Capítulo 3

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N/A: Aquí traigo otro nuevo capitulo, no quiero mal acostumbraros subiendolos tan seguido, pero cuando hay inspiración de por medio, te gusta compartirla!

Lithet(ff) te han salido compañeros así que ya no escribo la historia para ti sola jajajaja

Muchas gracias aliciaa11 y smiile por vuestras reviews (ff) y a Nico1903 que aunke no dejó review, si dejo un follow!

No me enrollo más, os dejo disfrutar con el siguiente capi de esta locura de fic!

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Después de aquel comentario tan simple pero a la vez tan directo, me preparé de nuevo mi café, y volví a la mesa a seguir con el papeleo. La verdad es que poco caso le hacía a las hojas escritas que tenía delante de mí. No podía dejar de darle vueltas a esa frase, ¿lo habría dicho en broma? Seguro que simplemente era una pequeña broma para romper el hielo, o quizás no, dios, ¿en serio me estaba comiendo la cabeza por el comentario de una chica que acababa de conocer? ¿Realmente podría pasarme por la cabeza que pudiera atraerme alguien de mi mismo sexo? Solo me faltaba eso en estos momentos, no tenía suficiente con mis problemas, como para ahora estar planteándome mi sexualidad por el simple hecho de ponerme nerviosa ante una chica.

El día siguió, los chicos junto a Beckett estuvieron revisando la pizarra en busca de pistas, y yo, sin darme cuenta, no podía dejar de observar a Beckett por encima de las hojas de papel que en teoría debería estar revisando. Sin la gabardina, pude ver la camiseta de manga corta que llevaba, la cual al levantar el brazo para escribir algo en la pizarra, se levantó dejando ver un pequeño trozo de piel, una piel algo bronceada, tersa y simplemente perfecta, y de nuevo, mis mejillas se ruborizaron. Me sentía una pervertida observándola en la lejanía. Mis ojos fueron a parar a otra parte de su anatomía, su culo, un culo marcado por unos jeans perfectamente amoldados a él, redondo, un poco respingón, pero perfectamente moldeado. De espaldas, esa mujer parecía una diosa. De repente se giró y yo, embobada como estaba por encima del papel, no reaccioné y me pilló. Ella simplemente levantó una ceja y sonrió. Me estaba sonriendo, y si, definitivamente, por delante, por detrás, por encima o por debajo, esa mujer era una diosa.

Aunque mi intento de disimular fue completamente fallido y al ver su sonrisa, mi cara de tonta embobada se puso roja como un tomate, me tapé con el papel como si nada hubiera pasado y seguí a lo mío.

- ¡Castle, nos vamos! - gritó Espo cogiendo su chaqueta - tenemos una pista y nos vamos para allá corriendo.

- Vale, si ocurre algo nuevo o llaman, aquí estaré, cualquier cosa que necesitéis, no dudes en llamarme.

- Cuenta con ello - dijo Espo haciéndome un OK con la mano.

- Hasta luego Castle - dijo Beckett guiñándome un ojo antes de salir los tres corriendo hacia el ascensor

No sé cómo había pasado, pero durante el resto del día, olvidé casi por completo lo de mi pierna, sólo podía pensar en dos cosas, una tenía nombre de mujer, y la otra era qué me estaba pasando con ella.

Cuando llegué a mi casa, como siempre, mi madre me estaba esperando sentada en el sofá con una copita de vino.

- Hola hija, ¿cómo ha ido el primer día?

- Bien mamá, sorprendentemente bien.

- ¿Y eso? Ven aquí al sofá conmigo y cuéntamelo todo.

- ¿Me dejas ponerme cómoda primero?

- Claro, princesa, te espero.

Fui a mi habitación a dejar las cosas y a ponerme el pijama. Cuando me quité los pantalones volví a verla, mejor dicho, volví a no verla. Me saqué la prótesis para descansar un poco de ella, ya que mi piel aún se estaba acostumbrando a ella y tenía alguna pequeña herida por el roce. Pero esta vez no la miré con rabia, ni con asco, la miré como una nueva oportunidad, un nuevo comienzo, recordaba las palabras de Beckett diciéndome que podría superarlo, que podría volver a ser la misma, que solo tenía que luchar. Quizá lo que sentía por ella, era admiración, admiración por ser la única capaz de decirme algo que me animara en estas condiciones y hacerme pensar en un futuro mejor. Solo sabía, que en ese momento, mirándome la inexistente pierna, estaba sonriendo por primera vez desde que todo pasó. Me puse el pijama y cogí las muletas, en mi casa me movía en muletas muchas veces, no era lo más cómodo, pero por el momento, era pronto para pasarme todo el día con la prótesis.

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