Capítulo 59- Final

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Último capítulo

Sin épilogo, espero que les guste tanto como a mí. Aquí empieza el cap! :


  Sus manos temblaban, mientras esperaba en la fría sala blanca. Su pie se movía insistentemente en el suelo, miraba a cada momento hacía aquel pasillo. Diana y Yol estaban en camino. Los doctores aún no salían a decirle nada, llevaban casi una hora con Julian. Suspiró frustrada. Apenas su novio había abierto los ojos la habían sacado, solo consiguió mirarlo un par de segundos, lo que bastó para que todo volviera a tener sentido rápidamente.
Diana y Yol llegaron y comenzaron a hostigarla con preguntas. Solo les dijo que había estado hablándole como siempre, y que el había presionado su mano, luego de eso lo hizo otra vez y abrió los ojos. Ellas asintieron y se sentaron a esperar. No querían avisar a nadie más, quizás era un reflejo y nada importante.
Luego de unos momentos, salió el neurólogo que atendía a Serrano.

-Hola –las saludó cariñosamente. Ya las conocía. –Bueno, iré directo al grano. –las tres sonrieron como pudieron, la ansiedad se las estaba comiendo. –Julian despertó. No podemos decir con certeza el grado de daño aún, recién lo hemos enviado a unas pruebas. Demorará un poco, pero apenas estén realizadas, podrán pasar a verlo. Al parecer no existe pérdida de memoria, pues estuvo preguntando porqué habían sacado a Oriana de ahí. -Ori sintió su corazón hincharse de alegría. Julian había preguntado por ella, la recordaba. Se mordió los labios con fuerza para no llorar –lo que hemos analizado superficialmente es que le cuesta bastante hablar. Es por el trauma, pero probablemente no es permanente. Y en cuanto a otras cosas, las analizaremos con calma. –sonrió paternalmente. –Creo que son buenas noticias, es mejor de lo que siempre esperé.

La madre de Julian no pudo evitar abrazar al médico. Estaba llorando de la alegría. Yol miró a Ori y se sonrieron.
Más tarde fueron a la cafetería. Necesitaban un respiro antes de ver a el castaño. Habían dicho que las visitas serían de uno, y cortas. Ori quiso ir al último. Así que una hora más tarde, el médico salió para informarles que podían comenzar a entrar.
Diana fue la primera. Eran algo así como diez minutos por cada una. Yolanda y Oriana mientras tanto no hablaban mucho. La emoción las mantenía mudas. El hombre que amaban, cada una de manera tan diferente, pero aún así tan incondicional, estaba a tan poco de ellas. Yol esperaba ver a su hermanito, lo extrañaba, había llorado tantas veces por temor a perderlo, y ahora podría verlo recuperándose. Por fin las cosas lucían mejor para la familia.
Ori miraba al suelo, los nervios la consumían. Entonces Diana apareció llena de lágrimas. Abrazó a Yol con fuerza y la dejó ir a ver a su hermano. Diana no quiso contarle nada a su nuera, ella debía comprobarlo por si sola.
Los minutos eran eternos. Casi contaba los segundos para verlo. La emoción que sentía podía hacerla correr, pero debía controlarse, ser cautelosa. Julian recién había despertado y no había que abrumarlo.
Tomó entre sus dedos el collar que Serrano le había regalado en el Empire State. Recordó el significado.

¨Te levantaré cuando estés cayendo. Por todas estas cosas que he hecho, creo que te amo mejor ahora.¨

Cerró los ojos y sonrió. En ese momento, Yol salió sonriendo.
Sus piernas casi no respondían. Las miró sonreír. Caminó casi con miedo a caer, y con ansias también. Un cosquilleo recorría su cuerpo. Mariposas en su estómago aumentaban sus nervios. Parecía que el pasillo no terminaba nunca. Llegó a la puerta y la abrió con cuidado. Levantó la mirada y los ojos café de Serrano se clavaron en los de ella.
Largos segundos, mantuvieron la mirada. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Oriana, Julian se rio también. Sabatini tuvo que recordarse a sí misma que estaba débil y no podía lanzarse contra él. Pero casi no podía controlar lo que sentía. Comenzó a llorar y fue hasta él. Lo abrazó con cuidado, él soltó un sollozo mientras hundía su cara en el cabello de la muchacha. Entonces se miraron y sus labios se juntaron. Entre sollozos y risas, consiguieron besarse. No podían definir lo que sentían. Era una muestra pura y clara de cuanto se amaban. Ori cerró los ojos mientras sentía los labios de su novio en su mejilla, su frente y su nariz, para luego bajar otra vez a sus labios. Las palabras sobraban. Tenían tanto que decir, pero el silencio lo completaba todo. Sus besos y caricias eran todo lo que necesitaban en ese momento.
Amor. Eso era. Estaban totalmente atrapados el uno por el otro, Oriana apoyó la cabeza con cuidado en el pecho del castaño, sin aplastarlo. El lloraba en silencio. Quizás no había parecido eterno para él, pues estaba en un profundo sueño, pero en algún momento sintió que se iba a morir, y que no sería capaz de verla sonreír otra vez. Y eso lo había destruido. La amaba tanto, tanto que dolía, pero era un dolor delicioso. Lo hacía sentir tan bien, era algo tan misterioso todo lo que ella causaba en él. Necesitaba que ese momento durase para siempre.
Ori se conformaba con oír el latido del corazón de Julian. Solo eso bastaba. Su acompasada respiración y su armonioso latido. Era música para ella. Luego de unos minutos se miraron otra vez.

Como amar II Orian II AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora