Dieciséis: Feria.

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La feria era bastante atrayente, más que nada por el millón de atracciones, juegos con premios y comida chatarra. Georgiana miró con atención la rueda de la fortuna y recordó la primera y última vez que había estado en una feria cuando tenia solo dieciséis años y había venido con sus amigos a pasar un buen rato esperando que alguien les pudiera comprar cerveza barata y cigarrillos. Estaba en sus años de rebeldía y como cualquier adolescente hormonal creía estar pérdidamete enamorada de un tonto flacucho punk.

Sintió que alguien tiraba de su abrigo sacándola de sus ensoñaciones, bajó la vista y vio unos ojos azules tratando de llamar su atención. Daniel le preguntó si podían ir por algodón de azúcar y luego al carrusel pero Sam quería manzanas de caramelos y los carros chocones así que ella miró a Travis en busca de ayuda pero él solo sonrió y dijo —¿Y por qué no hacemos todo? Tenemos mucho tiempo.

Los niños corrieron felices mientras los adultos los miraban a una distancia prudente, fueron primero por los dulces porque a todos se les hizo agua la boca cuando sintieron el olor a azúcar en el aire. Georgiana y Daniel obtuvieron un algodón de azúcar y Travis y Sam manzanas acarameladas.

—¿Cuál es tú nuevo trabajo? —preguntó ella, Travis tragó el resto de su manzana y la miró.

—Un amigo tiene una constructora y trabaja en esa nueva zona residencial del centro y quiere que lo ayude con la electricidad —ella lo miró sorprendida por segunda vez en un día, tal vez no debería ya que ella en realidad no sabia mucho sobre él así que trató de recomponerse lo más rápido posible —No me mires así, sé un montón de cosas.

—Lo siento —ella se disculpó completamente avergonzada, sintió sus mejillas ponerse rojas pero solo escuchó la risa de Travis así que se metió un enorme pedazo de algodón de azúcar en la boca.

—Me gusta cuando te sonrojas, tus pecas resaltan más —eso hizo que ella se sonrojada aún más y ahora estaba nerviosa —cuando la madre de Sam me dijo que estaba embarazada yo a penas estaba entrando a mi segundo año de universidad, me asuste pero lo asumí y comencé a buscar trabajos, hice un montón de trabajos durante un año, nada permanente pero me ayudó mucho.

Georgiana se quedó callada porque no entendía como él podía saltar de un tema a otro con tanta naturalidad.

»Después que ella se fue lo más difícil fue aprender a cuidar de mi hijo, yo no lo entendía ya que en teoría había sido un buen padre y que ella se fuera alegando que no estaba hecha para esa vida ¡Maldición! Eso todavía me molesta. Me maté trabajando día y noche para conseguirles un hogar y comida en la mesa pero ella solo nos dejó como si no significaramos absolutamente nada.

Gia miró a los pequeños que ahora gritaban y reían sobre los carritos chocones para niños —Sam es un niño tan hermoso, no sé como alguien podría dejarlo. Haces un gran trabajo Travis, no la necesitas después de todo.

—¿Pero y él? Me ha preguntado por su madre y no he sabido como contestarle Georgiana, él de verdad cree que ella volverá y yo no sé que hacer —en ese momento ella no supo exactamente por qué pero al ver la cara de derrota de Travis no pudo evitar que las palabras salieran.

—No te preocupes, ahora nos tiene a Daniel y a mi —ella le sonrió y le apretó la mano, Travis asintió y luego vieron a los pequeños salir y arrastrarlos hasta los carruseles.

—¿Podemos ir luego a la montaña rusa? —Georgiana se sintió desfallecer por la mención de su juego menos favorito pero no podía decirle que no a Sam y sobre todo cuando la miraba de una forma que la desarmaba toda así que supuso que tendría que aguantar las ganas de vomitar y subirse al condenado juego.

El resto de la tarde lo pasaron de juego en juego, los niños estaban teniendo la mejor tarde de sus vidas a pesar de algunas complicaciones con el lenguaje pero era casi espeluznante como ambos se entendían sin decir mucho. Travis ganó uno de esos enormes osos de peluche para ella. Daniel le pidió ir al baño pero Travis se ofreció a llevarlo al de hombres así que ella se quedó con Sam, el pequeño de cabello café y ojos verdes no tardó mucho en preguntar lo que le rondaba por la cabeza.

—Georgiana —dijo él atrayendo su atención, parecía tan pequeño e inocente y ella solo quería besuquearlo y abrazarlo —Mi mamá se fue hace mucho tiempo, o eso me dijo papá ¿Tú serás mi nueva mamá?

—Oh vaya, ¿Por qué dices eso cariño?

—Es que vi como besabas la cara de papá... Me gustaría que fueras mi mamá y así Daniel sería como mi hermano —¿Qué podía decir ella sobre eso? No podía simplemente mirar esa carita y decir no.

—Sam, tú papá y yo solo somos amigos pero eso no significa que Daniel no pueda ser como tú hermano, los hermanos se cuidan y se quieren mucho ¿si? Siempre lo tendrás sin importar nada, igual que a mi ¿De acuerdo? —el pequeño la miró con los ojos verdes inundados en lágrimas y la abrazó, Georgiana no pudo evitar soltar un par de lágrimas —estarás bien cariño, yo estoy aquí, no pasa nada.

Georgiana vio a Travis volver con Daniel pero le dijo que los dejara solos un minuto a través de señas así que se llevó a Daniel a ver algún juego. Ella abrazó a Sam un rato tratando de transmitirle todo el cariño que sentía por él luego le dio un beso en la frente y le secó las lágrimas.

»Oye amigo, basta de lágrimas ¿si? Mejor vamos por una rebanada de pizza ¿Quieres?

—¿Podemos subirnos a la rueda de la fortuna después? —él tomó su mano y ella comenzó a guiarlo hacia su padre.

—¡Claro! Adoro la rueda de la fortuna, puedes ver toda la ciudad desde la cima ¿sabias eso? —Georgiana pensó un momento en llevarlos al London Eye pero supuso que a esta hora estaría cerrado por lo que programo una visita para la próxima vez en su cabeza. Se acercaron a Travis y Daniel que jugaban a llenar los globos con agua hasta que se reventaran usando una pistola de agua, Travis ganó un peluche pequeño de un elefante y se lo dio a Daniel, ella pudo decir que su hermanito lo amó al instante.

Se movilizaron a la parte de comida rápida y todos tomaron una rebanada de pizza, en algún momento mientras llegaban ahí Travis tomó su mano para detenerla como ella hizo en la escuela y besó su mejilla susurrando un "gracias" ni hablar que después sus pecas fueron más notorias gracias al sonrojo infinito que eso le provocó. Finalmente fueron a la rueda de la fortuna y los niños ya empezaban a bostezar, los cuatro se montaron en una cabina doble, los pequeños gritaron cuando empezaron a notar lo alto que estaban y Georgiana trataba de sostenerlos por miedo a que se cayeran aún cuando estaban bien sujetos al asiento.

Habían olvidado que se suponía que a las ocho habría un espectáculo de fuegos artificiales, así que cuando se detuvieron en lo más alto de la rueda de la fortuna donde se podía ver gran parte de la zona (no toda la ciudad, para su decepción) empezaron las luces de colores en el cielo y ella pudo decir que fue la noche más mágica de su vida, le dio una pequeña mirada a Travis que la veía con una sonrisa y supo que él pensaba lo mismo.

Junto a ti {REESCRIBIENDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora