No había podido sacarse de la cabeza la imagen
de la Virgen de Coromoto con las manos
mutiladas. Era sábado en la mañana —lo recuerda
muy bien porque el negocio abría más tarde—
cuando se detuvo, como todos los días, a rezarle a
la patrona a favor de sus peticiones matinales. Y la
vio. La figura de la virgen estaba sin manos. Es
esa imagen —donde extrañamente ella está de pie
— en la plaza Coromoto, en el centro de Guanare.
La agresión se había ejecutado la noche del 27 de
mayo de 2011, y era el décimo monumento
religioso atacado en una semana en distintas partes
del país, con tiros, con pintura, con martillos.
«A la nuestra le cortaron las manos; esas
manos que nos protegen, con las que carga al niño
Dios en su regazo», se lamentó Joaquín.
La Coromoto tal vez sea la única virgen cuya
representación no suele ser de pie. Su silla es un
trono, y sobre su cabeza se posa una corona, igual
que lleva una corona el niño que está con ella. Así,
serenos los dos, están enmarcados en una placidez
de la quise abrazan sus creyentes.
Cuando la Virgen de Coromoto fue agredida,
los guanareños rezaron con culpa, le solicitaron
perdón, como si le hubiesen fallado en su cuido.
Cada vez que algo malo ocurría, Joaquín se
acordaba de la figura de la patrona violentada.
Aquella vez había sentido que tamaña agresión era
como haberle pegado a su propia madre. Aquello
reflejaba deterioro moral, violencia desenfrenada,
oscuros sentimientos.
Esa desazón, la misma tristeza, lo asaltó
cuando conoció de la muerte del niño. «Ya sabía
yo, desde aquel día, que eso era señal de un mal
presagio».
Joaquín Mora trabaja en una floristería en el
centro de la ciudad. En realidad es un local donde,
además de flores, se ofrecen discos compactos,
revistas y hasta una que otra medicina.
La mañana del viernes, después de la muerte
de Dayan, Joaquín recordaba junto con Elisa, su
mujer, el episodio de la virgen mutilada, mientras
ella servía el café, le preparaba el desayuno a los
hijos y se alistaba para salir a la oficina. «Están
pasando cosas muy feas que nunca habían sucedido
en este pueblo. ¿Serán brujerías? ¡Ave María