Peligro (Capitulo 20)

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-¡EDWARD! ¿Qué diablos sucede?- mi hermano se encuentra en un rincón de la habitación, con los ojos desorbitados y pálido completamente. Podría bromear con su apariencia fantasmal, pero un escalofrío me atraviesa por la espalda al ver su expresión de terror. Él no menciona nada, aprieta fuertemente su mandíbula y apunta hacía un bulto en movimiento abajo de las sábanas de su cama- ¡Se ha metido un animal a la habitación! ¡Puede ser un mapache! Sabes que le tengo fobia a esos animales- me trato de acercar suavemente cuando él jala de la manga de mi playera y me apretuja- ¡No! Puede ser peligroso. Debemos llamar a control animal- 

-Edward, cálmate. Creo saber de qué se trata- 

-¿Qué?- me separo un poco de él para dar un jalón a la colcha y observar a Foxie jugueteando con las sábanas- ¡Dios santo! ¡Es un perro!- 

-Mi perro- yo no puedo evitar reír mientras Edward me observa alterado y preocupado. 

-¿Qué diablos dices?- Foxie comienza a ladrar y dar chillidos pretendiendo que lo cargue. Edward niega molesto y vuelve a tirar de la manga de mi playera. 

-Debes calmarte- 

-¡No! Pensé que ya habías entendido mi preocupación por los animales, Cassie- 

-Por favor- él titubea mientras observa a Foxie y pasa una mano por sus ojos. 


Mientras me encuentro en mi habitación jugando, escucho como las gotas de lluvia repiquetean mi ventana. Los juguetes están esparcidos por toda la cama y no me sorprende el silencio total que se aspira. Imagino que nuestra nana está en la sala tejiendo, fingiendo escucharnos y "cuidándonos" Nía debe estar en su habitación leyendo o haciendo deberes escolares y Edward debe estar haciendo lo mismo o durmiendo.

Me concentro en los juguetes, a esta edad solo los juguetes, los caramelos y la diversión importan, solo eso y no más.

-¡Ayuda, Ayuda! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Ayuda!- reconozco la voz. Es Edward. Escucho como todos salen de sus habitaciones, excepto mamá. Nía cierra de un portazo su alcoba y yo salgo corriendo hacía la habitación de mi hermano. Por accidente choco contra ella y caigo al suelo.

-¡Fíjate tonta!- grita mi hermana y yo no digo nada y sigo corriendo. Entramos a su habitación y nos quedamos boquiabiertas. Edward lucha contra un ¿Mapache? ¡Diablos, es un mapache! El mapache trata de arañarlo y Edward hace lo que puede para apartarlo y que no le saque los ojos. La ventana de su habitación está abierta. La nana trata de golpear al mapache con una escoba, y éste al instante sale volando por la ventana.

-Les dije que cerraran las ventanas por la noche. Hay animales- todos nos quedamos atónitos, hasta la Nana Mary. Mi hermano observa como mi madre atraviesa de un extremo de la habitación al otro. Aspiro su aroma cargado a lavanda y observo el satin bailar por la habitación. Ella parece taciturna, como si nada hubiese pasado. Toma la cara de mi hermano entre sus manos y da un beso en su frente- ¡Demonios, Sonia, deja de reírte!- 

-Señora, ¿Gusta que le traiga el botiquín de primeros auxilios?- mi madre revisa minuciosamente los rasguños en la piel lechosa de su hijo. Edward parece seguir traumatizado por la batalla contra el animal, pero parece estar aterrado e impresionado por la aparición y preocupación de nuestra madre.

-Edward, mírame- mi hermano tiembla, parece tener muchísimos años menos de los que tiene. Parece un niño, tal vez de mi propia edad- Eres fuerte, mírame. No te hizo daño, límpiate y haz los labores. No ha sucedido nada, amor. ¡Salgan las tres!- Mary toma mis hombros para dirigirme a la salida, mientras que Sonia sale echando humo. Antes de que Mary cierre la puerta puedo ver la muestra más amorosa que he visto de Samantha. Tiene a mi hermano entre sus brazos, ambos arrodillados en el suelo y ella besandole la frente para calmarlo. Ella parece rejuvenecer, parece sagrada con Edward en sus brazos. Por un momento parece percatarse y dirigir su mirada hacía mi. Parece sueño, parece alucinación pero esboza una sonrisa cariñosa en mi dirección, la cual se ve interrumpida por la puerta cerrándose. 

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