Primer día de audiciones (Capitulo 3)

346 15 2
                                    

Nuevamente el paso del tiempo me sorprendió y asustó. La boda fue la boda más hermosa que cualquier persona pudo haber presenciado y la más emotiva. Con el tiempo, el temor de Luke y el mío, fueron desapareciendo. Charlotte seguía visitándonos seguido, sin embargo ahora del brazo constante de Christian y su relación con Luke y conmigo nunca desapareció. 

Los meses eran rápidos y el frío comenzó a helar los huesos de cualquiera que estuviera en Londres, era mi tiempo favorito pero no el de Edward que parecía ser un Esquimal dentro de la casa. Dichos meses eran al mismo tiempo los mejores de mi vida al lado de mi pequeña y nueva familia, de Luke y de mis amigos. Luke, mi ángel, lo amaba cada día más que el anterior. Amaba tenerlo ahora la mayor parte de los días junto a mi, en el instituto o fuera de él. Siempre pintándome una sonrisa en los labios y procurando ser la mejor persona dentro de mi vida. 

Con el paso del tiempo, el momento esperado con ansias para mi y para Edward se aproximó, un mes antes ya había presentado mi audición en Francia y fue una verdadera sorpresa saber que entre tantas personas que audicionaron junto a mi, muy pocas e incluyéndome entre ellas, quedamos como personas que oficialmente habían pasado esa etapa y tan solo faltaba una confirmación para quedar del todo dentro. 

Sin embargo, el verdadero problema al que ahora debería enfrentarme se encontraba a miles y miles de kilómetros de distancia de mi hogar, en un diferente continente. Mi audición en Australia era cada vez más cercana y cada vez más temible. 

Un día, ya muy próximo a la fecha, me encontraba con Luke en el living de la casa y entre maldiciones y refunfuños en mi interior, me di a la tarea de tener que mentirle para cumplir la promesa que le había hecho a Edward. Le tuve que mentir a Luke diciéndole que debía acompañar a Edward a ver una buena amiga suya a Australia, aunque del todo no era mentira. De hecho si iríamos a ver a una amiga que Edward había tenido en la universidad. 

Y ahora, con una sonrisa triste, observé a Luke que me tomaba la mano sonriente pero triste. Le dolía dejarme ir por una semana. Una semana que sería un martirio para mi por no escucharlo reír o verlo sonreír siempre.  Solo una semana, una sola semana, tan solo una semana ¿Qué tanto puede pasar en una semana? Al estar al lado de la puerta de salida, le dí nuevamente un fuerte abrazo por la cintura y él tomó mi barbilla y depositó en mis labios un beso de despedida.

-Cuídate amor, llámame cuando llegues, te amo- dijo para después darme otro beso.

-Yo más Luke- me separé de él melancólica y caminé al lado de mi hermano girando la cabeza para volver a verlo y suspirar. 

Cuando estuvimos en nuestros lugares dentro del avión yo trataba de no demostrar lo mal que me ponía esto.

-No te sientas mal monstrua-

-Odio mentirle, me detesto por hacerlo-

-No te preocupes Cass, es solo una leve mentira, solo audicionaras y listo. Mejor duerme- yo observé a mi hermano en silencio. Seguía sorprendida ante la belleza de sus facciones y la luz que reflejaba, aparentaba ser un verdadero ángel. Los ojos de Ed fueron cerrándose levemente hasta sellarse en un profundo sueño, mientras que yo no daba para conciliar el sueño.

Siempre había pensado que cuando nací se confundieron de cuna y me dieron por error a mis padres. La desgracia de la familia siempre había sido yo y solo yo. Mis padres eran hermosos y mis hermanos aún más. Habían engendrado a las dos criaturas más bellas del universo.

Mi hermana Sonia era bellísima, sin duda alguna la joven con más belleza en todo el país, y Edward ni hablar, donde quiera que ellos estuvieran la gente los admiraba por su sencillez y hermosura. Mientras tanto yo pasaba algo desapercibida aunque los comentarios de belleza no quedaban totalmente descartados. Los pensamientos sobre esta opinión propia nunca eran descartados y mantenían una llama de esperanza en mí basada en que seguramente mi madre había cometido tal ultrajo contra mí por esa razón. Sin embargo la llama se apagaba aún más cuando iba creciendo y dándome cuenta de que en realidad si era una Sanders Lancaster. En realidad si era su hija, era de su propia sangre y aquel arrebato de odio se había dado por el hecho de la muerte de papá. Las dudas mientras más crecía eran aún más dolorosas y dañaban mi mente y alma como crueles puñaladas en el corazón.

La cabeza empezó a punzarme por fijar tanto la vista en las facciones ya más relajadas de mi hermano debido a que el sueño había ganado su batalla. Observo los rostros de las personas que viajan con nosotros. Observo primero a una chica joven con un bebe en sus brazos. El niño juguetea con los tirabuzones rubios de cabello de la que creo es su madre que lo observa feliz y con una sonrisa cariñosa. Paseo la vista hacia atrás cuidadosamente y encuentro a un padre con su hija de unos 8 años dormidos, ella en su brazo y él con su cabeza apoyada en la de ella. Mi yo interior me lanza una sonrisa taciturna. Esa escena me hace recordar lo mucho que extraño a papá en todo momento.

La gente que lo conocía siempre me recordaba el parecido que tenía a él. En especial los ojos que había heredado de él. Papá, siempre trayendo consigo buenos comentarios y buenos recuerdos. El papá perfecto que nunca pude volver a observar. 

En el tiempo que pase mirando nuevos rostros y expresiones más me daba cuenta que me hacía cada segundo más falta estar con la gente que quería, crear nuevas historias en tan solo segundos de estar con ellos. Mientras más pensaba en eso, el sueño iba tomando poder de mis parpados hasta sellarlos como con un suave beso de brisa.



Cuando el avión llegó al aeropuerto de Sidney sentí como los nervios me carcomían completamente. Los nervios eran una fiel tortura a todo mi ser y se apoderaban constantemente de mis sentidos. Fue tan grave el asunto que entre bromas le supliqué  a mi hermano que me cuidara para no caer y hacer un ridículo. A la hora de llegar al instituto los nervios ya se habían apoderado hasta de mi último cabello.

El coche que nos había recogido en el aeropuerto nos dejó enfrente de un gran edificio moderno y con varios ventanales demostrando la belleza que nos esperaba.

Cuando llegamos había cientos y cientos de personas alrededor de la prestigiosa universidad. Varios encargados trataban de apaciguar a todas las personas. De repente se escucharon unos altavoces.

-¡Jóvenes! Nos alegra que ya hayan llegado, pero suplicamos su atención. ¡Este es el primer día de audiciones! Se dividirán todos ustedes en 10 filas. Algunos chicos servirán como sus guías y los llevaran a las salas correspondientes para comenzar con esta larga jornada que los espera. Se quedaran aquí hasta las 5:00 pm. Así que sus acompañantes pueden disponer de buen tiempo para ellos- las personas comenzaron a aventarse para localizar a los encargados, entre empujones una chica se estampó contra mí.

-¡Mierda, tengan cuidado!- la observé atenta y ella a mí. La chica era de mi estatura, tal vez sobrepasándome con uno que otro centímetro, con cabello rubio algo ondulado y con unos lindos ojos verdes.

-Discúlpame, ¡ESTAS PERSONAS NO TIENEN SENTIDO DE LA AMABILIDAD!- las personas se giraron observándola algo molestas, sin embargo a mí me agradó al instante- Me llamo Anne Mendes- me tendió la mano con cordialidad. Yo la tomé cálidamente.

-Mi nombre es Cassie Sanders, me puedes decir Cass- ella sonrió. Unos encargados se nos acercaron.

-¿Vienen juntas?- iba a responder que no pero Anne se adelantó.

-Por supuesto- me guiñó un ojo y sonreí.

-¡Novedad! Qué bueno, se integran conmigo- nos guió hasta una fila algo corta pero que con los minutos fue creciendo.

-¡Muy bien, comenzamos con el recorrido! Los queremos en grupos de 6, no de 5 ni de 7- Anne y yo nos miramos contrariadas.

-¿Podemos ser con ustedes?- Una pareja de chicos se nos acercaron. Uno de ellos era blanco de piel con cabello oscuro y ligeramente ondulado y corto, el otro chico tenia rasgos asiáticos y con cabello teñido entre oscuro y rubio.

-Claro- dije, Anne sonrió al ver al primer chico.

-Somos Anne y Cass- nos saludamos.

-Nosotros somos Cameron y Hyun- Cameron sonrió y nos observó delicadamente a cada una, sin embargo su vista se detuvo durante más tiempo en los ojos de Anne y ella al instante se sonrojo y desvió la mirada.  


EuphoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora