Capítulo 39

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¡Claro! 

Por supuesto que iba a quedar embarazada, solo dos veces estuve en plan íntimo con el príncipe pero fueron suficientes. Soy tan tonta, que, no conforme con la lluvia de problemas que tenemos encima decido añadir otro más a la lista. Me dejo caer en la cama y cubro mi rostro intentando controlar los sentimientos que atacan mi cuerpo y me harán explotar. Miro al príncipe, se muerde el labio a punto del canibalismo.

— ¿Qué vamos a hacer? —le pregunto al borde de la desesperación—. Todos se darán cuenta.

— Tenemos que ocultar tu olor.

— ¡Estupendo! ¿Y luego qué? ¿También esconderé mi gran vientre? —el príncipe me carga y me acomoda en la cama. Ambos estamos sentados, frente a frente.

— Esta bien, entiendo el punto —me toma de las manos—. Pero entiende tú el mío. Un bebé empeorara las cosas.

— Un bebé no tiene la culpa de nuestras hormonas.

— A lo que voy, es que si alguien lo sabe... —el príncipe no termina la frase, pero lo entiendo. Ahora, no solo me tiene que proteger a mí.

— Nos mataran —susurro.

El príncipe me atrae a sus brazos y me permito llorar como se debe; pero el simple hecho de pensar en un bebé me aterra. El príncipe dice que lo solucionaremos, pero para esto no hay solución.

***

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***

La mañana siguiente el príncipe desaparece por una hora, antes de ir a desayunar llega apresurado a la habitación. Ha traído pruebas de embarazo y no tengo la más mínima idea de cómo hizo para conseguirlas, pero eso no es lo que importa. Ruego a todos los cielos porque el olfato del príncipe sea deficiente y no esté embarazada, que todo haya quedado en un mal susto.

Voy al baño rápido, hago la prueba y espero, como indica en el instructivo, por cinco minutos. Vuelvo a la habitación con el príncipe, escuchamos pasos afuera, seguramente han comenzado a despertarse. Esperamos cinco minutos, que han pasado como una eternidad y al ver el resultado, mi pequeño mundo se derrumba ante mis ojos. La prueba da positivo. Me va a dar un ataque de pánico, y lo sé porque empiezo a jadear para poder respirar. André trata de calmarme, pero es imposible; de la bolsa donde traía las pruebas saca un listón azul marino y en un pañuelo trae diferentes hojas, una es hierba buena y la otra es vainilla.

Antes de que pueda preguntar, el príncipe estira mi brazo. Me enreda el listón en la mañeca, después pone varias hojitas sobre el listón y las cubre con el mismo, haciendo una extraña pulsera pero ocultando las hojas. Hace lo mismo en mí otro brazo, las asegura con un alfiler de gancho y, pronto el olor a menta y vainilla inundan la pequeña habitación.

— Mi padre... le ponía a esto a mi madre —me mira—. Su olor era similar al tuyo, cuando iba a tener a Claudius —intento decir algo, pero las palabras, simplemente se han ido—. Trata de que él o Violet no vean esto.

My Immortal (Fény 1#)   |   EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora