¿Sui...homicidio? (Capítulo 43)

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Observé en silencio el móvil, ya había sonado bastante y el remolino dentro de mi mente comenzó a estallar. No podía controlar el impulso de querer salir huyendo de aquello maldita habitación y de pedir a gritos una explicación, no podía controlar el frenesí incesante de querer recuperar lo podido. Sin embargo, ahora todo estaba perdido. Lo había perdido todo por completo, ya no podía echar el tiempo atrás.

El móvil siguió pitando, tan solo el imaginar que fuera un mensaje de Luke me provocaba escalofríos y ganas de querer echarme por la ventana. Luke, te he perdido amor

Me acerqué gateando entre la oscuridad de la habitación a la cama, de la cual me aferré como si me fuese a salvar y como si de verdad fuera un soporte para aquel desastre. Que ingenua era, que ingenua fui y que estúpida me siento tratando de encontrar equilibrio en una inservible cama

Traté de cerrar los ojos, con pánico y nerviosismo me hice a la idea de que debía guardar silencio y obligarme a descansar para tener la cabeza fría pero era algo que no podía hacer pues el hecho de que Sonia me visitase en sueños me provocaba nauseas. El móvil volvió a pitar y frustrada lo tomé entre las manos, sintiendo la pantalla fría y como la luz del móvil me era una molestia. El mensaje era de un número totalmente desconocido y quien lo había enviado era nada más y nada menos que el diablo vistiendo a la moda. Al abrirlo supe que fue el peor error de mi vida y que aquello sería lo más imperdonable que se repetiría en mi mente durante toda una vida. 

Eran fotografías, fotografías de Luke con Sonia, entrelazados en un beso. La mano de él sostenía la cintura de ella y ella lucía perfecta. Como siempre.

Sentí como me mareaba y las lágrimas cayeron como agua. El celular volvió a pitar.

"¿Necesitas más pruebas para comprobar que él nunca te quiso?" al leerlo solté el móvil y escuché como este emitía un ruido hueco contra el piso. Las lágrimas cesaron, pero no el dolor. Nunca el dolor, nunca se alejó de mí, jamás tuvo menor impacto en mí. Jamás desapareció.

Observé en la mesa de noche las cajas de pastillas que horas atrás, Vania, había dejado a mi cuidado. Las lágrimas volvieron a aparecer y aquella voz volvió de golpe a mí, dándome una fuerte bofetada y haciendo que el hueco dentro de mí creciera. Tomé una de las cajas, la de los somníferos y tomé una, la desesperación hacia que temblara y que me dieran ganas de salir huyendo de esa maldita habitación. Cuando estaba a punto de tomar la segunda pastilla, en mi mente apareció un foco que alumbró las cosas y una nueva voz.

"Déjalas, por favor déjalas" Era nada más y nada menos que la voz de Luke, alta en mi mente, clara y aterciopelada. Una voz grave que hizo que a pesar de la situación, mi nerviosismo de pronto pusiera un freno.

"No mereces esto, no lo mereces. Por favor cielo, deja eso" dejé caer de pronto la caja y escuché el sonido hueco de estas. "No mereces esto amor, no mereces sufrir esto aquí. Huye amor, huye" Y en esta ocasión podría haber jurado escuchar más de tres voces en una. La voz de mamá y papá en mi sueño, la voz temblorosa de William, la voz dominante de Edward, las voces instantáneas de Vania y Natalia y desde luego la fuerte y clara voz de Luke. Todos suplicando mi bienestar y todos pidiéndome irme, todo por mi bien. Todo para salvarme. Por fin había entendido que todos tenían razón, que si seguía aquí afectaría a todos y lo mejor era marcharme para evitar nuevos problemas.

Abrí el cajón de la mesa de noche, en él estaban mi pasaporte y dinero en efectivo que había obtenido meses antes para el momento de irme a Francia. También habían unos cuantos documentos fichas y dos folletos. Saqué los dos y los tomé temblorosa.

"Universidad Nacional Australiana De Danza"

"Instituto Francés para talentos artísticos"

Observé durante unos instantes más ambos folletos y dejé caer el folleto de la universidad de Australia, no era el momento para pensar en regresos dolorosos. Francia significaba un nuevo comienzo alejándome de mi pasado.

En silenció estuve revoloteando en la habitación, saqué una gran maleta e introduje cosas básicas como la ropa y cosas de baño. Colgué la maleta de mi hombro con el móvil en los bolsillos traseros y los papeles en la mano. Bajé cuidadosamente las escaleras, tratando de evitar hacer un ruido que alertara a mi hermano o a Tonia. Tomé las llaves de mi auto que se encontraban aun en la mesa de noche. Antes de dar una salida triunfal de aquel lugar eché un último vistazo. La casa ahora la encontraba por completo diferente a la impresión que había tenido meses antes cuando la notaba acogedora y como todo un hogar. Ahora tan solo era un espacio oscuro y silenciador, en el que tan solo se escuchaban los murmullos desquiciantes y los alaridos de dolor, un lugar que dejó muy atrás a la casa de mis padres. El ahora lugar de mis peores pesadillas y el lugar de origen de mi dolor puro. Me detuve al pie de las escaleras y dejé que mis rodillas tocaran el suelo y las yemas de mis dedos recorrieron el frío suelo resbaladizo.

En éste lugar, horas antes, se había encontrado mi ahora ex amante. El cual hasta el día de hoy me hizo amarlo con desasosiego como nunca había amado a nadie más, ni siquiera a mí misma. El chico que fue protagonista de mis mejores momentos y el dueño de mis suspiros y risas. El único dueño de todo mi corazón y ahora también era el chico que me había destruido con todas sus fuerzas, el único chico y la única persona sobre la tierra que tenía el poder de destruirme y reconstruirme. Dejé escapar mis últimas lágrimas de la noche y me levanté con la mirada gacha. Me dirigí hasta la puerta de la sala y eché un últimos suspiro y viendo la casa por última ocasión antes de irme. No sé si extrañaré la sensación de estar aquí o si jamás querré volver a experimentarla.

La noche fría y gris azotó contra mis hombros cubiertos apenas por un suéter y la granilla del suelo crujió a mi paso. Abrí con cuidado la cajuela del auto para introducir la maleta, sin embargo un pinchazo de miedo me cruzó por la mente. Me sentí incómodamente vigilada cuando en realidad no había nadie. Traté de dejar a un lado los pensamientos quejumbrosos y accedí al auto tratando de encenderlo, temiendo por hacer ruido de más y que los planes se vieran frustrados. Puse de inmediato el auto en marcha, saliendo de aquel lugar que me provocaba ahora ansias y que odiaba, odiaba como no había forma de describirlo. Cuando salí a carretera admiré el lienzo grisáceo que se veía en el cielo y observé como los rayos se distinguían, habría una gran tormenta, la tormenta más impresionante de los tiempos. Miré por los espejos laterales y vi las luces de un coche atrás. La sensación de que algo no estaba bien se apoderó de mi después de ver el coche pegado a mi después de algunos minutos. El coche cada vez aceleraba más y yo trataba de pisar el acelerador sin que el pie me diera un grave problema, sin embargo me era imposible deshacerme del auto. Tomé la decisión de pasar de carril para que éste se hiciera a un lado, pero era inútil. Me seguía, era obvio. Tomé el móvil a tientas y recibí un golpe en la parte de atrás del auto. Comencé a temblar.

Metí el pie hasta el fondo y este me punzó haciendo que diera un chillido y que quitara el pie del acelerador y dirigí la mirada al pie, cuando la volví a subir me di cuenta que todo había acabado. Estaba a microsegundos de estamparme contra un árbol, en esos microsegundos recé por encontrarme con mis padres y con Ágata. Me estampé contra el árbol y sentí como todo me pesaba, sentí un fuerte dolor en el pecho y una gran opresión contra mis piernas. Dejé caer la cabeza contra el vidrio. Antes de por fin caer en un sueño profundo note el auto que provocó esto se hizo a un lado y la persona bajaba de éste.

-La he matado, la he matado - ella asomó la cabeza. Yo hice como si mis ojos estuvieran por completo sellados pero todavía podía ver borroso como la rubia de labios rojos se acercaba a la ventanilla.

Sonia me veía sin expresión alguna, tan solo con los ojos bien abiertos. Ella trató de abrir la portezuela, pero después de ello soltó un alarido y meneó la cabeza buscando testigos, cuando no vio nada se hizo a un lado corriendo y volviendo a meterse en el auto y salir a toda prisa de ahí.

-So-so- trataba de formular el nombre de la que provocó esto, pero no podía responder a nada. Sentía un liquido atravesar mi frente, rodar por mi nariz y tomar rumbo a mi boca. Era salado y me sabía asqueroso. Era sangre, mi sangre.

Los ojos me iban pesando más y más y observé como una última esperanza la agenda de contactos, estiré mi mano con el dolor más incesante y di un último toqué al primer número que apareció, pero ya era inútil el querer hablar, ya iba perdiendo la conciencia más y más. Ya no sentía dolor, ya no sentía nada. Cerré fuertemente los ojos y escuché a lo lejos el marcar del móvil y el repiqueteo de las gotas de la lluvia estamparse contra el auto. Antes de quedar inconsciente, en mi mente, apareció un rostro hermoso a la vista de cualquiera. Me veía sonriente con el cabello rubio alborotado y una sonrisa ancha y blanca.

-¿Cassie? ¿Cassie? ¿Estás bien?- después de escuchar esto, ya todo fue oscuridad y silencio. 

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