CAP. 34

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Cómo era posible que hacerlo enojar tan rápido,lo único que Gabrielle deseaba era mantenerse con vida,ahora más que nunca deseaba seguir vivo y volver a ver a su padre. Pero realmente no estaba logrando mantener ese perfil bajo que creyó lograría,no lo conseguía porque él seguía prestándole demasiada atención,seguía persiguiendole y no le dejaba en paz. ¿Acaso era así con todos los soldados presos?...
¡No!

Gabrielle recordó de pronto que no era así,porque no había otros soldados presos,porque no existía alguien más al que hubieran dejado con vida,debía recordar que tenía suerte, sí,suerte de que Horas se hubiera encaprichado de tenerle como mascota,ahora le rondaba la idea de que en su lugar,Horas le tenía estima. Quizá y el gigante había logrado darse cuenta del hecho de que él no era peligroso para nadie más que para si mismo. Y otra idea más confunsa le rondaba,Solan estaba atraído por él.

—Dime Gabrielle ¿Cuántas caras tuyas conoceré?.
El tono que ponía era molesto,su sarcasmo y la burla que rondaba por sus labios era molestas también,pero aún así no lograba odiarle,al contrario,lo admiraba.
Ese hombre lo había protegido de Malaquías,y de otros tantos que se notaba le odiaban por lo que representaba, pero también estaba el hecho de que también él le odiaba.

—No tengo tantas señor.
Gabrielle respondió con sorna.
Y quizá fue eso lo que le gustó tanto a Solán.

—Vaya,el pequeñajo está creciendo,empiezas a perder el miedo Gabrielle.

—No,estoy completamente aterrado, sé que podría molerme a palos,tengo la espalda desecha cómo evidencia,pero también sé que no puedo temblar cada vez que alguien me persigue.

El rostro de Solán se desfiguró de la rabia de pronto.

—¿Acaso yo te persigo? ¿Es eso lo que estás pretendiendo decir?.

Gabrielle resopló,quizá como nunca lo había hecho.

—¿Fue eso lo que entendió?. Sus manos puestas sobre las caderas y sus ojos molestos podían lucir aterradores si no fuera por el hecho de que para Solán no era más que un crío ridículo.

—Sí.
Contestó con total seriedad.

—Pues no es así como quise decirlo,la verdad yo...
Tragó un pequeño nudo que se estaba formando en su garganta y subió la vista de nuevo hacia Solán— Pero me cansé de tener miedo,quiero vivir señor,aunque todos aquí estén en mi contra,quiero vivir señor.

Solán subió una ceja admirado,el crío seguía temblando como una hoja seca recién aplastada, pero podía notar su sinceridad,y eso le atrajo un poco más. Otro motivo para seguir molesto con el cobarde ése,hacía cosas que le provocaban por dentro sensaciones que no recordaba tener antes.
De pronto sonó una enorme carcajada de labios de Solán y Gabrielle apretó los puños apenado,y molesto por la forma en que ese hombre siempre se burlaba de él,también estaba cansado de eso.

—¿Odiarte a ti chaval? No te equivoques,mi gente no te odia a ti en particular,odia lo que representas. Gabrielle se había quedado quieto,erguido escuchando la palabrería de Solán, cerró los ojos un momento para no tener que verle también,porque él se había burlado muy cerca de su rostro. Se escuchaba al fantôme caminar tras él, rodeándole y hablándole con voz segura— No es que particularmente te tengan un odio especial a ti,no. Es que los de tu...clase,les pone de mal humor,les hace recordar su pasado.

—¿Pasado? De pronto preguntó el chico y Solán lo miró fijamente,pero parecía de momento no estarlo viendo a él.

(...)

Moncada le tenía el brazo aprisionado, lo llevaba a rastras hasta una habitación muy pegada a la celdas,ahí estaba él esperando. El demonio que había consumido su cuerpo,el que le había engañado pensando que iba ayudarle. En ese sucio lugar estaba Monseñor Barberino para volver a besarle,a tocar su cuerpo y hacerlo suyo con completa lujuria. Solán estaba asqueado de eso,harto de que su cuerpo y su persona valiera tan poco. Cerró los ojos con fuerza tan pronto como estuvo frente a ese demonio,y pensó que de nuevo empezaba su tortura cuando de pronto escuchó gritos,horribles gritos que venían de las celdas.

El Color del Dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora