió audiblemente que incluso la descolocó a ella, aquel era un sonido que rezumaba sexo por todos lados, mientras él le besaba y mordisqueaba el cuello.
La respiración de ambos era forzada, el momento era tan caliente que tal vez fuera de la casa también sentían aquel calor.
Mirándola a los ojos, metió las manos por el interior de su blusa amasándole los senos y jugando con sus pezones entre sus dedos por sobre el sujetador.
-Andy -gimió refregándose contra su polla.
-Dilo, Izz ¿Qué quieres?
-Hace tanto calor -susurró besándolo.
Con una lentitud que podría quemarla por dentro, le quitó la blusa y el sujetador antes de llevarse uno de los pezones a la boca, arrancándole un grito ahogado desde lo más profundo de la garganta; era una sensación abrasante la cálida humedad de su boca, la succión, su respiración sobre la piel sensible de su pecho; cerró los ojos y gimió cuando él comenzó a jugar con el botoncillo pasando la lengua alrededor de la aureola, dándole un lametón a la punta y repitiendo el proceso una y otra vez. La desquició completamente; su mente ya no trabajaba, simplemente se había sentado a observar como su cuerpo reaccionaba a la caricia de Andy.
Su otro seno estaba completamente desamparado, gritando por atención, e Izz actuó sin detenerse a pensar empezando a rodarlo entre sus dedos a medida que se movía fregándose contra la erección de su acompañante.
-Esa es mi labor -Andy le sujetó la mano y se llevó uno de sus dedos a la boca, succionando, enviando corrientes vibrantes a su coño que se apretaba en el aire, anhelando que la tomaran.
Le mordió el dedo y lo sacó de su boca con un sonido de succión que reverberó por todo su cuerpo como millones de hormiguitas caminándole sobre la piel. Mordiéndose el labio, Andy la hizo levantar y le tomó la mano, llevándola escaleras arriba. A su habitación.
Abrió la puerta y la habitación se iluminó con una tenue luz, dándole un toque romántico a todo el lugar. La sentó en la gran cama y se arrodilló frente a ella quitándole los zapatos y medias con lentitud, aumentando la llama que ya estaba encendida en su interior; con una sonrisa juguetona, se levantó y se quitó la sudadera, mostrándole un cuerpo trabajado y sensual que le llamaba a extender la mano y tocar sus músculos, pero tenía que poner a trabajar a su mente para que gobernara su cuerpo y lograra detener los impulsos -por el momento-; sin embargo, inconscientemente se relamió los labios demostrando el deseo de pasar la lengua a lo largo de su torso y saborear su piel.
Andy le tomó las manos y la levantó, besándole el cuello a medida que le desabotonaba el pantalón, e Izz no quería quedarse atrás, por lo que hizo lo mismo con suyo, bajándolo con los bóxers, liberando el tan preciado y comentado pene. Él gimió mordiéndole la clavícula.
Sus pantalones rodaron por sus piernas cayendo al suelo, quedando solo en bragas de encaje rojo.
-Hermosa -él comentó alejándose y observándola de pies a cabeza.
-Gracias -se sonrojó ante el apreciativo comentario y su mirada.
Sin darle opción a continuar con la charla, Andy la tumbó con cuidado en el centro de la cama y subió arrodillándose a su lado, consumiéndola con un beso arrebatador, descendiendo por sus firmes pechos, jugando con ellos, mordiéndolos siendo muy concienzudo de estar infringiéndole un poco de dolor que envió flechas de placer a su vientre, dándole una sensación de vacío punzante. Los besos continuaron su camino al sur, enredando la lengua en su ombligo, mordiendo y chupando la piel de sus caderas y cintura.
Levantó el rostro y la miró con los ojos oscuros a medida que pasaba la lengua por el encaje de sus bragas sobre los labios vaginales, enseñándole sensualidad en su gesto, diciendo con la mirada "Te voy a comer".
Si hubiese imaginado una imagen así tiempo atrás se hubiese avergonzado; era una persona reservada por crianza, la sexualidad era un tema que no se charlaba y mucho menos se demostraba, pero ahora quería que el hombre entre sus piernas le arrancara las bragas y le demostrara el más puro placer. Él leyó sus pensamientos y mordiéndose los labios, le vio enredar sus índices en el borde de las bragas y empezó a despojarla de ellas acariciándole las piernas con la palma de las manos.
Izz cerró los ojos sintiendo que iba a quemarse en el interior, que su cuerpo estaba enloqueciendo, y el desenfrenado latir de su corazón demostraba que estaba a mil; la piel le ardía por ser tocada, por sentir sus labios, su lengua, sus manos y más aún su miembro. Por un momento su mente se conectó haciéndole ver lo desesperada que estaba, haciéndole sentir sucia, pero él dio un ligero soplo entre sus pliegues y la conexión se rompió, cediendo a dejarse llevar por las sensaciones que su cuerpo estaba teniendo; tan sensible que le dolía, era como un silencioso latir que se centraba en su coño rebosante de sus jugos.
Las manos de Andy se cerraron en torno a las piernas de la mujer tendida en su cama y le hizo abrirlas antes de pasar la lengua entre los pliegues húmedos, disfrutando del delicioso sabor; era como un manjar extravagante que le estaba haciendo perder la cabeza. Volvió a lamerla y le escuchó gemir; inmediatamente sintió sus pequeñas manos aferrándosele a su cabello, hundiéndolo en el dulce calor femenino. Con el ego inflado y las ansias de tomarla con rudeza rayando su autocontrol porque ella estaba tan mojada y lista solo para él, rozó los dientes por sus hinchados labios y un grito llenó la habitación aumentando el aura sexual, sintiendo el olor de su excitación tocándole como si se tratase de algo físico.
Cumpliendo los deseos de su mujer -porque era suya-, pasó repetidas veces la lengua por su raja, deteniéndose a hacer círculos en el clítoris convertido en una piedrecilla sensible que le hacía agitar las caderas cada vez que la tocaba; impartiendo dominio, puso una mano sobre su vientre, manteniéndola allí, quieta mientras él se deleitaba con su sabor.
Introdujo uno de sus dedos en el apretado canal e inició un empuje lento y perezoso a medida que se entretenía con su clítoris, atormentándola entre lamidas, pequeñas mordidas y succiones que le hacían retorcerse apretando puñados de sabana. Necesitaba que le deseara con cada parte de su cuerpo, no quería que tuviera mucho dolor, pretendía que ella sintiera el goce del más grande de los placeres de la vida.
Aumentó un dígito y empezó a envestirla con mayor premura, escuchando sus gemidos suplicantes de que se detuviera, pero al instante pedía más y más. Eso era único y perfecto.
-No te corras aún -le pidió irguiéndose entre sus piernas.
-Necesito... necesito... -Izz jadeaba sin saber que era lo que quería.
Andy empezó a besarla, descansando un poco de su peso sobre su cuerpo, sintiendo la dureza de sus músculos y la caliente y suave polla acariciando sus pliegues, torturando su carne sensible que quemaba y dolía, parecía que no podría aguantar más.
-Mírame, Izz -él pidió y ella le miró hipnotizada, sus orbes eran oscuras como la plata quemada, llamándola al pecado.
Seducida por su mirada, solo fue capaz de ser consciente de él, del calor que emanaba su cuerpo, de cómo poco a poco comenzó a invadirle, dándole una sensación indescriptible; era placentero pero extraño. Quiso cerrar los ojos por las sensaciones nuevas que la estaban inundando, pero no podía, estaba prendida en su rostro perfecto, en la punta de su lengua visible entre sus labios entreabiertos, en como arrugaba en entrecejo por la pasión y control que sentía. Hechizada por sus expresiones, solo pudo aferrarse a él, acariciándole espalda, sintiendo sus músculos flexionados, la fuerza de ellos.
-Andy -susurró con la respiración acelerada.
Él sonrió con un brillo especial en sus ojos y rompió el lazo visual al bajar el rostro y besarla con lentitud, reclamando la atención de su lengua que se enredaron un instante para luego retomar un beso suave y tierno, antes de sentir un tirón en su interior que le hizo dar un grito, ahogado por sus besos.
-Shhh... -le susurró al oído y emprendió un camino de besos húmedos por su cuello.
El dolor que empezó con fuerza, comenzó a mitigarse al centrarse en la percepción de los besos, reconociendo que la conexión entre ellos iba más allá de lo físico -aunque se guardaría eso-. Poco a poco el malestar desapareció y ya no dolía, en cambio, le gustaba. Se movió un poco y él le miró.
-Lo disfrutarás -le susurró al oído mordiéndole el lóbulo.
Andy empezó a moverse con un embiste lento con estocadas profundas, sintiendo como Izz lo apretaba en su interior queriendo retenerlo allí; el orgasmo de ella estaba cerca, las contracciones de sus músculos vaginales le estaban atormentando, exprimiéndolo, haciéndole difícil moverse sin perder la cordura y arremeter con fuerza.
Haciendo todo uso del dominio sobre su mente, apuró el movimiento llegando a estar frenético pero sin ser demasiado rudo con ella. La besó entre gemidos, disfrutando del sabor de sus labios y piel, mordisqueando su cuello, marcándola de manera más visible.
Quiso resistir más tiempo pero cuando ella saltó del borde le fue imposible, la forma en que lo retenía en su interior lo llevó consigo corriéndose finalmente con un gruñido
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Hojas en Blanco [Andy Biersack] Hot/romantica ©
FanfictionUn Dom experimentado y una sumisa novata obtienen una relación perfecta. ¿Qué pasaría si ella pierde la memoria? LIBRO ADAPTADO. Créditos a D.A Bueno como ya vieron esta novela la saque de la pagina de Facebook: https://www.facebook.com/Novelas-de...