Daniel.
-¡No!-exclama al otro lado del teléfono.-Me voy para alejarnos, no para que vengas a buscarme,me voy con Elena, no nos busques, por favor te lo pido.-murmura dolida.
-Pues siento darte la mala noticia de que te necesito en mi vida.-suspiro como si lo lamentara y le doy el ticket a un trabajador de allí.
-Daniel, no voy a volver contigo.
Au, eso ha dolido.
Daniel Martínez, rechazado.
No conocía el significado de esa palabra, más bien es que no estaba en mi diccionario.
Supongo que ella me ha hecho saber que yo, Daniel, no soy el ombligo del mundo.
Pues así lo creía, ya que mis amigos me hicieron pensar aquello.
-No te preocupes, ya te conseguiré.
Y cuelgo.
Uu, que rebelde Daniel.-dice mi conciencia.
Mmm, te echaba de menos.
Y quién no.-ríe y río, a lo que el chico me mira y ahogo una carcajada.
Entro y me siento en el primer asiento que pillo.
-Elena...-murmuro para mí y la busco en los seguidores de instagram de Karina.
No encuentro ninguna Elena, pero bueno, eso no implica nada.
Horas más tarde.
Ando disperso por la estación de trenes, sé que estoy en París.
Bien, hasta ahí todo bien.
Ahora, son las...-miro mi reloj y luego a mi alrededor saliendo de aquel cúmulo de personas.- Las ocho, de la tarde.
Ya es suficientemente oscuro como para que la ciudad de la luz se encienda.
Es... bestial.
Decido hacerle un snapchat al río Sena.
París, mon amourr😆
Escribo en el texto que se puede adjuntar a la foto.
Miro los snaps y encuentro varios de Karina.
Qué raro, ella subiendo algo.
Irónico.
Miro las fotos, en la primera sale la ventana del tren, en la segunda sus pies, en la tercera la estación, en la cuarta la Torre Eiffel.
Y de pie de foto; esperándote, mi niña.
Bien, ya se a donde ir, perfecto.
Ando sin prisa pero a un ritmo ligero con la maleta que hace que las baldosas de París claquetén.
Mi teléfono suena interrumpiendo la calma que me rodeaba.
-¿María?-digo incrédulo al descolgar.
Mi hermana.
Llamándome.
Que normal.
-Dónde está Karina.-dice lo más seria que puede.
-Oh, hermanita, estoy bien, gracias por preguntar.-digo asqueado.
-No he preguntado.
Premio Nóbel de la inteligencia para mi hermana, por favor.
-Y a qué viene eso.-digo en su mismo tono sin bajar el ritmo de mis pasos.
-A que estoy en la puerta de su casa, y no responde, y, oh, tú tampoco, que casualidad.-ríe sarcástica y borde, a lo que yo suspiro.- ¿Tú sabes que estoy a su cargo?
Oh, mierda.
Es mejor que no le mienta.
-Ha ido a buscar a su amiga Elena.-suspiro cruzando un bonito puente lleno de candados.
-¿Elena?-pregunta con voz atemorizada.
-Elena, sí.
-Dani, Karina no tiene amigas.
-Esta la hizo por internet.-miro a mi derecha para proseguir el camino.
-No me has entendido Dani.-murmura.- Encuéntrala, ya.
-Mandona.
-Daniel Martínez, Karina ha sufrido depresión, me lo dijeron sus padres, y a raiz de la depresión esquizofrenia.
-¿Esquizofrenia?-frunzo el ceño.
-Elena es producto de su imaginación.-termina por decir y abro mucho los ojos.
Ay la madre que la trajo.

ESTÁS LEYENDO
A Que No Me Dejas.
Novela JuvenilMe dijiste que me querías. Advertencia: esta historia es completamente mía. Atrévete a copiarla. Siempre encuentro a los inútiles sin imaginación. ¡No copies historias! Att: la amable escritora:)