Treinta: Tambaleante

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El sonido de su teléfono los sacó a ambos del trance, Georgiana se movió con rapidez tratando de ocultar sus mejillas probablemente demasiado rojas, el corazón todavía le iba a toda velocidad y se sentía como que sus extremidades ahora eran solo de gelatina. Zahid por su parte se alejó y fue por otra copa de vino, de verdad la necesitaba después de aquel momento tan... Intenso. Todavía trataba de poner orden a sus ideas mientras la copa de vino permanecía llena, cuándo Georgiana se asomó por la puerta de la cocina luciendo preciosa con sus cabello recogido en un moño desordenado, las mejillas aún rosas y esa cara de muñeca que lo desarmaba por completo.

"Si solo ella supiera lo que me hace cada vez que sonríe así " pensó él mientras apuraba lo último del vino.

—La cena tendrá que ser para otro momento, tengo que recoger a Daniel —él asintió y alcanzo su chaqueta para buscar las llaves del auto, no pensó en ponérsela y eso solo confirmó la idea que lo venía atormentando hace un tiempo; ella, su sola presencia, hacia que se sintiera más libre, más flexible, más feliz...

—Te llevaré —ella asintió y luego ambos caminaron juntos hasta el ascensor, ninguno de los dos hablaba ¿para qué? Todo había sido dicho ya. Al cabo de unos minutos ella jugueteo con la radio y para cuando llegaron al barrio de ella Zahid iba moviendo la cabeza al ritmo de una absurda canción pop y Georgiana tarareaba felizmente — ¿Desde hace cuanto viven aquí?

—Cuatro años o algo así —ella hizo una mueca como si le recriminara matar la buena vibra que tenían pero no podía evitar pensar que no era el barrio más bonito o el más seguro, ni siquiera Zahid podía entender por qué esto de repente le molestaba.

—No se ve muy seguro.

—Zahid... —ella iba a decir algo pero se calló inmediatamente y se irguió en el asiento con el ceño fruncido, justo en frente de su apartamento estaba estacionado un jeep que Zahid había visto e otras ocasiones y junto a el estaba un tipo alto, rubio y musculoso: el novio de Georgiana.

—Supongo que te veré... en otra ocasión —dijo él queriendo que la situación fuera menos incomoda pero ella solo lo miro y le sonrió con una expresión tranquila en el rostro.

—Si, gracias por todo. De verdad —él se encogió de hombros y antes de poder decir algo ella ya se había ido dejando el leve olor a flores de su perfume. No se quedo para ver como interactuaban entre ellos ¿Para que? eso solo lo lastimaría así que se fue lo más rápido que pudo a su departamento donde cenaría y se iría a dormir... solo.

—Hola ¿Pensé que estabas ocupado? —Georgiana caminó hacia Travis sintiéndose como una sucia traidora a pesar de que a penas había tocado la mano de Zahid, aunque se sentía más culpable por el remolino de sentimientos que él había desatado con un par de palabras. Travis la miró en silencio, el viento frío de la noche revolvía su cabello, tenia los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido.

—¿Quién te trajo? —ella no contestó porque algo en la posición defensiva y en la mandíbula apretada de Travis le dijo que debía andar con cuidado —¿Era él, cierto? ¿Ese imbécil que está casado?

—Aún no está casado —murmuró ella estúpidamente, eso solo hizo que él se molestara más.

—¡Oh, lo siento! ¿Eso es lo que te dijo ésta vez para meterse en tus pantalones?

—¿Qué demonios te pasa? —dijo ella entre dientes mandando a la mierda todo eso de "llevemos la fiesta en paz"

—¿Qué me pasa? ¡Acabas de llegar en el auto del tipo que hace un par de meses hizo que perdieras tu trabajo y lloraras en mis brazos! Disculpame si no me complace verlo de nuevo ¿Qué otras idioteces te dijo para que le dieras una oportunidad? —él se acercó y ella bajó la vista completamente avergonzada —Te lo dije una vez y te lo diré de nuevo: mereces ser más que la segunda opción de alguien.

Junto a ti {REESCRIBIENDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora