Quince: Eres mi mejor amigo.

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—¿Y bien? —Georgiana miró a su madre sonriendole desde la cocina siempre tan llena de confianza en ella. Dejó las bolsas de compras sobre la mesa y suspiró.

—Lo hice. Fui con el amigo de Gabrielle y solicité el puesto, luego tuve otras dos entrevistas, supongo que fue bien —su madre se adelantó y le besó la mejilla con cariño.

—Sé que lo conseguirás, querida —luego tomó las bolsas de compras y comenzó a vaciarlas mientras Georgiana se servía un vaso de agua y se quitaba la incómoda chaqueta que usaba para las entrevistas —Hice pastel de carne ¿Quieres un poco?

—Claro —ambas comieron en silencio interrumpiendo ocasionalmente para mencionar algo pero Georgiana estaba perdida en su mundo. Estaba más que preocupada, ya iban cuatro entrevistas y aún no la habían llamado de ningún lado, se preguntaba vagamente qué demonios pasaría si ella no conseguía trabajo.

—Querida —su madre interrumpió el hilo de sus pensamientos, notó que a penas había tocado su comida y pensar que era su favorita.

—Lo siento, ¿qué decías?

—¿Por qué no vas a buscar a Daniel? Tengo que ir con la señora Carter, quiere aprender a hacer tarta de fresas y Dios sabe que esa mujer es un desastre en la cocina —ella asintió a penas procesando lo que su madre dijo, se levantó de la mesa y tomó un abrigo más largo, tomó sus llaves y caminó las tres cuadras que habían entre su apartamento hasta el preescolar.

Mientras caminaba por la calle pensó brevemente en Zahid, se preguntaba qué estaba haciendo, tal vez ya había vuelto con su familia y se había disculpado con ellos, tal vez estaban celebrando su regreso todos juntos en familia y por supuesto él no pararía un solo segundo para pensar en ella y su insignificancia. Georgiana miró a los turistas detenerse a tomar fotos, vio a los verdaderos londinenses caminar apresuradamente esquivando a todo el mundo con maestría y ocupándose de sus asuntos. De repente se sintió abrumada, estaba en un mundo que iba a toda velocidad cuando ella solo quería ir más lento.

La primavera estaba llegando a su fin, empezaba a hacer más calor y los turistas se multiplicaban como cucarachas. El paisaje siempre fue hermoso en Londres para aquellos que sabían apreciarlo, los edificios antiguos y las plantas siempre verdes y rebosantes de vida. Ella amaba éste lugar, era su hogar después de todo.

—Georgiana — ella se dio la vuelta y vio a Travis saludarla unos pasos a su derecha, usaba una camiseta ajustada negra y pantalones caqui, llevaba un bolso detrás de él y como siempre le sonreía —¿Cómo estás? ¿Vienes por Daniel?

—Hey Travis —saludó algo incómoda, la última vez que lo había visto la dejo llorando en su casa después de que ella le confesara que se había acostado con su jefe, ni siquiera sabia como mirarlo a la cara. —Uhm, si, vengo a buscar a Dani —le dio una sonrisa tensa y supuso que él lo percibió porque ambos hicieron el resto del camino a la escuela en silencio.

—¿Cómo has estado? —preguntó casi en susurro, Georgiana sintió como todo sus músculos se hacían de piedra llenos de tensión acumulada.

—Bien —mintió —¿Cómo has estado tú?

—Bueno... dejé mi trabajo en el club, justo vengó de allá —ella alzó las cejas y abrió mucho los ojos por la sorpresa, definitivamente no se esperaba eso. Travis al ver su cara de sorpresa rió un poco y terminó de explicar —los horarios eran una mierda y cada vez me estaba costando más encontrar quién cuidara a Sam en las noches aunque usualmente lo hacen mis padres, pero he decidido ser una persona diurna y no dejar a mi hijo tanto tiempo abandonado en casa de mis padres.

—Eso es genial —ella sonrió, por primera vez en estos últimos días de estrés sintió como que el peso se levantaba un poco de sus hombros —Yo vengo de unas entrevistas de trabajo.

—¿Qué? ¿Qué pasó con el hotel? —ella le explicó brevemente el motivo de su renuncia, no le dijo la versión barata que trataba de darle a sus conocidos porque Travis sabía sobre Zahid y sentía como que era la única persona que no la juzgaría además de su madre.

—Soy una tonta y un desastre, también patética pero tal vez...

—Basta —ella lo miró confundida, él parecía molesto —Georgiana hazme el favor de no menospreciarte de esa forma. Te conozco desde hace tiempo y sé que no eres ninguna de esas cosas y estoy muy seguro de que tú también lo sabes pero te empeñas en degradarte por una estupidez que le pudo pasar a cualquiera. Conozco gente que si es un desastre patético y te juro que tú estás muy encima de ellos, no mataste a nadie ni cometiste ningún crimen así que deja de martirizarte de esa forma.

Se quedó muda del asombro. ¿Qué podía decir? Las palabras de Travis la golpearon justo en el rostro y con fuerza, sin embargo debía admitir que él tenía algo de razón o eso quería creer. Estuvo con un hombre comprometido que resultó ser su jefe, bien, tuvo la más grande humillación de su vida también y eso está bien porque en su momento fue horrible pero ya es cosa del pasado y no puede hacer más que aceptarlo y avanzar. Se sintió agradecida porque nadie le había hablado nunca de la forma en que lo hizo Travis y solo él pudo hacer que se sintiera mucho mejor.

No tuvo tiempo de contestar porque un par de angelitos corrieron a su encuentro, Georgiana tomó a Daniel en sus brazos y empezó a repartir besos por su cara, luego se acercó a Sam que estaba en los brazos de su padre y también lo llenaba de besos mientras él chillaba y trataba de alejarla entre risas.

—Oigan pequeños monstruos, tengo una idea —ella bajó a Daniel para poder comunicarse mejor con él, Travis hizo lo mismo y los cuatro formaron un pequeño círculo esperando a que ella hablara, Gia comenzó a hablar y a mover las manos al mismo tiempo —¿Quién quiere ir al parque de atracciones y comer algodón de azúcar?

Ambos niños saltaron llenos de alegría y Georgiana no pudo evitar sonreír con su corazón rebosante de felicidad. Mientras los niños corrían al auto de Travis ella aprovechó y tomó su mano entre la suya para detenerlo, luego se alzó de puntillas y le plantó un pequeño beso en su mejilla algo rasposa —Gracias por lo que dijiste, no sabes lo mucho que me ayudó.

—Cuando sea, bonita —él le dio una de sus lindas sonrisas que ella no pudo evitar devolverle. Ambos se separaron rápidamente cuando escucharon que los pequeños venían corriendo de regreso.

—¡Georgiana! —llamó el pequeño Sam corriendo hacia ella —Quiero enseñarte algo que aprendí —se giró hacia Daniel y empezó a formar señas con sus pequeñas manitos mientras fruncía el ceño en señal de concentración.

"Eres mi mejor amigo"

Daniel la miró con la sonrisa más grande que ella jamás le había visto, luego se acercó y abrazó a Sam. Georgiana los miró con el corazón en la boca y a punto de llorar, miró a Travis que le sonreía ampliamente y notó que jamás había tenido esa sensación de que la felicidad era tanta que no cabía en su cuerpo. Siempre tuvo ese molesto pensamiento de qué sería de Daniel mientras crecía, era difícil hacer amigos para él con su condición y aunque sabia que ella no podría estar siempre ahí para su hermanito tal vez Sam si podía y nada la hacia sentir mejor.

Junto a ti {REESCRIBIENDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora