Había una vez una joven encerrada en un castillo, todos ustedes pensaran que algún príncipe valiente iría a rescatarla, pero no es así. Por mucho tiempo estuvo cautiva en ese hermoso castillo, pues le era útil al rey, solo que... había más de un mot...
La mañana volvió a ser fría, Victoria paso una pésima noche al tratar de procesar lo que había ocurrido en los últimos días, se tentó en ir a la habitación de Iván y preguntarle un par de cosas más pero, algo le decía que el chico había pasado cuidándola en los días que estuvo inconsciente y mejor lo dejo descansar.
Decidió devanarse los sesos toda la noche por tratar de entender a su padre, sabía que lo último que le dijo a Elian le dolió hasta a ella. Seguía sin comprender por qué pedir un deseo si estaba tan enamorado de Eugene; por que amputarla de sus alas si solo las tenía heridas; porque retener a los príncipes si no habían hecho nada.
No tenía una respuesta clara a todas sus preguntas y se sentía cada vez más ansiosa de no tener noticias de André y Claudius, así que bajo a la cocina. Spector tendía a ser madrugador, como si los repentinos cambios de horario no lo afectaran en lo más mínimo. El hombre estaba cocinando para su hija quien en ese momento estaba sentada en el comedor comiendo fruta. Ilea le sonrió, Victoria sentía la necesidad de disculparse con ella y cuando lo iba a hacer su tío se giró y la observo con detenimiento.
— Siéntate, ya está el desayuno —señalo una silla.
— No tengo hambre, gracias.
— Como quieras —Spector se sentó a lado de su hija y se sirvió un poco de lo que había cocinado. Un poco de huevo, pancetta y queso, tenían pan recién horneado, pues Victoria veía como le salió humo y un poco de jugo.
En el centro del comedor había un frutero, Victoria tomo una manzana y con desgane comenzó a mordisquearla mientras acompañaba a su tío y a su prima a desayunar, enseguida se unieron Elian e Iván. El ambiente en el comedor fue tenso, pues nadie hablo más de lo necesario, hasta que se escuchó un timbre.
Victoria se sintió aliviada por ello y fue la primera que se levantó para ir a abrir la puerta, recorrió media casa para llegar a la puerta de salida, le pareció muy incongruente el estilo de la casa con el estilo de todo el pueblo, aunque realmente no le importaba eso; abrió la puerta y se encontró con el aterrador frío que caracterizaba ese lugar, un cielo completamente nublado que oscurecía el día y con dos hombres... en realidad un hombre y un chico.
Pero lo que llamo su atención fue el hombre, tenía una hermosa armadura cubriendo su cuerpo, parecía un caballero de la Edad Media, su altura era notable al igual que sus rasgos aristocráticos, guapo en pocas palabras.
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Lo más impresionante fue darse cuenta del gran parecido que tenía con Spector y Elian, el hombre llevaba una barbilla incipiente como su tío y su padre, si a los tres los pusieran juntos diría que son trillizos y qué decir de los ojos color amatista.
La chica miro ahora al joven que también traía una armadura puesta, muy parecido a Iván y si, él también tenia sus ojos color amatista. Victoria se quedó sin palabras al verlos y trato de descifrar quien podrían ser ellos.
