Capítulo 102

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3 días para la primavera.

Las mañanas comenzaban a estar mas cálidas aunque el príncipe de hielo no podría sentirlo, solo la calidez de su princesa, solo de ella, pero despertó al no sentirla a su lado. A la única personita que tenía era a Mila sobre su pecho, durmiendo con tanta paz y sin nada en sus sueños que la perturbaran, al principio tuvo miedo de congelarla pero era su hija y ella simplemente cada vez que lo veía levantaba sus brazos para que la cogiera y la abrazara.

André ladeo su cabeza para ver a su hija mejor, hacia algo extraño con su boca y su barbilla que lo hizo reír

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André ladeo su cabeza para ver a su hija mejor, hacia algo extraño con su boca y su barbilla que lo hizo reír. Puso una de sus manos en la espalda de Mila y comenzó a acariciarla, pero seguía moviendo su pequeña boca y esta vez frunció su ceño.

— ¿Vas a llorar, pequeña? ¿Ahora? —André mordió su labio inferior sin saber que hacer—. Mamá no está, no llores ahora. Papá es un inútil con los bebés, apiádate de papá.

Para no perturbarla y hacerla llorar, André miro hacia su lado izquierdo donde estaba el catre donde dormía Iván. El chico estaba plácidamente dormido, así que opto por Esmerald que estaba a su derecha, ella también estaba profundamente dormida. Nadie podía ayudarlo en esa pequeña crisis.

Muchas veces había escuchado a Mila llorar, en especial la primera semana que estuvo con ellos justo después de que nació, su hija tenía unos pulmones que la hacían gritar con tanta fuerza que muy probablemente sus enemigos escuchaban. Sin embargo, todas esas veces que su hija lloraba Victoria estaba cerca para cargarla y acomodarla sobre su pecho, mientras la mecía y comenzaba a hablarle de una forma dulce y tierna que lograba calmar a la pequeña.

— Mila, por favor, no vayas a llorar, ¿de acuerdo?

El príncipe con sumo cuidado comenzó a levantarse y Mila a despertar, cuando él se puso de pie su pequeña lo miro con esos enormes ojos color amatista, parpadeo un par de veces para después tallar sus ojitos con sus manos regordetas. André sabía lo siguiente que haría su hija, pues la barbilla y los labios de Mila comenzaron a fruncirse.

— Esta bien, venga, dame lo que tienes.

El grito de la niña despertó a Iván y a Esmerald que comenzaron a quejarse por que habían dormido poco después de estar con los demás soldados haciendo estrategias de ataque, además de ayudando en el campamento a hacer otros quehaceres. André busco una manta y envolvió a Mila para después salir de la casa de campaña y dirigirse a la que estaba al lado.

Solo encontró a su madre dormida en un catre y a Ilea en otro, Amelia despertó ante el llanto de Mila y la cara pálida de su hijo. Ella sonrió pero no hizo nada por ayudar al príncipe.

— No sé qué hacer —dijo André comiéndose el labio.

— Tiene hambre.

— No sé donde esta Victoria.

My Immortal (Fény 1#)   |   EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora