III ¿POR QUÉ?, parte4.

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OSCAR MISLE[2]

La violencia contra niños y adolescentes, y el

abuso sexual, se mantienen en el ámbito de lo

privado, aun cuando la ley estipula que son

delitos. El maltrato y el abuso, no los denuncian. Y

no lo hacen porque sienten que eso corresponde a

la intimidad y porque también desconfían.

Consideran que la institución no va a actuar, o que

puede haber retaliación de las partes denunciadas.

Porque la gente se siente desprotegida, piensa que

si da el paso que significa señalar a alguien que

maltrata, agrede, abusa del otro, la parte

denunciada puede tomar acciones en su contra.

Está permitido hacer acusaciones anónimas, pero

generalmente te exigen, muchas veces te presionan,

para que haya un nombre, para tener en la

investigación elementos menos subjetivos.

La ley existe pero se aplica de manera

arbitraria o discrecional; esa es una realidad que

tenemos en el país. «Yo aplico la ley de acuerdo

con la situación que estamos viviendo, y de

acuerdo con los criterios que tengo, a las

relaciones de poder, en las condiciones que me

muevo. Entonces yo, en determinado momento,

soy, o muy severo en esa aplicación de la ley, o

muy laxo, muy flexible, o incluso, no la aplico».

Ese es el comportamiento.

La gente tiene desconfianza y piensa:

¿realmente valdrá la pena denunciar? ¿A qué me

expongo si denuncio? ¿Cuál será la reacción? El

denunciante se siente desprotegido. Eso hace que

haya complicidad, omisión y también comodidad.

Pero también es frecuente el temor de cuál va a ser

la reacción que van a tomar los familiares, los

allegados o grupos en los que se mueve el agresor,

y de qué manera yo estoy protegido. «¿Cómo me

garantiza la ley que yo no seré víctima de mi

propia decisión de denunciar?».

El caso de Dayan la primera cosa que revela

es que el maltrato es entendido como una forma,

incluso socialmente, deseable, para educar a los

niños. Todavía. Y el maltrato lo diferencian del

castigo físico, de hecho la ley los diferencia: en el

castigo físico la intención es educar y la intensidad

no deja lesiones ni corporales, ni psicológicas. En

el maltrato hay lesiones físicas (morados,

fracturas, quemaduras, cicatrices, heridas) y, por

supuesto, desde el punto de vista psicológico —

El grito ignorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora