Cuatro: El jefe

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Ella era una mujer preciosa, del tipo de belleza que no es concedida por un bisturí y agujas de colágeno, era natural y demasiado bonita. Tenia la piel oscura, ojos grandes y unas pestañas dignas de envidia, no tenia mucho maquillaje y tenía la cabeza y las manos cubiertas además de toda su ropa que no dejaba nada a la vista, sin embargo el estampado de la tela y las cuentas brillantes solo hacia que ella se viera como una reina.

 Tenia la piel oscura, ojos grandes y unas pestañas dignas de envidia, no tenia mucho maquillaje y tenía la cabeza y las manos cubiertas además de toda su ropa que no dejaba nada a la vista, sin embargo el estampado de la tela y las cuentas brilla...

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Intimidada por la belleza de la mujer ella asintió torpemente y esperó a que se retirara primero pero justo entonces un hombre alto moreno y de ojos azules salió de la nada pareciendo muy molesto en un costoso traje hecho a la medida.

—¿Amira, quieres...? —Él se congeló a mitad de oración y Georgiana sintió como todo el color abandonaba su cuerpo. Frente a ella estaba el hombre que hace solo un par de horas la estaba besando y gimiendo en su cuello. La hermosa mujer se movió ajena ante el cruce de miradas de las otras dos personas en la habitación y sonriendo feliz se movió hacia la sala de la suite amenazando con dejarlos solos, ella sintió como sus rodillas amenazaban con doblarse así que tomo aire y salió de la habitación lo más rápido que sus pies le permitieron.

Estaba hiperventilando, no podía ser que ella se había metido con un huésped ¡Y estaba casado! Ella jamás se vio venir eso, él parecía tan joven y despreocupado ¡Ni siquiera tenia anillo en el dedo! Era una lástima que un hombre tan atractivo como él fuera semejante idiota. Georgiana corrió por el pasillo y se dio de bruces contra Gabrielle ¡Gracias a Dios!

—¡Gia! Por el amor de Dios ¿Qué te ocurre? Parece que fueras a llorar, estás pálida.

—Gabi... Dios, no vas a creerlo —A lo lejos escucharon el elevador abrirse y una suave conversación entre varias personas, Gabrielle la tomó del brazo y la empujó hasta el cuarto donde se guardaban los suministros de limpieza.

—¿Qué pasó? —preguntó realmente preocupada por su amiga.

—¡Demonios! ¡Maldición, no puedo creer que me pase esto a mi! —Gia comenzó a despotricar sin sentido pateando de vez en cuando un carrito lleno de toallas sucias, Gabrielle empezó a desesperarse por no saber qué hacer para ayudarla.

—¡¿Qué es lo que pasó?! —Gabrielle dijo en un tono brusco y comenzó a zarandear a Gia hasta que se quejó porque le hacia daño.

—El hombre de anoche ¡Es un huésped! —Gabi alzó una ceja esperando a que continuara ya que eso no le impresionaba mucho, no era algo tan grave como para que ella perdiera la cabeza de esa forma—Lo peor es que se hospeda en la suite presidencial... Con su familia.

—Cuando dices familia... ¿Quieres decir sus padres y tal vez algún primo extraño? —Georgiana gimió como si quisiera llorar y negó con la cabeza.

—Hablo de una mujer, posiblemente candidata a Miss Dubai o algo así ¡Está casado! —chilló con desespero.

—Oh dios mio —Gabi llevó sus manos hasta su boca y abrió mucho los ojos realmente sorprendida.

Junto a ti {REESCRIBIENDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora