¿Dónde estás Luke? (Capítulo 37)

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En el avión no tuve más tiempo para dormir que para pensar. Las horas se volvían condenadamente lentas y rápidas a la vez. Todo a su conveniencia. 

Mientras pensaba en mi regreso feliz todo parecía volverse lento, congelándose. Mientras pensaba en cómo me recibiría el "Circulo" y Luke algo de mi brillaba poco, opacamente pero brillaba. Tal vez esperanza o simplemente alegría de regresar a mi verdadero comienzo, pero después de la etapa de miel venía la fase acida e infeliz en donde mi mente no daba más que para pensar en las consecuencias que mi regreso atraería. 

La cruel y desdichada bienvenida y casería, la demanda que nos afectaría a todos uniformemente y desde luego la cruel realidad de tener que volver a reunirme con el consejo no me traía más que dolores de cabeza y un tiempo que corría como si no hubiese mañana, como si todo estuviera fríamente calculado para hacer de mi día el peor de todos. 

 Edward por su parte lucía pasible, sin perturbación alguna pero sabía porque lo hacía. Aparentaba ser fuerte para demostrarme que podía sostenerme a él, pero en aquellos momentos era sostenerme de algo sin un cimiento, sabía desde niña que mi hermano siempre sería el mayor apoyo que podía tener pero en aquellos momentos él estaba destruido de la misma forma que yo.

En algún momento batallé y gané por unos pocos instantes para quedarme dormida, sin embargo unos crueles ojos azules me visitaron en sueños rogándome regresará y los salvara, desde ese momento el dormir era un placer que no podía ni siquiera desear. William estaba presente en cada rincón de mis mejores sueños y mis peores pesadillas.

Trataba constantemente de pensar en cosas que no me fueran dolorosas pero todos los recuerdos que tenía me llevaban con pase directo a una memoria con matices grises.

Natalia seguía vagando por mi mente y yo seguía rogando que ella se estuviera bien en donde quiera que estuviera, pues sabía que su vida al igual que la mía ya era un constante blanco de miedo y factor de peligro.

Recargué mi frente sobre el frío cristal de la ventana y metí las manos en las bolsas de mi abrigo. Mis dedos localizaron de pronto algo que no era el suave y brilloso fondo de mi abrigo. Era un pedazo de papel. Lo saqué de inmediato y noté inmediatamente la escritura marcada por la parte trasera del papel. Era una nota. Observé a mí alrededor como si alguien lo hubiese planeado o como si fuera el centro de una broma televisiva. Todos estaban descansando, observé después a Edward que dormía como si fuera su último día. Nadie de este lugar pudo haberlo hecho, me hubiese dado cuenta. Abrí con manos temblorosas la nota.

Él no es lo que aparenta Cassie.

Observé atónita la nota, de inmediato los labios se me comenzaron a secar y sentí un escalofrío subirme por la nuca. En aquellos momentos nadie pudo haber metido esa maldita nota a mi abrigo, nadie de los que estábamos ahí era conocido para mí. Edward no lo hubiera hecho y era evidente que la caligrafía no se comparaba a la letra de él. Comencé a recapitular y a averiguar cómo había dado a parar esa nota.

Desde luego la nota no pudo llegar el día de hoy a mis bolsillos y mucho menos pudo haber aparecido en Australia. El abrigo no lo había usado desde... Desde que volvimos de Alemania.

La nota tuvo que haber estado desde antes de volver a Londres. Y desde luego a quien se inculpaba en esa nota era solamente a una sola persona. Luke.

De inmediato deseché la idea y rompí por la mitad la nota, sin embargo el pensamiento de ella siguió durante todo el resto del viaje en mi mente.

Cuando dieron el aviso de que por fin habíamos aterrizado no sabía si dar brincos de emoción o pedir agritos que me llevaran de nuevo a Australia. Mi hermano desde luego portaba una gran sonrisa al momento que íbamos bajando las escaleras del avión.

A la hora de entrar al aeropuerto, trataba de localizar a toda costa a Luke. Lo buscaba desesperadamente y no lo encontraba.

-¡CASS, EDWARD!- Tonia se encontraba con lagrimones en los ojos y yo comenzaba a desesperarme. ¿Dónde estaba Luke?

-Cariño- Edward abrazó a Tonia fuertemente al instante de estar juntos y una opresión negativa comenzó a ampliarse por todo mi cuerpo. Tonia después de separarse me abrazó a mí y al instante sentí un poco de alivio pero no lo suficiente.

-Tonia ¿Dónde está Luke?- ella me observó confusa y luego vio a Edward extrañado.

-¿Luke? Pensé que no le habían avisado. Él no ha mencionado nada- sentí de pronto una fuerte golpe, un golpe interno. El labio me empezó a temblar, sin embargo las lágrimas no llegaron. Tal vez se trataba de una broma pesada y me estaba esperando en mi hogar, obviamente. Luke nunca dejaría pasar mi regreso ¿O sí?

Aguardamos dentro del aeropuerto durante algún rato más. Mientras los segundos pasaban endemoniadamente lentos, mis nervios comenzaban a hacerme trizas... La seguridad iba perdiendo.

En cuanto estuvimos frente al lugar, bajé prácticamente de un salto. Mientras tanto Edward y Tonia bajaban tranquilamente, sin embargo a vista lejana pude ver como Tonia susurraba unas palabras en los oídos de mi hermano y este quedaba en blanco nuevamente.

Nuevamente esa expresión en su exuberante rostro. Miedo abatido con dolor, preocupación y nerviosismo. Estaba aterrado.

¿Qué demonios pasaba? En qué lugar me había metido. Era un pequeño ratón en medio de un holocausto, nada podía dejar que me derrumbara. Nada ni nadie podía volver a salvarme.

Mientras Edward hablaba en voz queda y susurrando con Tonia ella movía las manos de una forma exagerada y sus ojos observaban a su alrededor todo el tiempo. ¿Alguien nos seguía? ¿Estábamos siendo vigilados? ¿Al fin ella había encontrado un espacio vacío para colarse y empezar su destrucción? Yo era un pequeño ratón y ella era el gran holocausto. Ella era mi destrucción.

Mi hermano camino al lado de Tonia con un aire cansado, un porte que no había visto en él desde hace mucho tiempo. Ella ocultaba algo en sus ojos y sus movimientos y expresiones lo daban a notar. Pasaba algo, algo endemoniadamente malo, malvado.

-¿Pasa algo?-

-Que si pasa algo...-

-Calla Tonia- Edward observaba suplicando algo.

-¡No puedo! Simplemente no puedo-

-¿Qué diablos les sucede?- Edward y ella se observaron en silencio.

-Que me ha llegado una amenaza de muerte, eso pasa- jamás había escuchado esa nota de tención y nerviosismo en la voz de Tonia y mucho menos había notado temblar a mi hermano. Los dos estaban al borde del pánico. Observé las llaves del coche en las manos de mi hermano. Su querido Mercedes el cual había estado estacionado en el jardín desde que nos fuimos a Australia. Sin pensarlo unos segundos más, le arrebaté las llaves a mi hermano y me eché a correr.

-¡CASSIE! ¡CASSIE!- Lo vi correr atrás de mí, de inmediato encontré el auto y subí a él con el pulso acelerado y las manos temblorosas al ponerlo en marcha. Mi hermano llegó golpeando la ventanilla- ¿Pero qué diablos haces? ¡Baja de ahí!-

-Luke, tengo que verlo-

-¡NO CASSIE!- el pánico inundo su angelical rostro. De verdad tenía miedo y la culpa comenzó a crecer en mí. De inmediato volví a prender el auto- ¡Bendito dios baja de ese jodido auto! ¡CASSIE!- ya era tarde, estaba a segundos de abandonar la casa. En cuanto estuve lo bastante alejada de ahí la opresión en mi pecho creció. Me sentía culpable, endemoniadamente culpable por hacerle esto a él.

Mientras manejaba con la respiración acelerada al centro de la ciudad no pude dejar de recordar los ojos llorosos, las manos temblorosas y la expresión de miedo y desasosiego de mi hermano. No era normal que hiciera eso, sabía que tenía miedo pero por esto regresamos. Él sabía que la razón de mi regreso tan solo era Luke... estaba tratando evitar mi encuentro con él. 

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