III ¿POR QUÉ?, parte2.

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Y la verdad que le urge a la comunidad no es la verdad

verdadera, que además no puede llegar a ella, lo

que necesita es una narración coherente de los

hechos para estar tranquila y, sobre todo, para que

se haga justicia.

Es notable la ausencia de la figura masculina.

Es un mundo de mujeres, y de mujeres

atormentadas. Porque todas tienen una historia muy

trágica. Allí hay un desequilibrio evidente,

independientemente de la relación homosexual,

son mujeres con un trastorno. El círculo se amplía

con las mujeres, y no aparece la figura de un

hombre, hasta que entra el árabe. Un hombre

extranjero que podría pensarse como el benefactor

de la comunidad, puesto que tiene locales

comerciales, pero también podría ser una persona

de poder, tanto, que lo vinculaban como muy

cercano al ministro del Interior. Esa es la

comunidad tejiendo la narración, buscando la

explicación a los hechos, por medio de su propio

relato. Y procurando la verdad, aparece ese

primer personaje masculino que es este atabe, e

inmediatamente sobre él se teje una aureola de

poder y de vinculación con algunos entes

gubernamentales. Esa es una típica salida de

narraciones populares orales: lo ven como

peligroso, precisamente porque tiene poder. Y

todo aquel con poder termina siendo sospechoso,

porque inmediatamente la comunidad se divide en:

«nosotros los débiles, los que estamos pisados, y

ellos, los poderosos, que pueden hacer lo que

quieran». Tanto como para salir impunes de un

delito cometido.

La justicia detendría el caos, así como la

impunidad lo fomenta. Y con justicia sientes un

alivio, incluso puedes tener compasión —que es

un grado más alto de civilidad— que te permitiría

pensar: «pobrecitos, son unos enfermos, o quién

sabe lo que les pasó». Pero tiene que haber castigo

para los culpables.

En una sociedad donde la impunidad está a la

orden del día, el caos se está generando

continuamente. Es la razón de que la memoria

estuviese viva sobre delitos anteriores, donde los

culpables que tenían poder, habían sido protegidos

—como el caso en el que estaban implicados

funcionarios policiales— y vivían en total

impunidad. Eso produce, en cada individuo y en la

sociedad, un sentimiento de incertidumbre muy

El grito ignorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora