Despertar (Capítulo 45)

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Un suave silencio me recibió esta vez. Sentí más fuerza que en ocasiones pasadas y después de tanto tiempo, de tanto silencio y de tanta paz por fin pude abrir los ojos, por fin. 

Un ventanal de piso a techo con vista a un cielo soleado me recibió, al lado unos muros blancos con cuadros de colores alumbraron mi vista. El sol me irritó los ojos y traté de levantar mis manos para taparlos pero estás estaban llenas de cables que me impedían hacerlo. El silencio pronto dejo de ser tan pasible pues comenzaba por fin a escuchar a lo lejos las voces de varias personas. Admiré a mí alrededor, todo solo. El lugar que se posaba frente a mi no lo conocía en absoluto. Mi pulso se alteró y escuché el pitido de varios aparatos a mi lado. Todos mis sentidos se proyectaron de tope de un momento a otro después de tanto tiempo; escuché los sonidos de todos los lugares tan cercanos como lejanos de mí, olí el desinfectante típico de lugares de máxima higiene y un suave olor a flores. Observé con mayor claridad los colores de la habitación sin molestia. Pude saborear mi boca seca y pude sentir la sensación de la suave manta blanca que me abrigaba.

-Pero ya ves Matt que las cosas comienzan a...- una chica bajita con traje de enfermera entró a la habitación y al verme soltó un grito. ¿Tan mal me veía? Ella volvió a gritar y salió corriendo de la habitación gritando- ¡DOCTORA ERIKA, ESTÁ DEPIERTA!- pasé unos minutos aun impresionada cuando entró la chica gritona con una señora con bata blanca.

-Esto es imposible, ve y avisa- ella se cercó y tocó mi mejilla- Oh mi cielo, llevábamos esperándote un largo tiempo- yo la observé atónita- Estás despierta, pensamos que ya no abrirías esos hermosos ojos-

-Y-yo- trataba de formular una palabra pero me trababa- Y-yo n-no entien-entiendo-

-Haz estado en coma durante casi seis meses- yo sentí una gran opresión en el pecho- No trates de hablar, déjame revisarte- cerré los labios y sentí las suaves manos de la mujer recorrerme, analizando. Sentía también en los ojos la luz de la lámpara que utilizaba y mi lengua irse suavizando- Pensábamos que te marcharías, no dabas señales de querer volver- yo sentí los ojos escocer en lágrimas- Oh cielo, no llores. Estás aquí que es lo que importa- sentí las lágrimas recorrer mis ojos.

-Doctora Erika, su hermano estaba en la cafetería, se encuentra afuera- ella asintió.

-Bienvenida de nuevo- yo no respondí y seguí intentando contener mis sentimientos. La doctora salió sonriente y observé el marco de la puerta con dificultad, los cables se aferraban a mi piel y con cada movimiento que deseaba dar, estos me daban fuertes tiros de piel.

De pronto llegó como un rayo de luz dorada, Edward se detuvo en el marco de la puerta con expresión pálida y con una ancha sonrisa. Sus ojos estaban repletos de lágrimas y corrió hasta mí. No hubo más que un gran hueco de silencio que hizo que ambos rompiéramos en llanto. Escuchaba sus murmullos de agradecimiento y podía oler su colonia. Lo quería abrazar como Ágata me había dicho. Oh Ágata, oh papá y mamá, oh Jennet. Deseaba volver a sentir el cuerpo de mis padres y admirar la obra maestra de la sonrisa de Ágata.

-Eddy- él me abrazó con más fuerza.

-Pensé- sollozaba tanto apenas y sus palabras eran entendibles- Pensé que te perdería por siempre, pensé que ya no regresarías- él siguió llorando mientras apoyaba su cabeza en mi hombro.

-Estoy aquí- dije con lágrimas en las mejillas.

-Era un infierno- dijo él sollozando- El perderte me era un infierno- sus lágrimas me conmovieron hasta el fondo de mi corazón. Yo miré sus ojos y estallé en lágrimas, Ágata tenía razón. Lo único que deseaba en aquellos momentos era abrazarlo fuertemente- Te extrañé tanto- él no paraba de llorar y de darme fuertes abrazos. Me dolía hasta el fondo de mi corazón verlo de ese modo, el modo en el cual lo había visto varías ocasiones pero no a tal grado de intensidad.

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