Capítulo 55

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Aquí les dejo el nuevo capítulo, espero que les guste💖:



Se levantó por costumbre y recordó de pronto que era su cumpleaños. Sonrió por inercia, aunque recordó que ella no estaría con él.
Prendió el televisor, una noticia de un avión que había caído proveniente desde Nueva York. Pobre gente, pensó. Fue hasta abajo y su familia lo recibió con una torta y un feliz cumpleaños. Lo ayudaron a sentarse, pues solo tenía una mano, y ya la tenía ocupada con un plato.
En medio de la celebración, llegaron los chicos haciendo escándalo como siempre. Le parecía raro que ella no hubiera llamado aún.
De pronto, el teléfono sonó. Se levantó, ilusionado en escucharla.

-¿Sí?
-¿Julian? –la voz de un hombre lo descompuso –Soy el padre de Oriana.
-Hola –dijo emocionado. Pero un sollozo en el hombre lo sorprendio -¿sucede algo?
-Ella... viajó a Buenos Aires –dijo entrecortadamente. Serrano sonrió, pero luego frunció el ceño –y el avión se cayó...

Recordó el accidente, y de pronto, sintió un ardor en el pecho y una extraña sensación. Soltó el teléfono, miró a su familia y todo se puso negro.
Abrió los ojos agitado. Estaba llorando descontrolado, desorientado, y asustado. Entonces miró a su alrededor y se percató que todo había sido un sueño. Estaba sudando frío, sus mejillas estaban frías por las lágrimas frías que habían pasado. Suspiró, aunque su corazón seguía latiendo fuerte y rápido. Por un momento creyó que era real, y el sentimiento que se apoderó de él fue horrible, no, ni siquiera tenía descripción.
Miró la hora, seis de la mañana. Y hoy efectivamente era su cumpleaños. Suspiró y cerró los ojos, necesitaba dormir, esa pesadilla lo había agotado.
Abrió los ojos, temiendo que no hubiese sido solo un sueño. Pero al parecer era la realidad de siempre. Miró la hora, diez y media de la mañana. Lanzó un largo suspiro. No había dormido bien, estaba muy cansado. Fue a darse una ducha, necesitaba un relajo.
Salió con la toalla en la cintura, entró su habitación y se puso algo de ropa. Le había costado ducharse, su muñeca seguía rota. Entonces, entraron en su habitación su hermana, su mamá y Robin, con una enorme torta. Sonrió mientras los oía cantarle feliz cumpleaños. Sopló las velas, no sin antes pedir los deseos. Uno de ellos era su novia, quería que regresara lo mas pronto posible.
Compartió un agradable momento con su familia, cuando tocaron el timbre. Era su padre, que venía con una enorme sonrisa. Saludó a su hijo con un enorme abrazo, le dio un pequeño paquete y saludó cordialmente a Diana y a Robin, le hizo un gesto a su hija.

-Gracias papá –dijo sonriendo.
-De nada hijo, ábrelo –le guiñó un ojo. Abrió el paquetito, era una caja, que dentro contenía un hermoso reloj. Sonrió, su padre sabía que siempre había querido uno de esos lujosos y caros relojes. Lo abrazó y se dispuso a ir a dar un paseo con él.

La tarde se le pasaba de lo mejor. Los chicos no habían aparecido aún, y Oriana no lo había llamado. Sentía algo de tristeza, creyó que su novia lo llamaría prácticamente primero que todos.
Aunque no tenía idea que los chicos le tenían una sorpresa planeada.
Eran alrededor de las ocho. Chon llegó a su casa y le dio un amistoso abrazo.

-Iremos de fiesta amigo, así que ponte hermoso –le dijo en tono gay, Julian rió divertido.
-¿De fiesta? –preguntó algo desganado. Chon arqueó una ceja, y luego lo fulminó con la mirada –está bien, me arreglaré enseguida.

Una hora más tarde, estaba en el auto con los chicos. Todos lo habían golpeado, era su forma de decirse feliz cumpleaños. Agus conducía, así que fueron hasta un pub, donde se sentaron a tomarse unos tragos.
Chon y Agus lucían algo inquietos, se secreteaban con Maxi, quien también estaba algo atento. Julian frunció el ceño, algo les sucedía. Pero trató de no prestar atención. No quiso beber demasiado, no tenía ganas de ponerse más melancólico aún.
Eran las diez de la noche, cuando Eli dijo que había olvidado algo. Los chicos se levantaron de inmediato, entonces Maxi recibió una llamada. Contestó afirmativamente.

-Nada importante –levantó los hombros y fueron hasta el auto. El castaño miraba extrañado que hubieran estado hasta tan temprano, los chicos solían terminar borrachos y luego dejaban el lugar.
Manejaron en silencio. Julian comenzaba a inquietarse por el silencio, así que decidió hablar.
-Es extraño que hayamos salido tan temprano del pub –comentó –ustedes suelen tomarse todo el alcohol del lugar y luego marcharse.
-Bueno, Eli olvidó algo, quizás luego salimos. –se excusó Maxi rápidamente.
-Sabes como es el elfo, siempre olvida todo –dijo Agus.

Más silencio. ¿Qué era lo tan importante que podría haber olvidado Eli?
Doblaron por la calle que conducía a su casa. ¿Por qué iban por ahí?

-Julian, a Chon se le quedó el celular en tu cama –dijo Agus –él muy idiota lo dejó como si nada.
-Sí, y probablemente Mariel me esté llamando como loca –dijo sonriendo con ternura. Julian bufó, Maxi soltó una risita.
-¿Voy yo? –preguntó Julian.
-Sí, tu debes ir –dijo Maxi rápidamente. Serrano bajó del auto y se encogió de hombros. Caminó, abrió la puerta de su casa. Estaba bastante oscuro ¿habrían salido?
Entonces se prendieron las luces, y mucha gente gritó sorpresa. Los chicos lo abrazaron por la espalda. Julian sonrió ampliamente. Amigos del colegio, de los verdaderos amigos, familiares, las novias de los chicos. Todo parecía estar bien, aunque claramente le faltaba alguien.

-Bueno, me engañaron –dijo el castaño mientras Agus le traía una cerveza. Maxi sonrió.
-Quizás es mejor que cantemos cumpleaños de inmediato –acotó Jenny mientras rodeaba la cintura de Maxi con su brazo. Maximiliano la miró y le sonrió.
-¡La torta está lista! –dijo Diana desde la cocina. Apagaron las luces, todos hicieron un círculo. Vio a su madre acercarse, pero ella no traía la torta. Entonces la iluminación proveniente de las velas de la torta hizo la aparición, aunque la persona que la traía no era exactamente alguien que el esperara.
Su corazón palpitó tan fuerte que creyó que podría romperle el pecho. Dejó el vaso de cerveza, y solo la miró a los ojos mientras todos cantaban cumpleaños. La tenue iluminación de las velas le era suficiente para ver su rostro, y sus hermosos ojos mirarlo. Ella sonreía tiernamente. Serrano intentó sonreír, pero tenía un gran nudo en la garganta. Era el mejor regalo de cumpleaños que alguien podría haberle dado. Miró a los chicos, que sonreían triunfantes.

Terminaron de cantarle, y prendieron las luces. Diana tomó la torta para dejar a Ori libre. El cumpleañero la miró incrédulo. Fue hasta ella, se sacó el cabestrillo para poder abrazarla. Ella lo rodeó con sus brazos. Julian no pudo evitar que algunas lágrimas se resbalaran por sus mejillas. Con su mano buena, le tomó el rostro y la besó. Sus labios como siempre encajaron a la perfección, hechos el uno para el otro. Fue como si el resto del mundo no existiera para ellos, habían sido casi tres semanas, pero parecía una eternidad.

-Gracias... -susurró él sobre su boca. Ella sonrió, y le limpió las lágrimas, enternecida –te necesitaba...
-También yo a ti amor –dijo ella –pero ahora estamos juntos, vine para quedarme...

Julian sonrió y la besó otra vez.

El resto de la noche le pareció maravilloso. Todo con su novia parecía perfecto. No la soltó en toda la noche, quería tenerla solo para él. Aunque Oriana le decía que se quedaría con él hasta ir a ver el apartamento, así que podría tenerla siempre.

-Gracias –le dijo a los chicos cuando dejó a Ori ir a charlar con su mejor amiga. Los chicos sonrieron y se dieron un abrazo de grupo. Habían planeado eso, luego de la llamada de Oriana a Jenny, para anunciarle que volvía, y quería sorprender a su novio, así que todo había salido bien.
Julian tomó un momento para hablar con su novia, la extrañaba tanto que deseaba solo estar con ella. Salieron al patio trasero.

-Ahora cariño, me explicarás porque tienes el brazo enyesado –dijo ella sonriéndole. Julian se rio, y buscó rápidamente una salida.
-Me caí –dijo divertido. Oriana arqueó una ceja.
-Espero que me estés diciendo la verdad, y que no hayas echo alguna estupidez –dijo mirándolo fijamente. El se rio, y se delató. Le contó que había golpeado un árbol en un momento de ira y tuvo que escuchar un gran sermón de parte de su novia, así que para callarla, la besó durante mucho tiempo. –ya no me llega oxígeno al cerebro –dijo divertida mientras se separó de él para respirar. Julian sonrió enternecido. –te extrañé tanto, Ju.
-Amor, no sabes cuanto te extrañé yo –llevó su mano buena y le acarició el rostro –ahora nada nos separara –ella sonrió también.
Finalmente, los deseos de cumpleaños de Serrano si se habían hecho realidad.  

Como amar II Orian II AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora