Capítulo 1

1K 37 6
                                    

Me llamo Rose Alexandra Castle, y os voy a contar mi historia.

Me pasé la adolescencia estudiando y entrenando, formándome para ser la mejor policía posible. Cuando acabé mis estudios, entré a formar parte del mejor cuerpo de policía de la ciudad, recorriendo las calles, atrapando a los malos, haciendo justicia, me sentía una superheroina en un mundo lleno de caos. Conseguí llegar a detective y tenía mi propio equipo. Pero una noche, persiguiendo a un malnacido que nos llevaba de cabeza desde hacía meses, un asesino en serie que se dedicaba a secuestrar y torturar a sus víctimas sin remordimiento alguno, me arrinconó, me encontré sola en un callejón sin salida, una trampa en la que caí de lleno, vi pasar mi vida ante mis ojos, y mientras sonreía fríamente, me disparó en la rodilla y huyó. Me quedé tirada en el suelo, sangrando sin parar, el dolor me estaba matando, mi vista se empezó a nublar y como manchas en movimiento, vi llegar a mis compañeros, gritándome si estaba bien, pidiendo auxilio, hasta que todo se nubló y lo único que quedó en mi mente fue oscuridad.

Desperté de golpe, una luz blanca hizo que mis pupilas se cerraran, y cuando mis ojos empezaron a enfocar, me di cuenta de que estaba en un hospital. No sabía que había pasado exactamente desde que me desmayé, no recordaba absolutamente nada de ese periodo de tiempo, ni sabia cuanto había pasado desde entonces. Miré a mi lado, y me encontré a mi madre, sentada en un sillón, en una postura bastante incómoda, durmiendo. Se veía cansada, tenía unas visibles ojeras y el pelo alborotado, como si llevara muchas horas ahí.

- ¿Mamá? - susurró mi voz, tenía la garganta seca y era lo único que alcancé a pronunciar.

Mi madre abrió los ojos, tardó unos segundos en reaccionar y de repente, se incorporó y se abalanzó sobre la cama.

- ¿Hija? ¡Dios mío por fin estás despierta! - gritó con los ojos llorosos y dándome besos en la mejilla.

- ¿Qué ha pasado mamá?

- Estás en el hospital cariño.

- Eso ya lo veo mamá, pero, ¿qué hago aquí? Lo último que recuerdo es que me desmayé y todo se volvió negro.

- Oh cariño, eso pasó hace cuatro días, llevas sedada desde entonces.

- ¿Sedada?

- Si, ese cabrón que estabas persiguiendo, te disparó en la rodilla y te dejó tirada en aquel callejón.

- ¿Y qué pasó después?

- Pues según contó Javi, te encontraron en el suelo, estuvo intentando que reaccionaras antes de desmayarte pero no lo logró, llamaron a una ambulancia lo más rápido que pudieron y te trajeron aquí. Entraste de urgencias, habías perdido mucha sangre y había que operarte de inmediato.

- ¿Operarme? ¿Qué ha pasado con mi rodilla? - dije al no notar nada de dolor, los sedantes habían hecho su efecto.

Antes de que mi madre pudiera decir algo más, levanté la sábana y entonces mi mundo se derrumbó. No estaba, mi pierna no estaba, solo estaba mi muslo, pero antes de que empezara mi rodilla, no había nada, solo una venda cubriendo lo que suponía era un muñón.

Me quedé en shock, no era capaz de reaccionar, creo que mi madre empezó a hablarme, a abrazarme intentando que reaccionara, pero no me enteré, lo único que podía hacer era mirar esa venda, ni siquiera era capaz de llorar. Y volví a desmayarme, otra vez toda mi visión era una oscura mancha, un remolino negro sin final.

Debieron pasar unas cuantas horas más, ya que cuando desperté, mi madre no estaba a mi lado, en cambio, me encontré con Javi mirándome, mi compañero, mi mejor amigo.

- Buenas tardes dormilona - dijo con una sonrisa en su cara.

- ¿Javi? Dime que esto es un sueño y estoy ahora mismo durmiendo en mi cama.

Mi historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora