Nueve: La amante

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No sabia por qué pero Zahid se estaba acercando a ella ¿ella quería besarlo? Si y mucho dado que aún tenia en la cabeza la imagen de él sin camisa en el baño pero sus pensamientos aún seguían revueltos y a pesar de que sabia que él no estaba casado aún se sentía sucia.

—Esto no es correcto —susurro ella mientras él se acercaba más, Zahid no se inmutó y solo se detuvo cuando sus narices se rozaron, Georgiana respiraba con dificultad, estaba completamente abrumada, él estaba demasiado cerca y sus ojos demasiado azules vagaban por todas partes poniéndola nerviosa ¿qué estaba pensando?

—No pienses demasiado —murmuró él contra sus labios, un pequeño roce y ella ya estaba perdida, ella gimió y él enterró sus dedos en el cabello sedoso de ella juntando sus labios de una manera brusca y desesperada, Gia abrió la boca y la lengua de Zahid se deslizó dentro haciendo que ambos gimieran con deleite, la mano de Zahid viajó hasta su cadera y la atrajo hasta él de modo que cayera entre sus piernas.

Sentada a horcajadas sobre él, Georgiana jadeo por la sorpresa pero él no iba a darle tregua por lo que la besó otra vez profundamente haciendo que la necesidad en su interior creciera con cada roce y con cada toque, la ropa se estaba convirtiendo en una molestia así que ella comenzó a desabrochar la camisa que él se acababa de poner. Era casi ridículo como la encendía de un segundo a otro pero por que podía sentir el sentimiento era mutuo. Zahid dejó su boca para seguir dando besos desde su mandíbula hasta el valle de sus pechos, ella ya se estaba retorciendo sobre él, necesitaba un roce para satisfacer el dolor entre sus piernas, fue entonces cuando él posó ambas manos sobre su trasero y empujó sus caderas hasta que ambos consiguieron un poco de la fricción que necesitaban, ambos gimieron y ella tuvo que moverse un poco más.

—Levántate —gruño él con la voz más ronca que ella le había escuchado, eso la encendió aun más. Se levantó quedando entre las piernas de Zahid que en un movimiento se deshizo de los botones de su uniforme y lo tiró al suelo, luego acarició sus piernas suavemente y pasó su nariz desde su muslo hasta el centro de su deseo haciéndola jadear cuando dejó un beso ahí sobre sus bragas.

 Se levantó quedando entre las piernas de Zahid que en un movimiento se deshizo de los botones de su uniforme y lo tiró al suelo, luego acarició sus piernas suavemente y pasó su nariz desde su muslo hasta el centro de su deseo haciéndola jadear cu...

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—Mierda —gimió ella cuando bajó sus bragas y puso su boca ahí. Georgiana inmediatamente se sostuvo de sus hombros gimiendo, sus rodillas querían ceder pero él la sostenía en su lugar pasando su lengua hábilmente alrededor de su clítoris sin piedad. Finalmente la soltó y sus rodillas cedieron dejándose caer sobre su regazo nuevamente, Zahid no perdió tiempo y le quitó el sujetador de un movimiento llevándose un pezón a su boca, Gia gimió suavemente y se encargó de quitarle la camisa como pudo, luego fue por el cinturón de su pantalón y le dio una suave caricia a través de la tela de sus boxers, él gimió y alzó las caderas buscando más de su tacto.

Ella lo besó otra vez pasando las manos desde su cabello oscuro hasta sus esculpidos pectorales, viajando hasta su estómago, deteniéndose sobre sus pantalones dándole un suave masaje a su miembro que él agradeció con un gemido, ella se levantó y le bajó los pantalones y los boxers dejándolo gloriosamente desnudo.

Demonios, ese hombre es demasiado sexy para su propio bien,pensó ella al verlo completamente erguido y excitado.

Zahid se estiró hacia la mesita de noche y en el primer cajón encontró un par de condones, levantó a Georgiana del suelo y la colocó en el medio de la cama mirandola con una sonrisa lasciva, luego le dio besos desde la punta de su dedo hasta el interior de su muslo.

—¿Qué...? Oh... Oh —ella gimió cuando Zahid enterró su cara entre sus piernas y pasó su lengua suavemente por toda la longitud de su sexo, maldijo en voz baja cuando él comenzó su dulce tortura pasando su lengua de arriba a bajo y luego alrededor de su botón de placer mientras agregaba un par de dedos. La boca de Zahid Fazeli era el maldito cielo. Ella gritó y se retorció pero aún no era la fricción que necesitaba —Zahid, te necesito.

Él no necesitó otra petición porque en un segundo él estaba sobre ella besándola y volviéndola loca, alcanzó un condón y se lo pasó a él que con manos expertas lo sacó del paquete y se lo puso sobre su dura erección, se posicionó entre las piernas de ella y luego se hundió fuertemente haciéndola gritar en éxtasis. Zahid comenzó a moverse rápido y duro, saliendo y entrando tan fuerte como podía y ella solo podía gemir y recibirlo con todo lo que tenia, estaba en el cielo mientras un millón de sensaciones corrían por todo su cuerpo prometiendo el orgasmo más intenso de su vida. Una, dos, tres embestidas y ella se deshizo mientras el mudo explotaba en sus ojos y se volvía a reconstruir en un segundo, todo su cuerpo se relajó mientras él prolongaba su orgasmo y tras hundirse una vez más en ella gruño en éxtasis.

Zahid salio de ella en silencio y caminó hasta el baño para deshacerse del condón usado, Georgiana aprovechó la distancia entre ellos y se vistió a toda prisa, luego salio de la suite tan rápido como pudo y no respiró hasta que se metió en el armario de limpieza donde estaba sola para castigarse mentalmente. No podía creer lo que acababa de hacer, todo pasó tan rápido y ella lo deseaba tanto que no pudo controlarse. La realización de lo que acababa de hacer cayó sobre ella y las lágrimas llegaron a sus ojos.

Ella era la amante de un hombre comprometido.

Y no cualquier hombre, si no nada más y nada menos que su jefe.

No se movió hasta que pudo calmar el ataque de pánico que empezaba a construirse en su interior y justo cuando empezaba a abrir la puerta escuchó otra puerta ser azotada y un segundo después vio a Zahid pasando a toda velocidad por el pasillo, vestía un traje azul marino con corbata y todo, además pasaba los dedos por su cabello varias veces y parecía molesto, ella no se movió hasta que las puertas del ascensor se cerraron y aún así hizo su trabajo lo más rápido posible tratando de no pensar en lo que había pasado en aquella habitación hace tan solo unos minutos.

—Oye Gia —Gabrielle la encontró en su casillero a la hora de salida y al ver su cara fruncio el ceño —¿Qué pasa?

—Necesito emborracharme Gabi, todo fue un desastre —dijo con voz temblorosa, las lágrimas querían caer de sus ojos pero no ahí.

—Vamos chica, ya veremos que podemos hacer.

Junto a ti {REESCRIBIENDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora