III ¿POR QUÉ?, parte3.

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Cada uno internaliza sus valores, de acuerdo

con patrones culturales, familiares, personales, de

educación, y trayectoria de vida. Es difícil tratar

de comprender por qué cometieron este crimen, lo

que sucedió, o la maldad; las implicadas, dentro

de su deformación, te pueden decir que amaban al

niño, y de hecho, Gellinot lo repite muchas veces,

y Anney también. Sobre ellas, lo único que puedo

decir es que son personas perturbadas. Un

especialista lo explicará con autoridad, pero no

creo que personan así tengan el mismo amor que

nosotros. Sin embargo, pienso que en todos los

seres humanos hay un demonio.

Esos casos donde se cruza la vida cotidiana, la

justicia, la búsqueda de la verdad, la culpa, son

muy difíciles de desentrañar.

Todo se puede recomponer. Guanare lo hará.

La esperanza nunca se pierde. Una vez que

funcionan las instituciones, y que el pueblo vuelve

a creer que las mismas son para todos, y que no

hay discriminación por el poder, o el dinero, se

restablece la certeza, y retorna la seguridad. El

peligro es mantener durante muchos años a un

pueblo oscilando. Eso lleva a que se acabe, se

diluya la esperanza.

Una cosa es la autoridad, puesta en las

instituciones y en los que detentan ese poder, y

otra, la internalización de la misma. Aunque el

representante de la institución no esté, tú no la vas

a transgredir. Cuando se pierde la autoridad por

dentro, porque da lo mismo, necesitas entonces una

sanción, que te castiguen, te multen, para volver a

internalizarla. No tenerla, es una pérdida

gravísima.

Cuando Gellinot y Anney —las dos principales

implicadas— celebran porque se posterga la

audiencia y se sienten salvadas, eso es un cinismo.

Ellas, esas personas, son completamente

desasistidas. Hay un sentimiento que es el que nos

permite entrar en sociedad: la vergüenza social.

«Yo no hago eso, porque me da pena». Cuando tú

pierdes ese sentimiento, es fatal. Es necesario

recuperarlo. El gesto de ellas, el ¿y qué?, tan

provocador, tan venezolano, delante de todos,

como diciendo, ganamos... ¿Ganamos en la

desvergüenza?

Al entierro de Dayan fue muy poca gente por la

desconfianza. Nadie quiere ser señalado. Es un

problema de doble discurso, en el que está la

El grito ignorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora