Capítulo 38

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  Dos semanas luego. Tortuosas y bipolares, algo largas y confusas. Julian estaba estresado, por decir lo menos, estaba harto, pero sentía que sus manos estaban literalmente atadas ¿qué podía hacer frente a la falta de comunicación de su novia? Estaba más confundido que nunca, pero no terminaría con ella. La amaba, la adoraba ¿cómo sería capaz de siquiera pensar en cortar su relación, que tanto trabajo le había costado formar? No, eso no estaba entre las opciones, pero la situación lo mantenía bajo presión, estresado y con el ánimo por los suelos.

-Julian, hermano, estoy hablándote. –la voz de Eliseo lo sobresaltó.
-Lo siento hermano, no estaba prestando atención –dijo Julian mientras jugaba con la pajilla de su batido de vainilla.
- ¿Estás bien? –le preguntó su amigo.
-Ya sabes Eli, la situación de Oriana me tiene al límite. –dijo Julian –estoy harto de su actitud, pero sé que algo sucede ¿entiendes? Me siento presionado, no sé que le pasa, sé que tengo que ayudarla, pero es como estar ciego y de manos atadas... -musitó el, mientras tomaba un sorbo de batido. –y tampoco terminaré con ella, ya sabes.
-No tengo idea que puede sucederle, la conoces más que yo. –dijo Eli dando un suspiro.
-Es algo en su familia, estoy seguro. ¿Qué mas puede ser? –preguntó Julian. Se rascó la cabeza, estaba desesperado.
-Tienes que averiguarlo sea como sea Julian. Es el único consejo útil que puedo darte.
-Mhm... lo intentaré, o sea, seguiré en eso. ¿Va la fiesta de Agus esta noche? –preguntó el muchacho.
-Claro, a las nueve. –dijo el muchacho de ojos color cielo.
-Está bien, iré con Ori, te veo allá.

La tarde se pasó volando. Ori había aceptado ir con Julian, todo por escapar de su vida. Aunque ya sabía que la tortura podría terminar rápidamente, todo terminaría, para mejor y para peor. ¿Qué otra cosa podía hacer? Nada, solo podía escapar, huir como una maldita cobarde. Toda su valentía había quedado hecha polvo, se había escapado tan fácilmente como su vida se escapaba ahora.
Se maquilló ante el espejo, tapando las marcas de algunos golpes que tenía en el rostro. Tuvo que maquillarse los rasguños de sus brazos, no quería preocupar a Julian, no quería que su sufrimiento fuese compartido con él. Esta era su última oportunidad de amarlo como se merecía, y no iba a desperdiciarla.
Terminó de arreglarse, y miró por la ventana de su habitación. ¿Por qué tenía que ahora pasarle eso a ella? Se sentía tan mal, su dignidad no existía, tampoco existía lo que llamaba valentía, ni siquiera tenía la capacidad de refugiarse o pedir ayuda. Estaba asustada, no quería que nada le pasara a su novio. Y como le habían dicho, ella era débil, y era egoísta. Así que ni siquiera se le pasó por la mente pedirle ayuda a Julian. No quería angustiarlo más, aunque inconscientemente claro, ya lo estaba haciendo.
Unas manos atraparon su cintura. Se sobresaltó y cerró los ojos, pero la grave voz de Julian la hizo relajarse. Suavemente le besó el cuello, ella sonrió con melancolía. Se volteó y se encontró con aquellos ojos café que la hacían volar a las nubes y jamás bajar desde allí. Sus labios se toparon suavemente. Y ella lo único que atinó a hacer fue a lanzarse a sus brazos, sin querer dejarlo ir. Jamás.

-Te amo Ju –le dijo suavemente al oído. El sonrió al oír su melodiosa voz diciéndole esas palabras que tanto gustaba de oír.
-Yo también te amo princesa –le dijo dándole un sonoro beso en la mejilla. -¿estás lista?
-Sí, tomaré mi bolso y vamos. –dijo ella besándole la mejilla también. El caminó hasta el umbral de la puerta, mientras ella sin que el se percatara, metió dos sobres en su bolso, y lo cerró. Se acercó a él. –vamos.

Julian le tomó la mano y salieron de la casa. Manejó hasta el apartamento de Agus, donde tendrían una fiesta con amigos cercanos. Oriana estaba ida, más que nunca. Pero no podía decirle que no a Julian, al fin y al cabo, quizás sería la última vez que compartiera con él. Cerró los ojos, la garganta le ardía. Tenía unas terribles ganas de llorar, de lanzarse sobre su novio, decirle que la rescatara, la salvara. Pero no, el amor que sentía por él le impedía hacerlo, quizás el la odiara después de todo, quizás él no podría ayudarla, o simplemente lo haría pasar un mal rato. Además, estaba en peligro. Su integridad estaba en peligro si ella le pedía ayuda. Pero ya no había marcha atrás, estaba todo listo para escapar de la tortura en que su vida se había transformado.

Como amar II Orian II AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora