Las horas habían pasado lentas, el remordimiento de no contarle la verdad le hincaba la mente, pero no podía involucrarlo en algo tan desagradable que era ella. Si decía la verdad, Andy la dejaría; él no querría a alguien tan roto y defectuoso. Quería tener algo propio por una vez en su vida, aunque fuese una mentira, quería creer en ella.
Andy no tiene relaciones amorosas, él no siente amor, es solo sexo -la voz de su mente le recordó-. No te ilusiones con algo que no tendrás. ¿Quién podría quererte? -Sentada sobre la tapa del retrete en un cubículo del baño, se rodeó las piernas con los brazos, escondiendo la cara entre sus rodillas- Estás sola. Mintiéndote a ti misma, tratando de encajar en un mundo al que no pertenece. ¿Por qué no regresas y te casas con el hombre que eligieron tus padres? -negó con la cabeza tratando de no llorar, queriendo no darle la razón a su mente- Jake te aceptó, él te daría una vida tranquila.
El sonido de su celular rompió el lazo que su propia conciencia había le atado alrededor del cuello asfixiándola. Sacó su móvil de la mochila y miró el número, era él. Deseando sonar normal, se pasó la mano por las mejillas secando los residuos de lágrimas.
-¿Hola? -contestó con voz entrecortada.
-¿Izz, dónde estás?, ¿Te encuentras bien?
-Se me hizo tarde, voy camino a tu oficina -salió del cubículo y se miró al espejo, el rímel y lápiz de ojos le habían manchado el rostro.
-No vayas, estoy en el estacionamiento.
-En un par de minutos estaré allí.
Andy colgó y guardó el móvil en el bolsillo de sus jeans.
-Se le hizo tarde -le habló al aire-. Pura mierda, la escuela está casi vacía.
Entró al coche y cerró la puerta con más fuerza de la necesaria, todo ese jueguito de las mentiras le estaba colmando la paciencia.
Algunos minutos después ella apareció por las puertas de la escuela con las manos en los bolsillos y mirando el suelo.
Algo ha pasado -su subconsciente le alertó.
Al verla acercarse a su coche salió automáticamente terminando de recorrer el camino que los separaba.
-¿Estás bien? -le preguntó al detenerse frente a ella.
-Sí -asintió con la mirada clavada en el pavimento.
-Izz, mírame -puso un dedo bajo su mentón obligándole a mirarle.
-¿Qué ha pasado? -preguntó observando cómo sus ojos se humedecían.
-Nada -ella negó con la cabeza retrocediendo un paso, sacó unos lentes de sol de su bolso y se los puso.
-Parece que es un día muy soleado detrás de las nubes, ¿no crees? -ironizó, caminando en dirección al auto. La frustración empezaba a joderle muy seguido.
En el transcurso del viaje ambos fueron en un silencio sepulcral, Izz iba abrazando sus piernas mirando fuera de la ventana usando los lentes de sol y Andy fulminaba el parabrisas con la mirada mientras el pobre volante sufría los apretujones que le daba refunfuñando mentalmente.
Estacionó frente a un restaurant en el centro de Seattle. Tenía hambre, no había almorzado y la puta taza de café que había preparado había sido desagradable.
Se bajó del auto y le abrió la puerta.
-Mi señor -Izz susurró-, no te enojes conmigo -Andy cerró la puerta del copiloto con fuerza y le acarició la mejilla; ella inclinó la cabeza a su tacto.
-Sé una buena chica y no me enojaré -bajó le rostro y le dio un rápido beso en los labios.
-Trataré de serlo -lo hizo sonreír.
-Debes serlo-sentenció.
Entraron al restaurant y una camarera morena les saludó con una resplandeciente sonrisa y mostrándole las tetas a Andy en forma descarada.
-Buenas tardes, mesa para dos -Andy le cortó antes de que la muchacha hablara.
-Por aquí -les guió hasta una mesa esquinera.
El lugar estaba casi vacío por lo que se veía a las otras camareras sentadas conversando.
La mujer les tendió los menús y les dejó solos.
-Andy -le llamó y él levantó la mirada de la carpeta de cuero-, en realidad no tengo hambre.
-No pregunté -volvió la mirada al menú-, debes comer. Para estar conmigo necesitas energía -él sonrió con algún chiste privado.
-Yo no...
La mujer regresó interrumpiendo su conversación. Al igual que la vez anterior, Andy no permitió que empezara a hablar. Él ordenó por ambos.
Izz estaba entretenida observándolo tener una disputa con su celular, por ratos fruncía el ceño tecleando con fuerza y otras veces sonreía. Él se veía como un dios pagano de la belleza cada vez que reía; su juventud salía a flote, no estaba segura de qué edad tenía, pero sí sabía que no pasaba los veintitantos.
-Mierda -le escuchó decir cuando el tono de Tiburón empezó a sonar desde su teléfono. La miró y volvió a mirar su celular. Haciendo un mohín presionó un botón y se lo llevó a la oreja-. Hola... -hubo un momento de silencio- lo sé, he estado ocupado... yo también te quiero... -escuchar esas palabras expresadas hacia otra persona le estrujó el corazón. Tratando de no mostrar emoción alguna miró el mantel y empezó a pasar el dedo sobre el bordado- ahora estoy con alguien ¿Te puedo llamar luego?... sí, no lo olvidaré. Dile a Jaci que deje de llamarme... Adiós.
Evitando mirarle, Izz puso mayor concentración en lo que hacía, a pesar de ello, sentía sus ojos observándole, eran como agujas pinchándole detrás de la nuca.
Un plato fue puesto frente a ella haciéndole levantar el rostro, encontrándose con los ojos de Andy, quien sonrió y luego miró en otra dirección.
Izz iba a empezar a comer cuando su teléfono empezó a vibrar en su bolsillo. Lo sacó y miró el número, era Blake. Miró a su señor que la instó a contestar.
-Hola -susurró.
-¿Estás ocupada?
-Un poco -tomó la copa de vino blanco y bebió un trago.
-¿Demorarás?
-¿Por qué? -trató de no hablar mucho, Andy la observaba fijamente recostado sobre el espaldar de la silla.
-Es que... los chicos y yo vamos a la pista de hielo y quería saber si podrías ir conmigo.
-Lo siento, pero no puedo.
-¿Tienes miedo de caer nuevamente? -El rubio rió al otro lado de la línea- Yo te sujetaré.
-No puedo.
-Entonces, paso por tu casa para hacer algo juntos -un poco hastiada se mordió el labio.
-Estoy ocupada, debo colgar. Adiós.
Andy empezó a comer nuevamente y la miró de reojo esperando saber quién era el que llamó.
-Era Blake -susurró, captando la idea.
-¿Qué quería? -refunfuñó.
-Quería que le ayudara con la tarea.
-Está bien.
El silencio regresó entre ambos, Andy intuía que había algún cabo suelto pero no sabía de dónde aferrarse para descubrirlo.
La tarde pasó rápido, él la había llevado a muchas boutiques de ropa escogiendo lo agradable y apetecible para él.
Muchos shorts y blusas de tiras habían sido compradas con el objetivo de ser la ropa que usaría en su casa, ya que Josh eran impredecible con sus visitas. Pantalones de mezclilla ajustados, blusas pegadas al cuerpo, zapatos altos y botines era la selección de ropas para salir de casa.
Cuando Izz pensó que al fin la llevaría a casa, entraron a una tienda de lencería. Un nudo se le formó en la garganta; no podía creerlo, ahora él le escogería hasta las bragas que usaría.
La mujer que los atendió escogió la lencería más fina y sexy que había en la tienda por petición de él. Seda, encaje y algunos de algodón llenaron un perchero que había dentro de una pequeña habitación.
-Quiero ver como lucen -él habló con voz enronquecida y con una disimulada erección en los pantalones.
Izz entró en el espacio reducido y se despojó de su ropa antes de vestirse con un conjunto rojo de encaje. Se miró al espejo; parecía verse bien, aún así le avergonzaba salir con él comiéndosela con la mirada; el encaje escondía tan poco, a tal punto de poder ver sus pezones a través de la tela.
-Izz -escuchó un golpecito de nudillos en la puerta.
-Ya salgo -se dio una última mirada en el espejo, tocó su abdomen agradecida por continuar delgada, si su señor le haría comer todas las comidas reglamentarias necesitaría buscar una forma para no engordar.
Abrió la puerta pero se vio bloqueada de la salida, Andy la empujó al interior del pequeño cuarto.
-Lo haremos rápido y en silencio.
Él atacó sus labios en un beso voraz metiendo la lengua dentro de su boca, chupando y mordiéndole el labio inferior. La molestia por no haber obtenido su liberación en la mañana había regresado con mayor fuerza; actuando inconscientemente se restregó contra la dura erección de su señor, que en un movimiento rápido rompió las bragas dejándole desnudo el coño. Sus dedos hábiles le tocaron el clítoris haciendo que casi gritara.
Con maestría él desabotonó y bajó el cierre de su pantalón antes de bajar un poco los bóxers liberando su verga que saltó feliz fuera de su prisión; con la excitación del momento y la adrenalina de ser descubiertos, la arrinconó contra la pared y la levantó penetrándola de un solo golpe, Izz lo rodeó con las piernas mientras que la embestía con rápidas y profundas estocadas enviándola cada vez más cerca, empujándola al abismo. Quería gritar, retorcerse, en solo dos veces él había aprendido donde tocarla, morderla y besarla, logrando que sus jadeos fuesen más fuertes y vergonzosos, provocándola a tal punto en que su mente y cuerpo se desconectaran y la lujuria quedara al mando. La presión en su vientre, la fuerza tirante de la acumulación de placer le arrancaba lágrimas que rodaban por sus mejillas, su cuerpo necesitado estaba siendo atendido por su señor que con cada embiste tocaba algún punto en su interior que le hacía querer gritar mientras se retorcía de placer, a medida que lo cabalgaba y la unión de sus cuerpos permitía que su clítoris también fuese atendido con movimientos descendentes y ascendentes.
La presión en su vientre se hizo insoportable hasta que se desató el frenesí, sus paredes vaginales se cernían a él, la liberación fue intensa que no pudo contener el grito de júbilo. Andy la folló con más fuerza hasta que se corrió. Continuó embistiéndola con estocadas lentas y suaves cuando de pronto el clic del seguro saltó y la puerta se abrió mostrando a la mujer que les atendía mirándoles como si estuviesen follando, aunque en realidad, sí, lo estaban haciendo. Vio a Andy voltear y mirar a la mujer como si quisiera matarla, haciendo que ella palideciera y saliera blanca como un papel.
Para cuando terminó de descargarse la bajó y le ayudó a vestirse.
Con las mejillas rojas por el esfuerzo y vergüenza Izz iba detrás de él casi escondida; todas las clientas les miraban y cuchicheaban entre ellas. Él pagó todo lo que habían elegido -adjuntándole las bragas rotas- y salieron tomados de la mano.
-Esa mujer nos vio -dijo pasándose la mano por el cabello nerviosamente.
-No solo eso, todos los clientes nos escucharon -él rió.
-No es gracioso -se encogió en el asiento y miró fuera de la ventana.
-Sí lo fue, la mujer creyó que estaba abusando de ti cuando gritaste -él le puso la mano sobre el muslo y ella le miró.
-No puedo creer que hice algo así -se sonrojó y él le acarició la mejilla.
-Todo lo que hagamos es cosa nuestra -comentó antes de empezar a reír.
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Hojas en Blanco [Andy Biersack] Hot/romantica ©
FanfictionUn Dom experimentado y una sumisa novata obtienen una relación perfecta. ¿Qué pasaría si ella pierde la memoria? LIBRO ADAPTADO. Créditos a D.A Bueno como ya vieron esta novela la saque de la pagina de Facebook: https://www.facebook.com/Novelas-de...