CAP.35

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Llevaba sentado al borde de la catedral lo suficiente como para ya no sentir las piernas,aún así,no había otro lugar al que Jeremiah quisiera ir en esos momentos en los que la melancolía y la desesperación hacían mella en sus recuerdos. ¿Cuántos años habían pasado ya?
Casi 20 o menos y aún así el recuerdo de su bella Elisa le perseguía cada noche,cada día,a cada instante. Había cosas tan pequeñas que lo hacían recordarla que dolía en el alma. Porque aunque Horas dijera otra cosa, él aún tenía corazón y este le pertenecería eternamente a Elisa.

Ella tenía 15 años cuando la vio por primera vez,su brillante cabellera y su blanca piel lo había enamorado por completo. Sin embargo,su inteligencia y curiosidad por la vida habían sido lo que realmente le habían terminado por atraparle.

Cerró los ojos con fuerza al ver una rebelde lágrima que de nuevo se le escapaba. Con un manotazo la limpió de su rostro. No tenía derecho a llorarle,no tenía derecho siquiera a decir su nombre en voz alta,por eso jamás lo hacía. Y sin embargo deseaba con desesperación por decirlo una vez más. Pero solo lo haría el día que volviera a verla y para eso tendría que ir a la presencia del señor,cosa que dudaba fuese a pasar. Porque él era parte del fantôme y para ese ser jamás habría perdón.
Y estaba bien,podía vivir con eso hasta que lograra su real objetivo.
Ver de nuevo al hombre que lo había convertido en un monstruo,ver de nuevo a Phillippe,su hermano.

-No quiero que te vayas.
Ella extendió su mano para poder tocarlo,aunque no lo consiguió porque él la atrapó y se la llevó a los labios.

-No tardaré, tampoco deseo alejarme. Se acercó a ella y le dio un beso en la frente,en la nariz para después atrapar sus labios nuevamente. Había pasado la noche con ella,pero eso era algo que no deseaba que nadie supiera. La dejó un momento para vestirse de vuelta y salir antes de que la mañana lo atrapará en su habitación.
Le costó despedirse de ella,pero su hermano el rey le había encomendado la tarea de encontrar a los gitanos,tenía una muy buena pista pero no había querido revelarla. Él y Phillippe podían parecer lejanos y había veces en las lo sacaba de sus casillas,pero era el mayor,de igual forma lo respetaba. Eran gemelos,no había diferencia más que de minutos en su nacimiento,pero no existía apego entre ellos,no podía culparlo a él,por ser el mayor era el heredero al trono,pero si podía culpar a su madre por la marcada diferencia que había hecho siempre entre ambos,logrando con esto que fuesen completamente diferentes.

Mientras que Phillippe era criado bajo el ala de su madre y la enseñanza de Monseñor Barberino, él había sido criado por su tía,la hermana de su padre y había sido como una verdadera madre. Lo había formado para ser un hombre íntegro,culto,y sobre todo un hombre que librara sus batallas.

-Algun día hijo, algún día podrás demostrar de qué estás hecho,aún así no debes guardar rencores a tu sangre. Su tía siempre estaba de su lado.

Jeremiah podía entender el enojo de su hermano,esos gitanos habían robado algo muy valioso para Phillippe. Quizá oro o joyas,

...tiempo después sabría que estaba muy lejos de la verdad.

Aún así su hermano había llevado las cosas demasiado lejos.

(...)

Se había alejado demasiado en sus pensamientos,ni siquiera recordaba que Gabrielle estuviera ahí.

-Serà mejor que te largues, empiezas a fastidiarme.
Gabrielle abrió la boca y después la cerró de nuevo. Debía acostumbrarse a los cambios de humor del líder de los gitanos. Porque al parecer todos ahí lo hacían. Pero él también empezaba a fastidiarse del asunto. Le gritaba,lo amenazaba, después le besaba para mejor pedirle siempre que se largara. Ese juego también lo estaba cansando. Porque por un momento había creído que... Había pensado que quizá sinceramente el fantôme estuviera interesado en él.
No es que de verdad lo quisiera o deseara que así pasara pero...

El Color del Dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora