Catorce: Abrazáme

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Su madre era la persona más maravillosa del planeta.

Georgiana pensó que al revelarle el motivo de su renuncia ella se enojaría, le gritaría y lamentaría el día en que le dio a luz. Pero esa increíble mujer solo la abrazo y dejó que llorara en su regazo como si tuviera cinco años otra vez.

—Georgiana querida, a veces nos equivocamos y cometemos errores. Georgiana, siempre vamos a tropezarnos. Va a haber un montón de piedras en tú camino pero vas a tener que levantarte y sacudirte el polvo para continuar —la abrazo con más fuerza y ella besó su cabeza llena de rizos con cariño.

—Soy un asco mamá.

—Jamás digas eso mi niña, eres una mujer maravillosa y perfectamente capaz de cualquier cosa. Tal vez te sientas mal de lo que pasó pero no debes culparte por eso, el lado bueno es que se acabó antes de que se hiciera más fuerte. Está bien Gia, pasó y no puedes hacer nada para cambiarlo pero puedes continuar y hacerlo mejor la próxima vez, tal vez conseguir una pareja estable.

—Si, claro —se burló y se levantó para ver a su madre sonriendole —No creo que después de esto quiera una relación. Como jamás.

—Oh, eso dices ahora —ella se levantó para ver la sonrisa picara en el rostro de su madre y resoplo con fastidio —¿Por qué no descansas un poco mientras yo voy a buscar a Dani a la escuela?

—Yo puedo ir a buscarlo —dijo y su madre de inmediato le dio una mira de exasperación.

—¡Georgiana! Estoy todo el día aquí metida, dejame buscar a tu hermano y descansa un poco, parece que lo necesitas —ella rodó los ojos pero cedió y le dio un beso a su madre para luego dirigirse al baño para una ducha relajante.

Georgiana pensó un poco en su vida; jamás fue una chica brillante, demasiado nerviosa y un poco ilusa. Empezó a trabajar a penas salió de la secundaria, para entonces su madre había quedado embarazada de Daniel, para ese entonces pensó que tendría una oportunidad en la universidad porque su nuevo padrastro se estaba encargando de las cuentas pero luego Daniel nació y unos meses más tarde descubrieron lo del cáncer, por supuesto el hombre huyó a la primera oportunidad.

Odió muchos de sus trabajos de medio tiempo, incluso odió el del hotel Fazeli, siempre pensó que podría estar haciendo algo más con su vida.

Escuchó un suave golpe en la puerta justo cuando iba por algo de comer con todos esos pensamientos rondando por su cabeza, caminó algo distraída a la puerta y la abrió sin preguntar quién era. Por supuesto no esperó que Zahid Fazeli estuviera detrás de la puerta, de hecho, jamás había esperado que él siquiera pasara por esa zona de la ciudad donde no había lujos y nada estaba hecho de oro y plata.

—¿Qué haces aquí? No, espera ¿Cómo si quiera sabes dónde vivo? —él la miró con una ceja alzada probablemente descubriendo que no siempre era una niña asustadiza.

—¿Puedo pasar? —él hizo un ademán de dar un paso pero ella lo detuvo poniendo su mano sobre el marco de la puerta.

—Me reservo el derecho de admisión. Ahora contesta mi pregunta —él la miró sorprendido, como si no estuviera acostumbrado a que le negaran nada y probablemente así era, luego suspiró en derrota y la atravesó con esos extraños ojos azules que la ponían nerviosa.

—Leí tú expediente personal —ella lo miró con molestia y no tardó en replicar.

—No tenías derecho para hacer eso —él le dio una sonrisa torcida.

—Jodidamente lo tengo cuando soy el jefe, Georgiana.

—Pues ya no soy tú empleada —ella cruzó los brazos sobre su pecho y estrechó los ojos en un claro desafío.

—Lo siento —Zahid la vio flaquear solo un poco pero eso lo ayudó a continuar —Lamento lo que pasó, de verdad. No estuvo bien que hayas tenido que pasar ese tipo de vergüenza. De verdad lo siento Georgiana ¿Cómo puedo compensarlo?

—No puedes, Zahid... Sólo vete, por favor. Este día ya ha sido demasiado largo —ella quiso cerrarle la puerta en la cara pero tenia un poco más de educación así que solo lo miró esperando su retirada.

—Pero no quiero irme. Ese es mi problema —ella sintió como su corazón bombeaba a una velocidad vertiginosa y como sus pensamientos se volvían una maraña de hilos, tragó saliva con nerviosismo cuando él tomó sus manos entre las suyas y la miró —Jamás quise quedarme tanto en un lugar.

—Y yo jamás quise tanto que alguien entrara en mi vida —ella apretó los labios y sacó sus manos del agarre de Zahid dando un paso atrás —pero ambos sabemos que esto no tiene un final feliz. Esto es el mundo real, Zahid, no podemos vivir de ilusiones.

—Lo sé —él dio un paso hacia adelante haciendo que sus pechos se rozaran y que respiraran el mismo aire —¿Podríamos pretender que no estamos condenados? Sólo quiero abrazarte y pensar que los... sentimientos que he desarrollado son reales.

—No te entiendo —sin embargo ella se acercó aún más y envolvió sus delgados brazos alrededor de su cuello, Zahid se agachó un poco y envolvió sus brazos alrededor de su cintura atrayéndola hacia él y hundiendo su cara en el hueco de su cuello. Él jamás pensó que abrazar a una mujer lo haría sentirse tan bien, tan tranquilo, tan liviano.

Georgiana aspiró su aroma profundamente sintiendo como las lágrimas empezaban a formarse en sus ojos, nadie la había sostenido nunca de esa forma, como si la necesitase para vivir. Tampoco podía negar que ella también tenía los mismos sentimientos, que no quería que se fuera y en su lugar quería ser ella la que él eligiera.

Ella se separó bruscamente al oír pasos en el pasillo, Zahid no debió oírlos porque parecía confundido pero un par de segundos más tarde su madre apareció en el umbral algo alarmada al ver la puerta abierta pero se tranquilizó un poco al ver que ella estaba bien, por otra parte un pequeño mono rubio corrió a toda velocidad hacia Georgiana y ella no tuvo más remedio que atraparlo en sus brazos. Zahid miraba la escena en blanco y su estómago se hundió cuando vio que el niño se separaba de ella y empezaba a gesticular con sus pequeñas manos. Georgiana lo miró sin emoción alguna y en una voz monótona le dijo.

—Creo que deberías irte —él obedeció porque en primer lugar jamás debió haber ido ahí y en segundo lugar ella se aferraba al pequeño niño como si él estuviera a punto de llevárselo contra su voluntad.

—¿Quién era él? —escuchó que su madre le preguntaba mientras él caminaba por el pasillo, Georgiana solo le dio una larga y dolorosa mirada a su madre, entonces ella entendió.

—Ya veo —ella se quedó mirando el lugar donde había desaparecido Zahid y asintió —es muy atractivo.

Georgiana resopló con fastidio y vio la mirada triste en los ojos de su madre pero sabía que no le diría nada sobre ello. Gia dejó a Daniel en el suelo y le dijo que fuera a cambiarse la ropa, su madre se había ido al baño así que ella tuvo tiempo para arrastrar los pies hasta la puerta y sentir como su corazón se rompía por alguien que nunca fue suyo y que jamás lo sería.

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Como vi que pedían otro aquí se los traigo porque es uno de mis favoritos ♥️

#Fact
Esta novela fue principalmente inspirada por las canciones Lay me Down de Sam Smith y All I Ask de Adele, además éste capítulo tuvo al menos tres versiones diferentes en mi cabeza hasta que al fin pude concretar una coherente.

¿Ustedes creen que Zahid y Georgiana deben terminar juntos?

Junto a ti {REESCRIBIENDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora