#Capitulo 20

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Cuatro semanas después.


Normal era una palabra que describía lo que Izz estaba viviendo. Desde aquel incidente con Jake, Andy tuvo un cambio notable. Si en algún momento la seriedad fue dueña de la mayor parte de su vida, ahora no lo era; él se comportaba como alguien de su edad, sin embargo continuaba teniendo una pizca de dominación en cada instante, en sus palabras o actitudes.
Vivir con él era un aliente en su existencia, él curaba y rearmaba la parte destrozada de su alma. Con cada gesto e incluso a la hora de tomarla con brusquedad, con cada azote, cada vez que la atormentaba con su lengua y juguetes estando atada sobre la mesa o tan solo con mirarla limpiaba sus heridas infectadas, atrayendo a la superficie a aquella Izz que había permanecido en un pozo frío y seco luego de la muerte de Kya.
Perdida en su propio mundo caminaba por uno de los pasillos vacíos de la escuela, estaba llegando tarde a clases de Sociales pero no le puso importancia, le gustaba estar rodeada de los murmullos del resto del estudiantado en los salones o tan solo el susurro del silencio.
Una mano se aferró entorno a su brazo sacándola de su burbuja. Miró al dueño de la mano y sonrió.
-Blake -dijo su nombre saludándolo.
-Izzy, dime que no es verdad -exigió con su mirada nublada y las pupilas dilatadas.
-¿Qué cosa? -tiró de su brazo pero él no soltó el agarre.
-Tú y él... Mr. Seriousness -se quedó congelada, era imposible que alguien lo haya descubierto.
-No sé de qué hablas, el Señor Seriedad es solo un profesor como cualquier otro -tironeó nuevamente del agarre.
-Hay pruebas, Izz -le soltó el brazo y le acunó el rostro mirándola fijamente-. Dime que no es cierto.
-Luces extraño -le empujó liberándose-. Será mejor ir a clases -continuó su camino al salón y de pronto la empujó contra los casilleros aplastándola con su pecho.
-¡Izz, dime la verdad! -Blake gritó.
-Déjame -comenzó a forcejear sin lograr algún cambio. Él bajó el rostro y la besó a la fuerza; instintivamente cerró la boca, evitando que su lengua le invadiera.
-¡Allí está! -escuchó un grito femenino. Blake la soltó y ambos miraron en dirección a la voz que pertenecía a la misma chica que le había interceptado tiempo atrás.
-Corre, Izz, corre -Blake le susurró al oído dando un paso atrás.
Las vio avanzar a paso rápido en su dirección. El pánico le recorrió las venas; tomando la advertencia de Blake comenzó a correr escuchando gritos detrás demandando que se detuviera. No era tonta, si una vez la habían herido, lo harían otra vez.
Los zapatos no le dieron suficiente fricción al suelo cuando un charco de agua se le cruzó. Resbaló e iba a caer de bruces y por instinto usó las manos para detener la caída. Todo su peso cayó sobre la palma de sus manos haciendo que estas recibieran todo el impacto con una corriente dolorosa recorriéndole los músculos desde las manos hasta los hombros; ahogó un grito mordiendo su labio inferior hasta hacerlo sangrar.
La fuerza de sus brazos se había desvanecido como una ventisca apagando una vela. Levantarse le tomó mucho tiempo, el que sus cazadoras tomaron como ventaja, llegando a ella, rodeándola, simulando a las hienas antes de comer la carroña. Acorralada, quiso escapar a rastras, pero unas manos tiraron de su cabello hacia arriba obligándola a levantarse.
La chica de cabello rubio y mechones fucsia estuvo frente a ella con una sonrisa sardónica, una chica desconocida le flanqueaba el lado derecho, mientras que la morena que era espectadora, le miraba sin emociones, vacía como un agujero negro.
-Te lo advertí una vez -habló la rubia-. Nadie se debe meter con lo que es mío y tú lo hiciste. Andy Biersack me pertenece.
La rubia se le acercó lo suficiente para poder defenderse. Izz estiró los brazos y le arañó desde el hombro a lo largo del escote de la blusa que usaba, haciendo que gritara, y por ello se ganó un rodillazo en el abdomen, quitándole todo el aire de los pulmones.
Le empujaron hacia adelante, causando que sus pies trastabillaran y cayera de rodillas. Sin decir o hacer algo, la morena le miraba desde un rincón con una sombra de pena en su rostro, pero solo eso, no movió ni un dedo para ayudarle.
Las otras mujeres le tiraron del cabello, halándola hacia la esquina contraria donde estaba la morena mientras luchaba por que la soltaran, arañando y gritando, pero estaban en un pasillo solitario que solo era transitado como un atajo a otros edificios.
Una de las mujeres; la que estaba detrás, tironeó de ella hasta levantarla de frente a un pilar que sobresalía cercano a unos casilleros.
La rubia desapareció de su perímetro de visión, y segundos después algo ataba sus manos hacia atrás, dejándola completamente indefensa.
Trató de luchar contra la fuerza que empujaba su cabeza hacia el frente, si cedía se golpearía contra el filo del pilar y era muy posible que sus carnes se abrieran.
Perdió la batalla, su frente se estampó contra el concreto con la fuerza de un bólido y todo se nubló acompañado de una hilera de sangre chorreando desde la raíz del cabello de su frente hasta el suelo. Tiraron del puñado de cabello hacia atrás y la volvieron a empujar con mayor fuerza logrando que el mundo se deshiciera y perdiera el conocimiento.

Hojas en Blanco [Andy Biersack] Hot/romantica ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora