Veintinueve: ¿Por qué?

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—Estás preciosa, deja eso —ella no pudo evitar sonrojarse cuando la atrapó tratando de poner algunos rizos rebeldes en su lugar. Suspiró pesadamente y continuó caminando a su lado en dirección al elevador.

—Todos se me quedan viendo y estoy muy segura que es porque mi cabello es un desastre pero eso solo es una consecuencia del mal tiempo que hay afuera —ella rodó los ojos y luego sintió el cuerpo de Zahid sacudirse un poco ¿Estaba riendo? Si ¡Vaya! Si serio era atractivo, sonriendo era diez veces mejor.

—Estoy bastante seguro que no es eso —ella entrecerró los ojos en su dirección justo cuando entraban en el ascensor —No es usual verme con una chica bonita del brazo, seguro deben estar preguntándose quién eres.

—¿Qué? —entonces todo el color abandonó su rostro, Zahid notó su cambió de expresión y fácilmente supo qué estaba pensando —No pienses en ello, no es nada.

—No me gusta que la gente hable de mi, menos de cosas que no son verdad —ella clavó sus ojos en el suelo y mordió su labio inferior, él la miró con ternura y apretó su mano.

—Está bien, entonces mantendré mi distancia —la puerta del ascensor se abrió y él se alejó dejándola fría en la esquina del elevador. Un par de chicas entraron sonrojándose inmediatamente al ver a Zahid, empezaron a hablar en voz baja y en susurros, de vez en cuándo soltaban una risita y miraban de reojo a Zahid que ajeno a su presencia miraba los números del elevador de manera pensativa. Las puertas nuevamente se abrieron y entraron un grupo de cuatro hombres trajeados, si bien jóvenes, ninguno tan atractivo como el jefe. De pronto los hombres comenzaron a hablar con Zahid y ella empezó a sentirse más irritada por las tontas que ahora susurraban y la miraban.

No sabía como sentirse, tal vez un poco rezagada y por mucho que le costara admitirlo, un poco celosa pero Zahid solo estaba haciendo lo que le pidió: tomar distancia. Alguna parte de ella solo quería meterse en los brazos de Zahid y no salir jamás -quería pensar que esas eran sus hormonas hablando- mientras que la otra parte -la racional- se negaba a si quiera tocarlo por todos los estragos que ese hombre hacia en su cuerpo y esa espeluznante habilidad de que ella aceptara cualquier cosa que él propusiera.

¿Acaso se sentía de esa manera con Travis?

El ascensor finalmente llegó a la planta baja y Zahid se despidió cortésmente de todos los presentes pero antes de que pudiera moverse ella mandó todo a la porra y alcanzó su brazo para engancharse nuevamente a él, Zahid alzó una ceja en su dirección pero no dijo nada mientras la condujo hacia la salida dónde un auto ya estaba esperándolos. El hombre parado junto al auto le entregó las llaves a Zahid y se movió para abrir la puerta del copiloto, ella soltó una risita y se metió en el auto.

—¿Qué es tan gracioso? —ella negó y sonrió.

—Tú —entonces él fruncio el ceño —Es que me olvido de todo el dinero que tienes, a veces es algo raro pero supongo que te acostumbras.

—¿Te molesta? —preguntó dándole una pequeña mirada que le llegó hasta el alma, ella suavizó su voz.

—No es que me moleste... Sabes dónde vivo y como me las apaño para llegar a final de mes —ella dio un suspiro mirando por la ventana —seguro debe ser bueno no preocuparse por esas cosas.

—No es tan simple —ella lo miró y él alcanzó su mano para entrelazar sus dedos —tú bien sabes que el dinero no brinda felicidad, esa se obtiene con un poco más de...

—¿Sacrificio? —ofreció ella y él inclinó la cabeza como pensando.

—Yo iba a decir "sufrimiento" pero supongo que el sacrificio encaja mejor —Georgiana quiso decir "He tenido mi ración de eso ¿Dónde está mi final feliz?" pero no se atrevió así que el resto del camino solo se escuchó la suave melodía de la radio. No tenía ni idea de a dónde se dirigían, de vez en cuándo encontraba algún punto de referencia como un local o el nombre de una calle pero pocas veces en su vida había estado en ese lado de la ciudad. Finalmente después de veinte minutos Zahid entró en un garaje subterráneo de un edificio y aparcó sin problemas.

Junto a ti {REESCRIBIENDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora