Últimos 3 capítulos
Aquí les dejo el nuevo cap, espero que les guste! :
Julian se despertó en medio de la noche con una terrible pesadilla. Limpió las lágrimas que habían salido durante el sueño. Bajó a tomar un poco de agua, eran alrededor de las cuatro de la mañana. Hacía frío, y por eso le extraño ver una silueta frente a su casa. Luego de unas cuantas miradas, reconoció a quien pertenecía la figura. Maldijo por lo bajo. No quería cometer alguna estupidez, pero la oportunidad estaba ahí, frente a él. Roberto, la calle solitaria, Oriana durmiendo y nadie que pudiera interponerse.
Era ahora o nunca.
Tomó un enorme cuchillo de la cocina, se puso pantalones de deportes y un holgado buso con capucha. Escondió el arma bajo su ropa, y se puso la capucha para salir. Tomó un respiro y se acercó al hombre.-A estas horas de la mañana es algo extraño encontrar a alguien decente aquí –bromeó Julian intentando fingir tener un buen ánimo.
-Lo mismo para ti muchacho –murmuró el hombre arqueando las cejas –cualquiera que te viera con esa capucha creería que eres un mafioso –ambos rieron. Serrano sonrió tanto como pudo.
-¿Vas de fiesta? –preguntó intentando fingir indiferencia.
-¿Yo, a estas alturas? No, ya no tengo veinte años –dijo riéndose -¿y tú? Lo dudo, creo que pondrías más énfasis en tu aspecto.
-Salí, no podía dormir y necesita aire fresco –dijo Julian como si nada –además, Ori tampoco me dejaba dormir. Habla mucho entre sueños, sobre todo cuando tiene pesadillas –dejó esa bomba en el aire. Pesadillas. Claro, hablaba de las que ella tenía desde lo que ese imbécil le había hecho.
-Oh... -nada más salió de su boca. El castaño frunció el ceño.
-No sé, quizás haré que visite otro psicólogo aquí en Buenos Aires. En Nueva York no funcionó demasiado. Digo, con lo de las pesadillas –Roberto se tensó. Julian le lanzó una inocente mirada.
-¿Demasiado estrés universitario? –pregunta Roberto con toda la inocencia del mundo. Serrano suspiró intentando controlarse. Pareciera que el cuchillo le gritara que lo asesinara.
-No sé, no creo que sea eso. Los problemas empezaron antes de que saliera de Londres. –soltó Julian. Roberto sonrió un poco.
-Oriana es algo extraña, nunca noté nada en ella –miró a Serrano directamente a los ojos.
-Es bastante raro, debido a que ella estaba en la misma casa que tú –entrecerró los ojos intentando intimidarlo –además... creo que le tomaste cierto cariño ¿no Robert?
-Supongo –Julian bufó –es una chica tranquila.
-Ya lo creo. No te dio demasiados problemas. En vez de denunciarte, decidió huir y dejarte el camino libre ¿no?
-No sé de que hablas. ¿Denunciarme?
-No quiero una mentira más. Desde ahora, jugaremos MI juego –Roberto rio. –Y las reglas las pongo yo. Ahora dime. ¿Acostumbrabas a fijarte en chicas jóvenes?
-Ezequiel, Ezequiel... si juegas con fuego, puedes quemarte. Creo que tus padres te han enseñado eso. ¿A que sí? –Roberto sonrió desafiante. El castaño dio un largo suspiro.
-Hazme las cosas fáciles, ¿quieres? –Roberto arqueó una ceja. Ni el mismo Julian podía entender como estaba tan tranquilo. –Respóndeme la maldita pregunta.
-Debo admitir que las más jóvenes me ponen –sonrió. Serrano bufó –yo me enteré de que a ti te gustan mayores. El diario de la pequeña Ori lo decía claro. –el castaño sintió un dolor extraño en el pecho. Recordar esa parte de la historia no le era demasiado agradable.
-Dentro de los márgenes legales, claro –dijo Julian. –sin nadie que fuese obligado.
-Espera, no sé que versión de la historia te conto tu noviecita... pero no la obligué a nada. Y bueno, seamos sinceros. Ella disfrutó más que contigo. –Serrano sintió que el control comenzaba a salirse de sus propios límites.
-¿Disfrutar? –preguntó molesto -¿Realmente estás tan enfermo? Nadie disfruta las cosas que hace obligado.
-Tu novia no es una santa, Serrano –dijo fríamente –le encanta provocar. Pasearse por la casa con ropa interior, olvidándose que yo vivo ahí. Esa ropa que usaba, y la manera en que me hablaba. Ella se lo buscó.
-Eres un bastardo . –la furia comenzó a apoderarse de Julian, al punto de que su corazón palpitaba con violencia en su pecho, y su mano picaba por tomar ese afilado cuchillo. –te aprovechaste de ella imbécil, le hiciste todo el daño posible, y no terminarás impune. ¿Lo sabes cierto?
-Dudo que alguien les crea. –dijo divertido. –Ha pasado tiempo ¿no?
-Bueno, entonces yo tomaré cartas en el asunto. –dijo Julian. Su mano se acercó al lugar donde ocultaba el arma.
-¿Me golpearás de nuevo? Recuerda que no te salió demasiado bien.
-No. Esta vez, te mataré –susurró Serrano con ira.