Una semana luego, en que todo iba bien para ambos. Luego de haber ido al cine con los chicos, y haberse reído como nunca luego de jugarle una broma a Ori, asustándola, para que luego le diera un puñetazo en la cara a Julian por equivocación, las cosas seguían demasiado bien para ambos. Era como lo que siempre habían soñado, para ella una relación con alguien que valiera la pena, y para él, la relación con ella, su princesa.
-Se te ve feliz, Julian –dijo Maxi mientras caminaban por el centro comercial. Se acercaba el cumpleaños de Ori, cumplía por fin dieciocho años, y Julian buscaba algo especial.
-Más que nunca, amigo –dijo mientras ambos sonreían.
-Siempre te dije que debías arriesgarte –comentó Maxi –después de todo, las cosas salieron bien.
-Gracias amigo, siempre estuviste cuando te necesite –le dijo Julian dándole un abrazo a su mejor amigo.
-Claro que si, recuerda que eres mi esposo –ambos rieron por la broma de Maxi.
-Claro Boo Bear –sonrieron.
-Y bueno ¿sientes esa necesidad de acostarte con las chicas que lo hacías? –preguntó Maxi.
-No, estoy demasiado feliz como para arruinarlo –dijo Julian. –entremos aquí –indicó una tienda de regalos. –además, no pienso demasiado en sexo.
-Solo porque sabes que no te resultará tan fácil con ella –se burló
-En realidad no me interesa si es pronto o no, solo quiero hacerla feliz –dijo Julian mientras miraba los peluches –agh, nada me gusta.
-¿Cuándo es el baile de graduación? –preguntó Maxi mientras observaba unas tarjetas.
-En tres semanas, y en dos es la ceremonia –comentó Julian mientras miraba unos llaveros.
-¿Irás con ella supongo? –preguntó Maxi.
-Claro que sí, pretendo que esta vez todo resulte como yo quiero –dijo firmemente.
-¿Y si le regalas un vestido? –preguntó Maxi.
-Demoraré días en elegirlo, y con mi personalidad, terminaré llevándole un vestido que ni siquiera le tapará el trasero –ambos se rieron.
-Regalale un collar, una pulsera, algo así –dijo Maxi algo exhausto después de un rato.
-Mhm quizás tengas razón –dijo Julian –agh, odio que esté de cumpleaños tan cerca de la graduación ¿sabes? Luego tendré que darle un regalo de graduación –ambos rieron.
-Para su graduación, llévale flores, asunto resuelto –dijo Maxi –yo haré eso con Jenny.
-Buena idea boo bear –dijo Julian.
Las siguientes dos semanas pasaron volando. En ese preciso instante, los chicos estaban poniéndose la horrible túnica color celeste y el gorro de graduación. Era su graduación, y para ellos, vestidos de esa forma, jamás lo olvidarían.
Julian se miró otra vez al espejo y negó frustrado. ¿Quién había elegido el puto color? Su pelo estaba aplastado por el gorro, suspiró resignado, mientras iba a buscar a Ori
Tocó el timbre, y ella salió vestida igual que él.-Hola linda –dijo él dándole un corto beso –te ves hermosa. –ella bufó
-Serrano, nos vemos ridículos –dijo ella riéndose, el acompañó su risa, tenía razón, no se veían bien. Se abrazaron, para luego subir al auto de la madre de Julian. La mamá de Ori llegaría un poco más tarde, cosa que ni siquiera le sorprendió.
-Me dieron nervios –confesó Ori mientras se dirigían a sus asientos. Se sentaron juntos, mientras Julian le sostenía la mano.
-No tengas miedo –susurró en su oído –estamos juntos, así que todo saldrá bien. –ella le dio un corto beso y asintió. Comenzaron a llamar por apellidos, por ejemplo, todos los apellidos con A juntos, así. Al momento de llegar a la O, Oriana camino, recibió el diploma en medio de los aplausos. Ori no visualizó a su madre, y pese a que no le sorprendía, sintió un nudo en la garganta. Julian al bajar, la tomó de la cintura mientras la felicitaba, ella lo felicitó a él por la graduación. Se abrazaron y se dieron un corto beso. Julian notó que a Ori le preocupaba algo. Pero no mencionó nada.
Cuando todo terminó, le tomó la mano y fue con sus amigos, entre todos se abrazaron. Pese a eso, Oriana seguía distraída y dolida. Su madre no había llegado, su padre ni siquiera se acordó de llamarla. Suspiró, evitando que las lágrimas salieran de sus ojos.
-Mamá espera por mí –dijo Julian. Ella asintió y le dijo que fuera, pero el le tomó la mano y la hizo acompañarla.
-¡Felicitaciones chicos! –dijo el padrastro dándole la mano a Julian y besando la mejilla de Ori. Ella le sonrió forzadamente.
-¡Felicitaciones bebé! Estoy tan emocionada, estás tan grande –dijo la mamá de Julian mientras lo abrazaba y una que otra lágrima caía por su mejilla. Ella se sintió tan sola en ese preciso instante. Luego la mamá de Julian la felicitó y la abrazó. -¿fuiste donde tu madre? –ella negó.
-No la veo –musitó ella. Julian miró preocupado a su madre, quien con una mirada le indicó que cuidará a su chica.
-Busquemos a tu madre, debe estar por aquí –dijo Julian tomándole con fuerza la mano. Ella casi ni tomó atención a lo que su casi novio decía. No encontraron a la madre de Ori, ella estaba absolutamente decepcionada.Julian la abrazaba o le decía cosas inspirándole ánimo, pero no.
-¿Vamos a cenar chicos? –propuso el padrastro de Julian.
-No gracias –dijo ella amablemente –quiero ir a casa a descansar.
-Amor ¿estás segura? –preguntó el. Ella asintió.
-Te vamos a dejar entonces –dijo Diana
-Claro, gracias –musitó Ori.Cuando llegaron a su casa, Ori dio las gracias, le dio un corto y frío beso a Julian y entró a su casa. No había nadie. Revisó su celular, ninguna llamada. Las lágrimas ahora cayeron sin que quisiera detenerlas, nunca se había sentido tan sola. Sollozó fuertemente, corrió a su habitación, dio un portazo y con eso cayó una caja donde ella guardaba cosas importantes. Todo el contenido cayó en el piso. Lo primero que sus ojos vieron fue aquel objeto brillante, de metal. Una ola de recuerdos, una ola de dolor inundó su cuerpo y su mente. Los días de llanto, de dolor, todo estaba reflejado en el pequeño objeto. Se acercó con inseguridad y lentitud. Lo tomó entre sus dedos, mientras no dejaba de llorar. ¿Quería volver a lo mismo? No, no quería, pero no tenía otra opción, o al menos eso creyó.
Dejó el objeto sobre el velador, mientras se ponía su pijama. Un short y una remera. Se sentó en su cama, subió el volumen de la música, mientras no dejaba de llorar. Tomó el objeto, cerró los ojos y sintió el agudo dolor en las piernas, por momentos, no recordaba el porqué de su llanto, frente al agudo dolor que sentía en sus muslos. Dos cortes, quería olvidar que sus padres no la querían. Tres cortes, quería dejar de sentirse un estorbo. Cuatro cortes, deseó jamás haber nacido.