Seis: Un amigo

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El día estaba gris y lleno de nubes, como era de costumbre en Londres casi todos los días, iba a llover y Georgiana lo sabía, es como una especie de don que tienen los nativos, el saber cuando las nubes grises de hecho van a ceder y soltar un diluvio. Pero a ella no le importó.

Aún se sentía aturdida por la breve charla que tuvo con la jefa en los vestuarios, la anciana la llevó a un rincón alejado y le contó lo que el señor Fazeli le había dicho sobre sus vacaciones pagadas y su nuevo aumento de salario que casi hizo que ella se volviera a desmayar. Por supuesto, la vieja mujer se encargó de darle la información y que sonara como una sarta de insultos pero eso no le preocupó porque las insinuaciones que habían salido por su boca esta vez eran ciertas sólo que ella no tenía ni idea.

Si, se había acostado con el jefe y había obtenido beneficios.

Ella se sentía realmente estúpida y muy enojada.

Obviamente el idiota solo trataba de comprar su silencio con una enorme suma y vacaciones pero ella misma mentiría si dijera que no quería el aumento, el dinero resolvería muchos de sus problemas e incluso le daría cierto respiro. Dios mio, ni siquiera tenia claro como se sentía con la situación.

Gia caminó lentamente hasta la parada de autobús más cercana sin importarle las diminutas gotas de agua que caían, estaba tan perdida en su cabeza que ni siquiera registró el viaje a casa hasta que su madre le preguntó qué hacia en casa tan temprano.

—Oh, me sentía mal así que me dieron el día ¿Eso es chocolate? —Georgiana sonrió quitándole una mancha de chocolate de la mejilla a su madre quién salto avergonzada y corrió a limpiarse la cara.

—Estoy haciendo mini cupcakes para Dani, ayer se los prometí.

—¿A qué hora sale de la escuela? Yo podría ir a buscarlo —Gia caminó alrededor de la cocina y metió la mano en el bol con la mezcla, su madre le dio una palmada en la mano y la sacó de la cocina.

—Sale en una hora ¡Ahora sal de aquí que estoy cocinando! —Gia soltó una carcajada y le dio un beso en la mejilla a su madre, luego fue al baño por un baño caliente y para su tortura todo el día de hoy se rebobino en su cabeza. No se sentía excepcionalmente mal por lo que había hecho ya que ella era ignorante de todos los aspectos de vida de Zahid pero si se sentía mal por su esposa y su hijo, es decir, ella misma sabia cuanto dolía un engaño tanto de una pareja como de un padre.

Suspiró y salió del baño y se encerró en su habitación, se puso un suéter grueso negro, unos jeans y unas botas altas, tomó su abrigo y su bolso y salio caminando el par de cuadras que la llevaban al preescolar de su hermanito, se quedó parada afuera un par de minutos ya que todavía no era la hora de salida y entonces una Range Rover ligeramente familiar estacionó frente a ella.

—¿Travis? —el hombre bajó del auto y le dio una sonrisa confusa, como siempre él le llevaba al menos una cabeza de alto usaba un suéter negro que hacia que sus músculos se marcaran más, unos pantalones viejos y pesadas botas negras. Era raro verlo fuera del trabajo y se veía hasta normal cuando no mostraba sus brazos cubiertos de tinta.

—Hey Gia ¿Qué haces aquí? —ella no pudo contestar ya que sonó un timbre avisando el final de las clases, un mar de pequeños niños cubrió todo el lugar y ella se congeló cuando un pequeño de cabello castaño corrió hasta Travis y éste lo alzó en el aire dándole un abrazo, eso era... Inesperado.

—No sabia que tenias un hijo —soltó ella antes que las palabras fueran procesadas por su cerebro, quiso golpearse por ser tan entrometida pero a Travis pareció no importarle y en su lugar dejó al niño en el suelo y le sonrió.

—Si, él es Sam, hijo ella es Georgiana, una amiga —el pequeño se acercó a ella tímido y murmuró un pequeño 'hola' y ella se acercó y le sonrió al pequeño, era como una versión miniatura de Travis solo que tenia los ojos verdes mientras su padre los tenia marrones.

—Hola Sam, eres un chico muy guapo ¿cuantos años tienes?

—Seis —murmuró él y ella sonrió, por un momento levantó la mirada y vio una mata de cabello rubio correr a toda velocidad hacia ella así que se hizo a un lado y atrapo al pequeño mono en el aire besando su mejilla regordeta con cariño, luego lo bajó al suelo y se arrodilló junto a él para poder hablarle con señas.

—¿Cómo te fue hoy? —él sonrió y asintió luego sus ojos azules se posaron en las dos personas detrás de mi así que tomé su pequeña manito y lo lleve hacia donde Travis nos observaba con curiosidad —Ellos son unos amigos, él es Travis y su hijo Sam, saluda cariño —él alzó su manito y la movió de izquierda a derecha y sonrió, siempre tan amable.

—Hola amiguito —dijo Travis agachándose junto a Daniel —¿Cuál es tu nombre? —Daniel me miró esperando la traducción y yo solo sonreí y le besé su mejilla.

—Su nombre es Daniel y tiene una deficiencia auditiva, por lo tanto se le hace difícil entender —ella miró a Travis y soltó una pequeña risa —Sé lo que estás pensando, no es mi hijo, es mi hermano.

—No estaba pensando eso —murmuró avergonzado y ella pudo ver sus mejillas tenidas de rosa, algo se revolvió en su estómago porque jamás pensó que podría ruborizar a un hombre de ese tamaño. —¿Qué tal si los invitamos a comer un helado?

¿Helado? —preguntó el pequeño rubio esperanzado, ella soltó una risa porque él tal vez no escuchaba bien pero supo de inmediato lo que Travis había dicho.

—De acuerdo —asintió ella. Todos entraron a la camioneta y en un par de minutos estaban en un lindo parque para niños, Travis cumplió su promesa y compró unos enormes helados que hizo que Daniel soltara un chillido de emoción, el corazón de Georgiana se paralizó porque su hermano rara vez hacia sonidos como ese y casi lloró como una idiota, luego fueron a caminar mientras los niños corrían delante de ellos jugando con los súper héroes de Sam.

—Y dime —Travis habló después de un rato —Imagino que su deficiencia viene de nacimiento ¿No puede oír nada?

—Él dice que si oye, escucha los sonidos pero no logra entender lo que significan. La mayoría del tiempo es como una baja vibración para él, estamos yendo a terapia pero él se niega a emitir sonidos, los especialistas dicen que con algo de estimulo él podría escuchar y hablar sin problemas y sin recurrir a una cirugía... Pero es como si no quisiera cooperar.

—Debe ser duro —concuerda él, ambos comenzamos a caminar más lento viendo como los pequeños se metían en el área de juegos para niños.

—Sin embargo es un niño maravilloso, su maestra dice que incluso está más avanzado que los demás.

—Eso es bueno... Él parece ser un chico increíble —ella lo miró y él tenia una bonita sonrisa en la cara, nunca lo había visto sonreír asi, sus ojos se achicaban y sus dientes eran blancos, eso la sacudió con fuerza e hizo que se ruborizara estúpidamente.

—¿Y cuál es tú historia? —preguntó tratando de cambiar el tema, Travis fruncio el ceño y miró a su hijo suspirando.

—Sam fue una sorpresa, sin embargo fue lo mejor que le pasó a mi vida pero su madre... Bueno, nos abandonó cuando cumplió dos años, ella quería un estilo de vida que yo no podía proporcionarle pero igual no le importó dejar a su hijo atrás. Él es todo lo que tengo y lo amo más que a nada, pero a veces es difícil equilibrar mi vida.

—Es un buen chico, parece realmente dulce —ella observó como Sam siendo más grande esperaba a que Daniel bajara del tobogán y luego ambos corrían riendo.

—Lo es, aunque es muy tímido. Su maestra me dice que le cuesta hacer amigos y no participa mucho en clases —Ambos se quedaron en silencio mirando a los pequeños, entonces ella le dio un empujoncito a Travis y sonrió.

—Gracias por esto, jamás había visto a Daniel tan feliz.

—Gracias a ti, creo que Sam ya encontró un amigo.

Junto a ti {REESCRIBIENDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora