Recuerdos (Capitulo 6)

257 11 1
                                    


-Sonia parece nunca haber sufrido- era increíble pero noté cierta nota de resentimiento en mi voz.

-Ha sufrido mucho Cass, sufrió más la perdida de nuestros padres y...- Edward se queda callado.

-¿Y qué?-

-Jennet siempre te prefirió, igual que papá- yo niego- Días antes de que falleciera me dijo que siempre la habías impresionado. Que eras única y le recordabas mucho a papá cuando era joven, siempre decidido a donde ir, seguro de sí mismo y valiente, pero debido a lo que habías pasado estabas opaca pero ella siempre vio esa luz de fe en ti. Te veía con ojos llenos de luz Cass, siempre lo notamos Nía y yo. Por mi parte eso me encantaba, adoraba que tuvieras su atención, te veía más tranquila y querida. Pero mi opinión era muy diferente a la de Nía. No te puedo asegurar que era envidia, pero si hay una palabra asociada a esa es la palabra que definía a Sonia. También debemos observarlo desde nuestra opinión Cass, perdimos a nuestros padres, nos quedamos huérfanos sin el cariño materno y paterno. Sonia tenia deficiencia de atención y cariño y nuestra tía nos lo daba, pero enfocaba una gran parte a ti, sentía algo de coraje y resentimiento aunque puedo decir lo mismo de mi Cass, pero no fue así. Nunca me sentí falto de cariño, ni siquiera cuando Sonia aun viviendo mamá tenía a diario posibilidades de verla y convivir con ella mientras que nosotros no. A veces Sonia es algo infantil-

-¿Crees que ese fuera motivo para internarme?- Edward negó algo confuso.

-No Cass, lo dudo, nadie puede ser tan cruel por un mínimo motivo-

-¿Tan mala hermana fui para que me hiciera eso Ed?-

-Claro que no Cass, eres la hermanita más molesta y tierna que alguien puede tener- yo sonrío, de pronto un bostezo se escapa de mi boca- Vaya, si tienes mucho sueño te puedes ir- dijo fingiendo molestia y cruzándose de brazos.

-Modoso-

-Antipática, vete a dormir- yo doy una última risa antes de darle un beso en la frente para dirigirme a mi habitación trotando por las escaleras. 

El hecho de que particularmente estaba en una casa desconocida para mi que me hacía sentir por primera vez en mucho tiempo en un hogar me sorprendió y acogió. Me sentía tan segura y fuerte dentro de la casa y aún más en mi habitación que dejé de pensar en lo que pasaba a mi alrededor. 

La habitación era el reflejo de mi. Paredes blancas con una verde seco que permitía cierta iluminación pero a la vez un toque acogedor, una gran cama con sabanas y edredones blancas con toques secos en las almohadas y aún mejor, una pared detrás de mi tapizada de techo a suelo con  estantes repletos de discos de vinilo y discos normales, juntos a ellos estaban cientos de libros rogando la atención de alguien. El detalle principal era la chimenea, una gran chimenea delante de la cama que hacía aun más tierna la habitación y me hacía sentir en mi casa, en mi verdadera casa en Los Ángeles.  La chimenea estaba repleta de trofeos gloriosos y brillantes. Me acerco a la cama y al sentarme me dejo llevar por la sensación de comodidad que esta brinda y veo las pequeña luces acomodadas en el dosel que permiten más iluminación cálida a pesar de que las gruesas cortinas oscuras no dejan ver mucho del exterior. 

Doy una leve risilla al ver un antiguo tocadiscos arrinconado y al acercarme noto que este sirve. Observo el disco que tiene dentro y es ahí cuando noto que Edward fue el encargado de decorar todo pues la música y los detalles iban concuerdo a él y a mi.  Lo bendigo con todo mi ser por el hecho de concederme el decir: Estoy en mi hogar, estoy en mi fortaleza. 

Me quito los zapatos y camino por el suelo fío y resbaloso de la habitación, sintiendo más a fondo la sensación de bienestar y huelo el leve aromatizante a lavanda. Al acercarme a la chimenea no puedo dejar escapar un alarido de emoción al notar lo que significan los trofeos. 

EuphoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora