Cap.22

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El hombre era alto,pero no demasiado. La noche aun no se alejaba por completo y podía distinguir sus rasgos a través de una rendija que dejaba entrar un poco de luz por la ventana. Se notaba joven,y de figura espigada. No había comparación con el hombre que lo había llevado a esa choza.

Amerís se preguntó qué era lo que estaban hablando cuando de pronto vio como el joven le sujetaba con fuerza de la camisa y empezaba una alegata que para aquel hombre se notaba un tanto aburrida.

¿Por qué no lo enfrentaba de la misma forma?. Era ridículo dejarse reñir por alguien de la mitad de su peso. Aquella pelea no debía importarle, sin embargo, se sorprendió a sí mismo prestándoles su completa atención.
Algo en su forma de actuar le decía que esos dos tenían una estrecha relacion y lo mas probable es que esa pelea no llegara muy lejos, e inesperadamente aquello dio un giro dramático. Su supuesto benefactor había tomado las mejillas del joven y se había apoderado de sus labios para devorarlos en un beso que no parecía afectarlo. Por el contrario,él se dejó hacer por aquel hombre. La presura con la que sus cuerpos se movían le indicó una sola cosa...Eran amantes.

¿Amantes?...
Amerís no podía creer lo que estaba viendo, eso empezaba a perturbarle, a irritarlo,y aun así, no podía dejar de verles maravillado. Esos dos estaban pecando contra dios y contra cada principio que a él le fue inculcado con mano dura. Empezaba a sentirse asqueado y enfermo. Él mismo había tenido ideas con Gabrielle, no lo negaba. Había noches en las que al verle dormir le producía unas incontenibles ganas de comerle los labios, otras,y para su desgracia,muy frecuentes,deseaba poder arrinconarle de la misma forma en que ese hombre tomó al muchacho. Pero dios sabía los esfuerzos tan grandes que había hecho para contenerse,para no asustarle de esa forma y perder su amistad,porque algo comprendía,lo que ellos hacían no era lo correcto.

(...)

Solan contuvo la respiración unos segundos, los suficientes para darse de cuenta de que ya no sentía lo mismo,ahora su mente estaba aferrada a otro cuerpo y a otros labios. Los labios de Gabrielle parecían haberse grabado en él a fuego y luchó contra la sensación que tenía, pero fue inútil,Malaquias formaba parte de su pasado. De un pasado que por lo visto no podía apartarse. De un golpe brusco lo alejó.

-¡Basta!-. Gritó molesto,pero Malaquias no quería soltarle,era demasiado su temor,puesto que aquello solo significaba una cosa, la ruptura definitiva.

-No es lo que estas pensando -. Se apresuró a hablar con voz torpe, pero Solan apretó los puños y lanzó un largo bufido.

-No me interesan tus explicaciones, guardatelas-. Le dijo y luego se dio la media vuelta antes de que Malaquias le impidiera irse.

-Te estas equivocando.
Trató de nuevo de justificarse,sin embargo Solan no se detuvo. Lo vio perderse en la penumbra y su pecho se agitó.
¿Cómo había tenido ese descuido? Y ¿Qué ganaba él con todo eso?. Absolutamente nada,pero ni lamentarse podía, la confianza del fantôme se había esfumado tal y como lo había hecho la relacion de ambos. Si es que podía llamarle de esa forma. Lo que mas rabia le causaba era que él mismo se había buscado su destino al llevar a ese soldado a su hogar y haberse buscado tantas molestias. Pero tampoco quería mentirse,desde hacía mucho tiempo que se sentía solo, que lo que una vez creyó que compartía con Solan no existía, solo era deseo,y lo peor,es que sólo existía de su lado.

Con la molestia haciendo mella en su cuerpo entró en su choza. La luz de la vela que había dejado la noche anterior para que el soldado ese la usara casi se extinguía por completo. No tenía ganas de volver a donde Solan y tener que darle una larga explicación de sus actos. Lo mas seguro es que creyera que tenía una puta escondida y en el mejor de los casos era bueno que creyera eso. Sabía perfectamente que le esperaba si la gente del fantôme se enteraba que había ayudado a un soldado. Al final de la choza había un montón de madera,de ella tomó un trozo y se fue a sentar a un rincón. Sacó su navaja y empezó a cortar el trozo de madera como si su mal humor se fuera con cada corte.

El Color del Dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora