-¿Luke? Ya me voy- observo aún por la ventana de la habitación mientras escucho a Adeline ponerse los zapatos y buscar sus aretes- ¿Por qué no vienes? A mamá le daría gusto verte por ahí de nuevo-
-Adele, ya hablamos de esto. Por favor- ella suspira y puedo oler aún de espaldas el aroma de un cigarrillo de pepino y su común ademán de derrota.
-No te entiendo, ha pasado tanto tiempo y sigues siendo el mismo chico temeroso. De verdad, no puedo seguir con la duda de que hoy me digas que me quieres pero en las noches vuelves a adoptar esa actitud de soledad y la memoria de una persona que ya se fue ¿Entiendes? Han pasado ya varios años ¡Se fue!-
-Igual que tú en estos momentos, tu mamá te espera Adele. No quiero discutir de nuevo este asunto- me giro para observarla. La quiero, vaya que la quiero bastante y le he guardado un lugar importante en mi alma y en la habitación. En algunas ocasiones despertaba por las madrugadas debido a las pesadillas que se volcaban en mi mente. Cuando despertaba con ella a un lado de mi, por instantes juraba que se trataba de la mujer que tenía hasta el momento todo aquel cacho de esperanza y corazón mío. Su cabello cobrizo resaltaba sobre su cara lechosa y sus pecas brillaban aún y con las gotas de sudor de instantes anteriores sobre su frente pulcra. En algunos momentos me dejé llevar por la pasión y coraje contenido contra la pobre Adeline, que su parecido con la hermosa mujer desaparecida no terminaba de ayudar mucho. Me dejaba ir por instinto con ella, con la idea de que ella era la mujer que buscaba en sus labios, en su piel, en su cabello y en sus ojos negros. Se parecía tanto a ella, pero no era ella. La quería bastante pero al mismo tiempo logre desarrollar un enfermizo disgusto por ella cuando las noches pasaban, porque me recordaba lo que había cometido horas atrás, y cuando ambos despertábamos solo podía sentir lástima, remordimiento y pena por ambos.
-Me juraste que las cosas cambiarían, Luke- la observo en el marco de la puerta con el cigarrillo entro los dedos y una mirada desoladora. Se ve como una estatua bella, sensual, preciosa a más no poder. Lleva una falda de lápiz por debajo de la rodilla, una blusa holgada que deja su piel blanca a la vista y labial carmín. Es preciosa, es mía pero no soy suyo del todo. Lleva el cabello alborotado y las máscara de pestañas algo regada. Mi adorable vecina, mi entrañable amiga durante estos últimos años y mi amante cuando la requería y no se negaba. Nunca lo hizo, me odiaba por saber el temible amor que me había comenzado a tener hacía mi, aún sabiendo que jamás le pertenecería y acerca del calvario de todas mis noches.
-Yo lo sé, pero sabes lo que siento-
-El día que mueras Luke, solamente con el recuerdo de ella, entenderás que el pecado más grande que cometiste fue esperar de por vida a alguien que ya no tenía razones para volver y que no hiciste nada por ello-
-¡Sabes que no fue mi culpa!-
-Pero mírate, acobardado por lo que te volviste. Un fantasma que tuvo la oportunidad de volver a amar ¡Y VE, CON UN DEMONIO! Ya no puedo, ya no aguanto más. Llevo tantos años siendo tu pañuelo de lágrimas, el hombro que estuvo tendido sobre ti todo el tiempo. Te amo, te amo tanto pero yo ya no puedo. Tengo que estar esperando a que creas conveniente este tipo de encuentros, después pasar días enteros sin saber de ti y que me mantengas con la ilusión de que mañana será un nuevo día disipado. No pasó ni pasará. No me dejas decirte que siento, no te permites vivir algo nuevo, me escondes tantas cosas como aquella maldita habitación con llave. Ya no puedo, no puedo seguir siendo el cómo olvidar los recuerdos por instantes-
-Adeline, sabes que te quiero pero jamás deseé que esto pasara. Sabías la situación y estuviste de acuerdo. Te quiero y quiero superar esto pero sabes que no sé cómo y que probablemente este dolor jamás muera-
-Dime la verdad, dime maldita sea la verdad. Sé el problema que hubo, me lo contaste millones de veces por las madrugadas pero eres tan indescifrable que ni siquiera sé si dices la verdad o me mientes-
ESTÁS LEYENDO
Euphoria
Romance*Segunda parte de Parallel* ¿Qué sucede cuando no existe nadie en quien confiar? ¿Qué pasa cuando hasta el amor resulta ser un engaño? ¿En quien confiar en un mundo falso? Todos los sueños se han roto, todo el abismo a regresado. Ya no existe una...