Capítulo 10

371 27 3
                                    

N/A: Muchas gracias a todos los que seguís este fic, y os pido que dejéis una review que no cuesta tanto, es gratis y como mucho son 30 segunditos de nada, podeis decirme lo que os gusta, lo que no, ideas o lo que querais, pero hacedme el favor de hacerlo que no cuesta tanto y ayuda mucho =)

Espero que os guste!



.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, caminé en dirección a mi mesa, mirando por todos lados buscando a Beckett.

Mi gozo en un pozo, por mucho que busqué, Beckett no estaba allí. Me senté en la silla delante de mi mesa, apoyé los codos en ella dejando caer mi frente sobre las manos y suspiré completamente decepcionada, al menos tendría más tiempo para pensar en lo que iba a decirle.

Gates salió de su despacho y se acercó a mi mesa. Levanté la mirada cuando me di cuenta de que estaba justo delante de mí, mirándome con la intención de descubrir por mi expresión qué me pasaba.

- ¿Ocurre algo Castle? - preguntó al ver que no le decía nada.

No capitán, solo estoy algo cansada, no he dormido muy bien.

- Siento oír eso, pero le traigo este papeleo para que lo revise bien y podamos archivarlo, creo que le va a llevar un buen rato - dijo entregándome unos archivos.

- Ahora mismo me pongo con ello capitán. ¿Sabe dónde están Beckett, Esposito y Ryan? - le pregunté interesada.

- Están fuera investigando sobre el caso que entró ayer. Dudo que hoy pisen la comisaria.

Mi cara volvió a demostrar una vez más la decepción que sentía.

- Vale, gracias capitán - dije intentando mostrar una sonrisa, aunque por la cara que puso Gates, no la convencí mucho.

Volvió a su despacho sin decir nada más. Cogí los papeles, y me puse a ello. La verdad es que fue muy difícil concentrarme en ellos, en mi cabeza lo único que veía eran las imágenes de lo ocurrido esa mañana, el sentir tan cerca a Beckett, pudiendo notar su respiración sobre mis labios, como mi menté se nubló y lo único que quería hacer era besarla y perderme en su boca. No dejaba de pensar en cómo una décima de segundo lo había cambiado todo, un carraspeo inesperado que hizo que todo se viniera abajo.

Por una parte no me arrepentía de nada porque me moría de ganas por hacerlo, pero por otra, tenía la horrible sensación de que por culpa de intentar besarla, todo iba a cambiar entre nosotras.

Como dijo Gates, los chicos no aparecieron por la comisaria en todo el día. El papeleo me llevó más de lo que esperaba, y aunque mi cabeza seguía dándole muchas vueltas a todo, las horas pasaron bastante rápido.

Cuando acabé la jornada, me levanté de mi sitio, y me fui a casa andando.

Las calles de Londres me parecieron más frías que de costumbre, la decepción por no haber podido ver a Beckett y aclarar las cosas me invadía a cada paso que daba, el sonido de Beckett saliendo de mi casa repicaba en mi cabeza como si estuvieran dándome martillazos en la misma por dentro.

Llevé mi mano derecha hasta la sien y con un dedo a cada lado, hice círculos sobre ella intentando despejarme sin dejar de caminar.

Por muchas vueltas que le diera, seguía sin saber que iba a decirle cuando la tuviera en frente, como iba a excusar mi comportamiento.

Sin darme cuenta, llegué hasta la puerta de mi casa. Subí sin muchas ganas, notaba como todo mi cuerpo pesaba como una roca, y entré en casa.

Me dirigí a la habitación, solté el bolso en el suelo, y mi cuerpo cayó en la cama como un peso muerto, estaba mentalmente agotada y no aguantaba un segundo más de pie.

Mi historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora