Había una vez una joven encerrada en un castillo, todos ustedes pensaran que algún príncipe valiente iría a rescatarla, pero no es así. Por mucho tiempo estuvo cautiva en ese hermoso castillo, pues le era útil al rey, solo que... había más de un mot...
La ansiedad crece a cada paso que da la chica rubia hacia mí y no siento que avancemos en la fila. El príncipe sigue abrazándome y escondo mi rostro en su cuello pero la sigo viendo a ella quien se acerca cada vez más, alarga su mano y en ese instante...
— ¡Oh, lo siento! —Esmerald ha simulado tropezar y ha tirado un cono de agua sobre la chica—. Lo siento, lo siento...
Comienza a limpiarla y nosotros aprovechamos para avanzar en la fila, la señorita impecable nos pide los boletos y que enseñemos los pasaportes, Claudius da cuatro boletos mientras cada uno enseña sus pasaportes, volteo con cuidado hacia atrás y Esmerald deja a la chica empapada en medio de todo el mundo. Nos empuja para continuar caminando hasta llegar al túnel. Es increíble que está más preocupada por la chica que por los pasaportes falsos. La señorita impecable nos sonríe y nos desea un agradable viaje.
No me había dado cuenta que estaba aguantando la respiración, al llegar al avión nos conducen a clase turista donde está infestado de mocosos adolecentes, André me jala y nos sentamos en los asientos que nos corresponden, justo atrás de nosotros se sientan Esmerald y Claudius.
Siento el hormigueo en mis manos y estoy por quitarme los guantes pero en eso otra chica aparece frente a nosotros, se ha arrodillado en su asiento y nos mira atenta.
— ¿Ustedes también son alumnos de intercambio? —su sonrisa perfecta y nefasta me frustran. Abanica sus largas pestañas cuando mira al príncipe y su sonrisa se enancha.
— Si —dice André.
— Soy Lisa —estira su mano a forma de saludo hacia él.
— Alan —responde pero no le da la mano, lo cual la chica se molesta y me mira.
— ¿Y tú?
— Soy la persona que cuando te bajes del avión de va a golpear tan fuerte con que sigas haciendo preguntas —me esfuerzo por sonreírle y ella con cara asustada se acomoda en su asiento.
— Cálmate —susurra Claudius desde atrás—. Perfil bajo, ¿recuerdas?
Por un rato nos quedamos callados, la azafata comienza a dar las indicaciones antes de despegar. Estoy tan absorta en mis pensamientos que siento las manos del príncipe en mi cintura, lo miro y me abrocha el cinturón de seguridad. Regreso la mirada hacia la ventana y maldigo a Spector por hacernos viajar de esta forma, muy bien podríamos habernos trasportado por el portal hasta Rusia, esto es mucho más peligroso.
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No dejo de pensar en la chica rubia del aeropuerto, me miraba como si intentara reconocerme, pero yo a ella no la conozco o no lo sé... Cierro mis ojos y medito el rostro de ella, su cabello largo y rubio, su frente ancha, nariz pequeña pero desproporcional con sus orejas que sobresalían de su cabello, sus ojos grandes y azules, delgada pero bajita; fuerzo a mi mente por recordarla, del instituto o de la universidad o tal vez nos cruzamos en la calle y chocamos o en el supermercado cuando acompañaba a Marisa.
