-Me iré a dormir- dije secamente y con la mente decaída en alguna parte de la habitación. Mientras subía los peldaños de la escalera de caracol, trataba de recordar cómo fue mi infancia al lado de Nía. Siempre había imaginado que mi infancia (Hasta el momento de la muerte de mamá) había sido placentera y sin rencor a alguno de mis hermanos. Sin embargo eso me lo había planteado al no tener un solo recuerdo.
No recordaba alguna maldad provocada por Sonia, ni muchas menos fuertes peleas, solo berrinches por parte de alguna. Pero con las palabras que había utilizado Edward en su historia, me hacían ver que los recuerdos tomaban gran terreno de la maldad de mi hermana. Que en realidad, los recuerdos me hacían mucha falta para recordar en realidad como fueron las cosas con ella desde un principio. La única inservible prueba de algo era... Isabela.
Abrí la puerta de mi dormitorio y entre dando zancadas hasta dejarme caer en las almohadas de plumas.
Me sentía por primera vez en mucho tiempo demasiado intranquila y confundida.
¿En realidad Nía haría lo posible por tener más poder del que ya poseía? ¿Sería capaz de dañar a su propia hermana por cantidades de dinero? ¿El signo de dinero rompía los vínculos de familia?
Creía de verdad, capaz a mi hermana de muchas cosas. Solo las personas con una mente muy fría serían capaces de internar a su familia sin razones muy sustentables. Solo una persona con mente perversa sería capaz de dejar a su propia familia pudrirse en un psiquiátrico e irse muy tranquila sin un solo rastro de resentimiento.
Recordaba todo. Nos encontrábamos en casa de Jennet. Apenas y yo contaba con 13 años, mis hermanos se habían convertido en todas unas personas de bien, o al menos eso me hacía creer mi tía. Decía que podía ver en cada uno de nosotros a unas buenas personas con talentos suficientes para ser personas importantes el día de mañana.
Mis hermanos desde hace vario tiempo atrás se habían vuelto tan distantes uno del otro que parecía no eran hermanos, sin embargo el físico los delataba al instante. Edward y Sonia peleaban constantemente, tanto que hasta las personas de servicio quedaban hartos días con días y ponían en constancia quejas.
Si no peleaban por la interrupción de un momento importante en el cuarto de alguno o los permisos de los autos, peleaban por cosas insignificantes como una galleta en la alacena.
Todo era muy diferente a como lo recordaba, mis hermanos nunca fueron así. Siempre eran unidos, o amenos tenía la idea de eso. "La familia es la unión más fuerte del mundo"
"-Vaya estupidez"- podía escuchar decirle e Ed.
"-Vaya estupidez tener que vivir contigo-"podía escucharle decir a Nía.
-"Ambos cuiden ese vocabulario"- podía escuchar decirle a nuestra tía.
Ed y yo nos encontrábamos en su habitación jugando póker. Jennet había salido a comprar algunas cosas para sus diseños y Sonia permanecía encerrada desde hace varias horas en su habitación.
-¿Qué tal va el colegio?- me pregunto mi hermano. Yo me limite a alzar los hombros y hacer una mueca. Mi hermano suspiro, pues me había entendido a la perfección.
-Es un asco- le digo con la mirada fija en las cartas.
-Mis años en el colegio tampoco fueron tan buenos- me dijo mi hermano para tratar de amoldar las cosas. Yo voltee los ojos y apunte a una pared donde tenía cientos de reconocimientos, medallas y trofeos- solo es una temporada, luego todo se arreglara-
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Euphoria
Romance*Segunda parte de Parallel* ¿Qué sucede cuando no existe nadie en quien confiar? ¿Qué pasa cuando hasta el amor resulta ser un engaño? ¿En quien confiar en un mundo falso? Todos los sueños se han roto, todo el abismo a regresado. Ya no existe una...