Once: Deseos primarios

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Hoy era miércoles ¿no?

Miró su IPhone y descubrió que de hecho era jueves. Mierda, su estadía en Londres se estaba acortando cada vez más y él ni siquiera lo había notado. Había estado pisando reunión tras reunión desde que había llegado aquí, planeaba abrir otro hotel y expandir su pequeño imperio y para hacer eso tenia que hablar con un montón de gente y pedir un montón de permisos y papeleo inútil. Vio la hora en su reloj, 5:36 am.

Se estiró en la cama y por un momento se permitió pensar en lo que había pasado ayer en esa misma cama. Georgiana sobre él, debajo de él, gritando, jadeando, rogando. Mierda, no debería sentirse tan bien pero ella era adictiva para él, el sexo nunca se había sentido tan bien.

La imaginó en su cama aún cuando sabia que eso estaba mal, la imaginó con su cabello oscuro lleno de pequeños rizos, su nariz pequeña de botón, las pecas en sus mejillas, sus labios grandes y llenos y su piel bronceada. Sus caderas se movieron hacia arriba por inercia y gimió con frustración, pensó seriamente en terminar él mismo con lo que había empezado pero se rindió y se levantó para tomar una ducha fría.

Después de una larga ducha y una masturbada mañanera, se afeitó y se vistió con uno de sus usuales trajes aburridos listo para empezar el día.

—Buenos días, Señor Fazeli —miró a su alrededor y casi rodó los ojos al ver que la gerente de cabello rojo y mirada severa lo perseguía. Esa mujer era un dolor de cabeza pero al menos hacia su trabajo mejor que nadie.

—Buen día, Señora Baker —comenzó a revisar los correos y otras cantidades de mensajes en su teléfono mientras caminaba a la salida, esperando que eso fuera mensaje suficiente para que la mujer lo dejara solo.

—¡Señor! Quiero hablarle sobre el evento de mañana —eso lo detuvo y ella caminó un poco más rápido para alcanzarlo —los preparativos están casi listos pero hay unas cosas que me gustaría repasar con usted.

—Después. Ahora tengo una junta —miró su reloj y descubrió que de hecho iba tarde.

—Pero...

—Señora Baker, estoy muy atrasado y si no le molesta quisiera repasar lo que sea que necesite repasar conmigo en la cena,  si es de extrema urgencia envieme un correo electrónico y se lo contestaré en el transcurso del día. Buen día —se dio media vuelta y salió del hotel donde su auto ya estaba esperando, por su puesto no había algo más hermoso que su Lamborghini y hasta el valet lo sabia cuando le entregó sus llaves con un suspiro.

—Lo sé, hombre —dijo y se subió a su belleza amarilla.

El resto del día transcurrió lentamente, entre reunión y reunión con un montón de idiotas que querían decirle como gastar su dinero y como abrir otro hotel no seria beneficioso ¿Era una broma? Hasta ahora su cadena de hoteles era una de las tres mejores de Europa y los idiotas se atrevían a decir que no tendría éxito. Eso dijeron cuando inició su negocio y mirenlo ahora.

Para las tres de la tarde había terminado con toda la mierda en la oficina, para su sorpresa, así que fue al hotel porque había recibido un mensaje de Amira de que la llamara cuando pudiera. También tenía que llamar a su asistente para saber como iban las cosas en la oficina principal.

—¡Señor Fazeli! —maldijo por lo bajo y miró a la mujer correr hacia él —Veo que está temprano en casa, señor. Le envíe la lista por correo electrónico como sugirió pero en vista de que está aquí supongo que podemos conversar.

—Señora Baker, necesito hacer un par de llamadas y comer algo antes de reunirme con usted, la llamaré ¡Oh! ¿Podría pedir algo ligero para comer y enviarlo a mi habitación? Gracias. Adiós. —se movió hacia los ascensores y empezó a marcar a Amira.

—Hola Zahid —respondió ella en su lengua natal —Que bueno que llamas.

—Amira —respondió él en árabe —¿Pasa algo malo? ¿Como está tu padre?

—¡Oh, no! Todo está bien, lo siento no quise alterarte. Solo quería saber cuando volverías, el cumpleaños de Nassib es el domingo.

—Estaré ahí —escuchó el suave golpeteo en la puerta y se acercó para abrir. Como si hubiera leído su mente, la señora Baker envió a Georgiana con su comida y su boca se secó solo con verla —Debo irme, llamaré más tarde.

—De acuerdo, adiós querido —ella colgó ajena a a la mirada que él le daba a la mujer de servicio. Le hacia sentir sucio el querer a una mujer mientras hablaba con su prometida pero la ola de lujuria que lo envolvía cada vez que Georgiana estaba cerca hizo que todos sus pensamientos se esfumaran, ya tendría tiempo para sentirse mal sobre si mismo.

Él no dijo nada, solo guardó su teléfono en su bolsillo y tomó la parte delantera de su uniforme acercándola con brusquedad y uniendo sus bocas con violencia. Zahid no perdió tiempo y mientras besaba a Georgiana con una pasión primaria sus manos bajaron por su pequeña figura hasta el dobladillo de su falda. Se sentía ahogado, desesperado, necesitado.

Recordó brevemente el paquetito plateado en su bolsillo derecho y la empujó contra la pared más cercana besándola. Todo esto seria mucho más fácil de evitar si ella no estuviera igual de atraída a él pero la forma en la que ella correspondía sus caricias con pasión y entusiasmo lo volvía loco.

Se apartó de ella y vio su cara de muñeca toda roja y excitada, sacó el condón de su bolsillo y se desabrochó los pantalones lo suficiente como para sacar su pene y ponerse el condón, volvió a besarla y pensó "apartame maldita sea, esto está mal, dime que no me quieres" luego simplemente empujó sus bragas a un lado y entró en ella hasta la empuñadura maldiciendo en voz baja. Se movió varias veces duro y rápido mientras ella gemía fuertemente y correspondía sus embestidas pidiendo y rogando por más. Pues le daría más. Beso el cuello de Georgiana mientras empujaba diez veces en su interior y ella gemía en su oído, luego ella lo apretó más fuerte mientras su orgasmo la inundaba. Él se detuvo solo para arrastrarla a la cama y continuar por la siguiente hora.

Más tarde sentiría las consecuencias de todo pero por ahora solo podía concentrarse en el placer que le era proporcionado. Se sentía como un hijo de puta a toda regla pero a este punto ni siquiera pensaría en ello.

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