Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Mateo 6:9En el modelo de oración que Jesus nos dejó se pueden apreciar diversas peticiones razonables ( venga tu reino, danos hoy nuestro pan de cada día, líbranos de caer en tentación, perdonanos etc...) sin embargo resulta especialmente interesante la petición de "santificado sea tu nombre" porque se lo estamos pidiendo a Dios pero no le estamos pidiendo que lo haga Dios, sino que alguien más santifique su nombre. Esto se debe a que es una tarea nuestra. Lo que en realidad le estamos pidiendo a Dios es que nosotros seamos capaces de santificar su nombre.
Eso significa que en cada accion nuestra que las personas vean el nombre de Dios debe quedar en alto, cada palabra, cada obra, o bien la quietud, cada silencio, cada mirada debe ser un permanente homenaje hacia nuestro Señor que las personas puedan ver y darse cuenta de lo increíble que es el.
Nuestra misión es lograr que cuando las personas escuchen el nombre de Dios deseen probar este "camino más excelente"; que el concepto que tengan de el evangelio sea el de lo mejor de la vida y digno de que todos lo prueben.
Tú y yo somos la carta de presentación de nuestro Dios, entonces ¿Como lo presentaremos?. Cargamos su nombre y prestigio sobre nuestros hombros ¿Acaso no vamos a hacerle justicia a ese nombre?.
"Santificado sea tu nombre" es un deseo arraigado y una tarea por cumplir, la petición de un momento y la vigilancia de toda una vida.