Cap.17

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La noche estaba tornándose peligrosamente larga. Había dejado que Adasius tomara otro camino y él había insistido en irse tras el muelle,cerca del cuartel donde creyeron podían tener a Julianna. Sin embargo, sabía que era una excusa absurda,el mismo Adasius le había escupido en la cara un "Haz lo quieras" y se había largado dejándolo solo. ¿Por qué empezaba a comportarse de esa forma?. Los celos le estaban nublando la cabeza, de continuar de esa forma todos se darían cuenta lo estúpidamente enamorado que estaba de Solan. Con esa ridícula idea rondando por su mente se echó a correr. Atrás había dejado a un grupo de soldados que le seguían los talones,mas era difícil que lograran sacarle ventaja,después de Jeremiah,él era el más veloz. ¿Ganaba algo acaso con darse prisa en encontrarlos?. No,puesto que Solan no se miraba muy interesado ahora en deshacerse del maldito ése. Recordar como lo retó a dejarlo le hacía hervir la sangre,debía olvidarlo porque sólo conseguía enfurecerse y perder los estribos por completo. Lo dicho,la noche se estaba poniendo larga.

Seguía corriendo muy adentrado en sus pensamientos cuando lo vio. Era un soldado de alto rango,lo supo por la vestimenta, se notaba a punto de colapsar y Malaquias se detuvo. Lo vio herido,lo que sonaba extraño. No tenían orden de atacar,el plan era simple. Adasius, Jeremiah,Solan y él tomarían rumbos distintos y se dejarían ver,tentarían al enemigo,se dejarían pisar los talones muy de cerca para dejarles una falsa pista mientras Horas se encargaría de entrar a la corte y buscar a Julianna en los calabozos. Solan buscaría en los calabozos de la guardia y ellos harían el resto,despistar a sus enemigos. En un principio les había parecido una idea descabellada y a él le había molestado aún más que fuera Gabrielle el que la propusiera,sin embargo Solan les recordó que no sería la primera vez que hicieran eso. Entonces había visto al maldito crío mirar a Solan como alguien que tiene algunas dudas y espera que se las resuelvan,Solan no lo haría,pero tampoco lo escuchó hacer ninguna pregunta.

De lejos lo vio caer casi desmayado y ni siquiera eso le hizo que apresurara el paso,ese soldado no era su problema. Casi al llegar a él, Malaquias tocó la empuñadura de su espada con ansiedad,le daría una muerte rápida y eso quizá era todo lo que podía hacer por él.

-Ga..Gabrielle.
Llegó cerca y podía escucharle.-Ga...Gabrielle. Repitió el soldado casi sin aliento,sin embargo lo llamaba y Malaquias se contuvo de lanzarle una maldicion.

-Ey,levantate soldado. Le pegó con la punta de la bota en un costado y el soldado chilló de dolor.-He dicho que te levantes.
Ordenó de nuevo,pero sonaba tan estúpido como la idea de que él fuera a levantarse de pronto. Por supuesto no lo hizo y Malaquias resopló. Se echó la casaca a un lado y se acercó a él  inclinándose en una rodilla y retirándole el cabello para poder verle el rostro. El soldado abrió los ojos por un momento, pero no parecía mirarle, lo supo por la forma en que sus ojos se humedecieron. Quizá estaba cruzando el umbral de la muerte y no se percataba de que estaba ahí junto a él, lo vio tomar una bocanada de aire e inclinarse para tomarle con fuerza de la camisa,lo hubiera detenido, pero la sorpresa no lo dejó actuar.-Gabrielle-. Repitió una vez más con mayor claridad.

-No soldado yo no.
Se apresuró a decir,pero fue callado abruptamente por un beso. En un principio fue temeroso y tranquilo para terminar embriagándole de anhelo. Porque eso era lo que Amerís trataba de decirle a Gabrielle,que lo anhelaba mas que a cualquier otra cosa en su vida y aunque fuera a morir,quería llevarse ese recuerdo suyo,aunque fuera solo un engaño de su mente,un delirio de su dolor,ya no importaba,ahora podría buscarle en el mas allá con tranquilidad,ahora que sabía lo que sentía por él.

(....)

Parminius escuchó las calles de París llenarse de alboroto y una profunda desesperación lo golpeó. Ella ya no estaba apresada y sus heridas habían sido curadas por el mismo Parminius. La había alimentado y le había pedido que descansara un poco antes de comprender que no quería que muriera por manos de Monseñor.

El Color del Dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora