Veintiuno: Valiente

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—El doctor llamó —fue el saludo de su madre a penas llegó. Ella no se veía bien, estaba pálida y tensa. Georgiana inmediatamente corrió a su lado.

—¿Mamá? —pero su madre estaba mirando hacia la pared sin ninguna expresión.

—Tenemos que ir al hospital, ve a cambiarte. Ya dejé a Daniel con la vecina —Georgiana fue corriendo a su habitación a penas reteniendo el impulso de gritar, se puso unos pantalones y el primer suéter que vio, se apresuró a cepillarse los dientes y a ponerse unos zapatos deportivos. Ella se miró al espejo, sus ojos estaban muy abiertos por el miedo y estaba más pálida de lo normal así que inhaló hasta llenar sus pulmones y luego exhaló lentamente tratando de tranquilizarse. Recordó brevemente los nuevos exámenes de sangre de su madre y se dijo que el doctor Rogers solo quería decirles que todo estaba dentro de los parámetros normales y que fue una falsa alarma.

No se creyó su discurso interno.

Salió del baño y se encontró a su madre que aún estaba tensa, ambas tomaron un taxi porque estaban demasiado desesperadas por saber la verdad. Ninguna de las dos dijo una palabra en todo el camino al hospital. No podían.

El doctor Rogers las recibió como siempre en su consultorio, parecía algo estresado y ansioso, algunas veces se veía así cuando tenia muchos pacientes o cuando hacia una ronda en Emergencias.

—¿Como han estado? —preguntó el doctor, Georgiana estaba demasiado nerviosa para responder así que fue su madre la que hablo sin sentido un rato con el doctor mientras ella permanecía callada mirando sus manos. Sabia que había algo mal pero no sabia si quería escucharlo —Entonces, hay algo que quería hablar con ambas.

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—¿Qué está pasando? —preguntó Georgiana sin poder contenerse, el doctor la miró y pronuncio las palabras que ella temía.

—Han aparecido células cancerígenas—Georgiana sintió como todo su cuerpo se sacudía, instintivamente alargó la mano y tomó la de su madre quién no dudo un segundo en agarrarla con un apretón de muerte pero a ella no le importó —Aún no sabemos si tienes nuevos tumores y son malignos o benignos, por lo que hay que hacer estudios. No debemos precipitarnos Cheryl, tal vez solo sea una falsa alarma pero es algo para tener en cuenta.

—Está bien —dijo su madre pero salió más como un suspiro. Georgiana tomó una profunda respiración y miró al doctor tratando de transmitir una calma que no sentía.

—¿Qué debemos hacer primero? —pasaron a través de algunos exámenes rápidos y un montón de programación para próximas citas, incluyendo un psicológo para lidiar con el hecho de que probablemente el cáncer podía haber vuelto. El doctor Rogers trató de tranquilizarlas a ambas diciendo que todo era procedimiento estándar pero Georgiana no terminaba de creerselo, solamente pensaba en su madre y como el pensamiento de perderla le hacia paralizarse de miedo. No quería vivir en un mundo sin las sonrisas de su madre, sus abrazos sanadores y sus cupcakes de chocolate ¿Qué sería de ella? ¿Qué sería de Daniel? ¿Cómo podrían vivir sin la persona que les daba sentido a su vida?

El viaje a casa fue igual de silencioso que el viaje al hospital, solo que ésta vez había una pesada nube negra sobre ambas, Gia tomó la mano de su madre y no la soltó hasta que estuvieron frente a la puerta de su casa. Su madre entró en su habitación alegando que quería descansar, ella por su parte cruzó el pasillo y fue por Daniel quién al notar que su humor no era el mejor le dio un abrazo y se fue a ver televisión en silencio.

Georgiana se sentía como un barco a la deriva y su madre no había salido de la habitación desde el viaje al hospital. Hizo la cena para Daniel y se entretuvo mientras él le contaba como había sido su día en la escuela y luego con la vecina quién según su hermano hacía la mejor tarta de manzanas del mundo.

—Será mejor que mamá no se entere que dijiste eso —él soltó una risita y se tapó la boca con las manos.

—¿Dónde está mamá? —preguntó moviendo sus manitas y ocasionalmente su boca.

—En su habitación —respondió Georgiana sin querer dar muchos detalles.

—¿Está enferma? —ella se paralizó porque él sin saberlo había dado con la pregunta del millón.

—No cariño, solo está cansada ¿Terminaste? —Gia le dio un baño a Dani y lo dejó vestirse porque "Ya era muy grande como para vestirse solo", ella se dio una ducha y se puso su pijama, luego fue al cuarto de Dani que le entregó un libro de cuentos. Daniel estaba aprendiendo a leer con la ayuda de sus profesoras y la psicopedagoga de la escuela, le estaba costando un poco pero no era una misión imposible y desde hace unos meses Gia le leía un cuento para que él se acostumbrara a leer los labios. Una vez que se durmió fue a su habitación y tomó su teléfono, era tarde y no esperaba que contestara pero Travis descolgó al segundo tono.

—¿Hola? —Travis tenía la voz ronca y ella se sintió mal.

—Oh te desperté, lo siento de verdad. Llamaré mañana, vuelve a dormir —ella estaba a punto de colgar pero él no la dejó.

—¡Espera! —escuchó el sonido de Travis moviéndose, probablemente incorporándose en la cama —¿Gia? ¿Qué pasa? ¿Daniel está bien?

—Si, lo siento, no pensé que estarías dormido —ella se movió para sentarse en su cama y el nudo en su garganta casi le impide hablar.

—Está bien, cariño ¿Me creerías si te digo que estaba dormido frente a la televisión? De todas formas tengo que ir a la cama.

—Hoy fui al médico con mamá —soltó ella luchando con la desesperación.

—¿Cómo estuvo?

—Hay una posibilidad de que el cáncer regresara... No sé que hacer Trav, si algo le pasa y-yo... Y D-dani es tan pequeño-o —terminó con un sollozo y luego las lágrimas rodaban libremente por su mejilla, trato de concentrarse en las palabras de Travis.

—Lo siento tanto cariño, de verdad. Ella es una mujer fuerte y sé que lo superará ¿Dijiste que es una posibilidad?

—S-si

—Entonces no es algo seguro, Gia. No llores por una posibilidad por favor, ella estará bien —ella sintió como las palabras de Travis deshacían el nudo que sentía en el pecho, la verdad es que tenía sentido lo que estaba diciendo —Hazme un favor, sé la mujer valiente que sé que eres y enfrenta esa posibilidad, por Daniel.

—Por Daniel —repitió ella acomodándose mejor en la cama, sintió sus ojos más pesados y su respiración más larga.

—Asi es, corazón. Mañana pasaré temprano por ti y llevaremos a los niños a la escuela ¿De acuerdo?

—Bien —respondió ella —¿Trav?

—¿Si?

—No cuelgues. No quiero sentirme sola —ella sabia que estaba siendo una niña pero no le importó —Hablame de tu día.

—Pues fue un dolor en el trasero —ella sonrió y poco después se quedó dormida con la voz de Travis.

Junto a ti {REESCRIBIENDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora