Había una vez una joven encerrada en un castillo, todos ustedes pensaran que algún príncipe valiente iría a rescatarla, pero no es así. Por mucho tiempo estuvo cautiva en ese hermoso castillo, pues le era útil al rey, solo que... había más de un mot...
André fue sacado de su escondite por el ser que acompañaba a Dominic, lo identifico rápidamente por su dentadura de tiburón y sus ojos enrojecidos, es un zaino. El mago oscuro sonrió triunfante y le hizo una señal al zaino para que arrastrara al príncipe hasta la salida; André se preocupo por Iván, tan solo esperaba que no lo lastimaran aun más.
Coopero con el híbrido que lo aventaba, salió de lo que de niño la llamaba fortaleza hasta volver a la luz del día, cubrió el rostro de Mila para que la luz no afectara sus ojitos y la abrazo con fuerza. Le parecía extraño que solo Dominic y el híbrido estuvieran ahí, si tenían a todo un ejército de al menos cuatro mil demonios e híbridos. Aunque se daba una idea del por qué.
Dominic estaba esperando que terminara el día y el sol se escondiera para cumplir la profecía y no necesitaba de un ejército para que se cumpliera, pero si para matar a todo aquel que lo retrasara. André miro al cielo, el sol estaba en lo más alto, siendo quizás las tres o cuatro de la tarde; pues pasaron horas desde que él se sumergió en sus recuerdos para tratar de encontrar a su hija además de que los días aun seguían siendo un poco cortos por el invierno.
Tenía tres horas o menos para terminar con esto, pero Dominic solo estaba ahí parado frente a él, su sonrisa triunfante se había desvanecido en un rostro serio y lleno de maldad.
— Espero estés listo para el show —dijo el mago, haciéndole un ademan al zaino para que se esfumara, quedándose solo ellos dos con la pequeña.
— Yo sé... que no tuve compasión por Sarah —comenzó a hablar el príncipe y el rostro de Dominic se enfureció—. Yo también estuviera haciendo lo mismo que tu si algo le pasara a Mila, sé muy bien quienes eran los Saadi, pero nunca me dieron motivos para temer o desconfiar de tu familia. Evangeline me uso y yo solo quería explicaciones... no intentaba lastimar a nadie.
— Las equivocaciones se pagan caro —contesto Dominic—. Vas a pagar por quitarme a lo único que me hacia vivir, ahora no me importa destruirme si conmigo se van tú y Victoria.
— Tú la engañaste a ella —se apresuro a decir André—. No la lastimes, ni a Mila, por favor.
— Muy tarde para suplicar.
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Un remolino de viento se hizo presente, Dominic lo provocaba a la vez que estiraba su brazo hacia el príncipe y con un simple movimiento lo elevo, junto con la pequeña Mila que comenzó a llorar. André la abrazo con fuerza y se preparo para cualquier cosa, solo que no ocurrió nada.
El mago oscuro simplemente lo elevo para acercarlo a un árbol y que las ramas de este acorralaran al príncipe, dejándolo ahí. Dominic sonrió y en seguida, justo detrás de él, aparecieron por lo menos veinte chicos y chicas, bastante jóvenes pero con las señales de haber estado en la guerra de hace horas.
— Tráiganme a la princesa —dijo Dominic sonriente.
— ¡No! —grito el príncipe forcejeando con las ramas del árbol para poder salir, incluso intento un bliț pero de nada servía—. ¡Mátame a mí! ¡Por favor, no lastimes a Victoria!
