Cap.12

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-¿Estás despierto?. No respondió, permaneció muy quieto,con la mejilla pegada al colchón y los ojos fuertemente apretados. Moncada se acercó y le dio un puntapie en el estomago-Despierta alimaña,tienes mucho trabajo por hacer. El muchacho sollozó y se sorbio la nariz con su brazo mugriento.

-Señor,otra vez no,por favor. Pero de nada le valía suplicar, Moncada tenía una enorme deuda de juego,¿y para qué tenía al chaval ese,si no? El hombre bufo mal humorado y lo tomó del brazo con fuerza y arrastro al muchacho fuera de la celda.

-¡No señor! ¡se lo suplico, otra vez no!-gritó el muchacho. Tenía tiempo sin decir una palabra, ya no se quejaba,ya no lloraba,ya no comía,pero esa noche el cuerpo le dolía a morir,la noche anterior Moncada le había vendido a unos soldados,y ellos,en su afán de verlo sufrir le habían golpeado hasta saciarse y le habían violado tantas veces como habían querido.

-¿A dónde llevas al chaval?. Escuchó Moncada que le hablaba uno de los presos de Phillippe. Era muy alto,un poco mas que él, y se notaba peligroso. Tenía el rostro pegado a los barrotes y su gesto era duro.

-Eso a ti no te importa basura,preocúpate mas por tu suerte que por la del chaval,él no va morir en la horca mañana. Sonrió con suficiencia al preso. Pero este cerró los ojos un momento y suspiró agotado.

-Morir,vivir ¿qué más da? Son arenas de un mismo reloj, nada sucede sin motivo.

-Ustedes los gitanos son unos raros, visten como vagabundos y hablan como si supieran el secreto de la vida,¡Muerte es lo que deberían darle a todos!.

El hombre hizo una mueca macabra,una sonrisa torcida hacia el muchacho que Moncada llevaba con él. El chiquillo le miró aterrrado,y a pesar de notar que tenía grilletes,no pudo evitar sentir el miedo colarse por sus huesos al verlo a los ojos.

-No tengas miedo colibrí, esa alimaña no creo que te haga mas daño,esta noche las estrellas hablaron,y lo encontraron culpable,esta noche su suerte se acaba.
Solan no entendió mucho de lo que el gitano hablaba,pero sus palabras lograron calmarlo un poco.

-Basta ya de patrañas gitano,o te azotare hasta que me duela la mano.

-Eso...quiero verlo.
Respondió Horas con las pupilas clavadas en Moncada.
Un ruido cerca de las celdas los distrajo, un hombre acababa de llegar,un hombre cubierto con una capucha oscura que Solan reconoció de inmediato,era el demonio,era Monseñor Barberino.

- Tu visita ha llegado chaval, no quieres hacerle esperar ¿cierto?...
Solan temblo de nuevo,y la poca calma que había logrado juntar tras la palabras del gigante se había esfumado.

- Estás muerto soldado, recuerda eso.
Moncada apretó los puños furioso.

-¡Será mejor que te calles alimaña! juro que te azotare hasta arrancarte la piel a tirones.

-¡Jajaja! De verdad quiero ver eso.
Horas se burló una vez más del soldado,y éste se acercó hasta su celda y golpeó los barrotes,sacando de nuevo una carcajadas del gitano.

-¿Qué demonios pasa? ¿por qué tardas tanto?. murmuró Monseñor en voz queda. El gitano abrió los ojos y contuvo el aliento al darse cuenta quién era la visita del chiquillo....

(...)

Horas fue el primero en entrar,tras él venía Gabrielle con los ojos vendados y tocando las paredes con las palmas,haciendo lo que su amo le había pedido. De pronto sintió unos brazos estrecharse en su cuerpo.

El Color del Dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora